Este 13 de agosto de 2024 Fidel Castro Ruz, estaría cumpliendo 98 años, hombre de una cultura incomparable, lector y estudioso insaciable, líder indiscutible, previsor sin par, soñador, fundador de ideas, hombre práctico indiscutible, estratega militar, estadista sublime, que logró ser respetado por amigos y enemigos.
El discípulo de Martí fue un hombre modesto, valiente, humano, teórico y práctico, que amó tanto a su patria como la otra porción del mundo. Su vida apostólica no fue de los dioses del Olimpo, pero veía largo en su servicio diario, no descansaba porque se sentía con el deber de continuar la obra de su maestro, razonando sobre un cultivo determinado, así como de un complejo fenómeno de política internacional.
Su quehacer revolucionario y político se destaca con su presencia en la frustrada expedición de Cayo Confite contra la tiranía dominicana de Trujillo, su participación en “el bogotazo” en la capital de Colombia ante el asesinato del líder popular Jorge Eliecer Gaitán y su activa participación en el Partido Ortodoxo que dirigía Eduardo Chivas, así como la calificación que le dio a Nuestro Apóstol de la independencia, como el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
El discípulo del Maestro, también se convirtió en maestro de varias generaciones, las enseñó a pensar, para que se convirtieran en hombres de ciencia y de pensamiento, para que ayudaran a su patria, con la sencillez que debe poseer quien enseña a amar al prójimo.
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El discípulo del Apóstol prometió que no lo dejaría morir en su centenario y cumplió su promesa con creces, dio a Cuba una Revolución que como un gran tsunami de amor revolucionario le presentó a los pueblos pequeños que era posible vivir de pie, con dignidad y valentía ante un Goliat arrogante y hostil.
El discípulo de Nuestro Héroe Nacional luchó como el Quijote contra molinos de desigualdades, genocidios, injusticias y crueldades. Describió y criticó la barbarie del mundo egoísta, de los imperios y sus secuaces, fue un cronista por excelencia, enseñó optimismo a los pueblos que luchan por ser cada día mejor y los ayudó con su verbo firme de combatiente experimentado.
Fidel fue capaz de reunir un grupo de revolucionarios para enfrentar con las armas a la dictadura de Batista, ese grupo compartían un culto revolucionario semejante, que llevaban en sí las doctrinas del “Maestro” y que ellos mismo se autotitularon jóvenes de la Generación del Centenario ante aquel aniversario del natalicio del Apóstol.
Durante los preparativos de la Revolución en el extranjero para reanudar la lucha armada, desplegó una amplia campaña en busca de apoyo político y material desarrollando una negociadora actividad para lograr la unidad revolucionaria y el apoyo de figuras políticas en el exterior del país, para el logro victorioso de la nueva contienda, demostraba así el profundo conocimiento que tenía de las doctrinas del Apóstol de la independencia cubana.
Fidel, fue un gran diplomático, durante toda su existencia, fue capaz de negociar los más difíciles momentos de la vida de nuestra patria, alzándola siempre con victorias.
Con el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, comienza una nueva etapa como estadista, donde el liderazgo político se desarrolla con su creatividad y su práctica diplomática en momentos tensos en los primeros años de revolución.
Fue un líder revolucionario que desempeñó un papel significativo en la diplomacia internacional. Su habilidad negociadora se pone de manifiesto en diferentes complejos escenarios políticos de repercusión global y de impacto nacional, que lo convirtieron en un gran político negociador de renombre internacional.
Su primera salida al exterior fue a Venezuela el 23 de enero de 1959, allí pronunció un discurso en el multitudinario acto popular en la Plaza Aérea del Silencio de Caracas donde la prensa calculó más de trescientos mil participantes, lo que constituyó un llamado a la unidad latinoamericana, a defender los intereses de nuestros pueblos y hacer realidad los principios latinoamericanistas de Bolívar y Martí.
“¿Hasta cuándo vamos a permanecer en el letargo? ¿Hasta cuándo vamos a ser piezas indefensas de un continente a quien su libertador lo concibió como algo más digno, más grande? ¿Hasta cuándo los latinoamericanos vamos a estar viviendo en esta atmósfera mezquina y ridícula? ¿Hasta cuándo vamos a permanecer divididos? ¿Hasta cuándo vamos a ser víctimas de intereses poderosos que se ensañan con cada uno de nuestros pueblos? ¿Cuándo vamos a lanzar la gran consigna de unión? Se lanza la consigna de unidad dentro de las naciones, ¿por qué no se lanza también la consigna de unidad de las naciones?
“Si la unidad dentro de las naciones es fructífera y es la que permite a los pueblos defender su derecho, ¿por qué no ha de ser más fructífera todavía la unidad de naciones que tenemos los mismos sentimientos, los mismos intereses, la misma raza, el mismo idioma, la misma sensibilidad y la misma aspiración humana?”.
(Fidel, 23 enero 1959)
Explicó además qué significaba ser revolucionario, por qué era necesario combatir por nuestras naciones y lograr la unidad entre los oprimidos.
El 15 de abril de 1959, Fidel viajó a Estados Unidos permaneciendo en dicho territorio hasta el 28 de abril. En esta ocasión, viajó como un ciudadano privado en respuesta a una invitación de la American Society of Newspaper Editors (Sociedad de Editores de Periódicos). Esta visita fue una demostración de buenas intenciones diplomáticas y de firmes principios de política exterior, en su visita firmemente aclaro:
“No quiero que este viaje sea como el de otros nuevos gobernantes latinoamericanos, que siempre acuden a los Estados Unidos para pedir dinero. Quiero que este sea un viaje de buena voluntad (…) Ustedes están acostumbrados a ver a representantes de otros gobiernos venir aquí a pedir. Yo no vine a eso. Vine únicamente a tratar de lograr un mejor entendimiento. Necesitamos mejores relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. No vine aquí a mentir; no vine aquí a ocultar nada, porque nuestra Revolución nada tiene que ocultar. No vine aquí a pedir nada, porque nuestra Revolución no tiene nada que pedir, como no sea amistad y comprensión”.
Firmeza, patriotismo, dignidad y deseos de establecer normales relaciones constituyó este viaje de buena voluntad.
Episodio como la crisis de octubre en 1962 es un ejemplo del manejo complicado de las relaciones con el gobierno y Partido Comunista de la URSS, donde Cuba se convirtió en el centro de la política mundial.
El manejo equilibrado pero firme de la política de la revolución hicieron de Fidel una figura respetada por sus aliados del campo socialista y los enemigos de la revolución en especial con el gobierno de los Estados Unidos de América que ya había sufrido una derrota en las arenas de Playa Girón y conocían la talla e integridad del dirigente cubano.
Viajó por los cincos continentes, conoció a personalidades como Nikita Kruschov, Nelson Mandela, Gabriel García Márquez, Jean-Paul Sartre, Yasser Arafat, Hugo Chávez, el Papa Juan Pablo II, Mijail Gorbachov, otros líderes europeos, africanos, latinoamericanos y caribeños, con todos, desarrolló la “diplomacia personal” por lograr un mundo justo y lleno de equidad para los pueblos y porque se respetara y entendiera el coraje y la lucha de nuestros pueblos. Fidel fue un artífice de la diplomacia pública.
Fue un líder del Tercer Mundo y del Movimiento de Países no Alineado desde su fundación, defensor permanentes de sus necesidades, desarrollando su habilidad negociadora y protectora de la dignidad de los países que forman parte de ese movimiento, se irguió en el estrado de las Naciones Unidas y fustigó el mundo desequilibrado, prepotente e injusto que imponían a los más pobres los países del primer mundo.
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El combate de Fidel contra el imperialismo estadounidense fue como la continuación del que en silencio emprendiera Martí, quien, a su reflexión, es la fuente esencial de los sentimientos latinoamericanistas y caribeños y de las muestras de solidaridad e internacionalismo.
La guerra en Angola no solo demostró al gran jefe militar y estratega si no también al negociador de la paz, la defensa de la soberanía de los pueblos y al gran triunfador de ideas y acciones prácticas revolucionarias y filantrópicas ante un apartheid criminal. Brindó ayuda al movimiento revolucionario sudafricano, al pueblo angolano, a su gobierno legítimo y luchó por lograr que se cumpliera la resolución 435 de la ONU, consiguiéndose la independencia de Namibia.
Para Fidel la paz constituía un elemento imprescindible para el desarrollo de los países, fundamentalmente para aquellos de economías pobres, Durante su histórica intervención en el espacio del XXXIV periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, el 12 de octubre de 1979, donde daba a conocer las conclusiones de la Sexta Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), que acababa de tener lugar en La Habana, mandato que asumía, a nombre de la inmensa mayoría de la humanidad: los países colonizados y marginados del desarrollo, agrupados en ese movimiento.
En dicha reunión demandaba, la necesidad de cambiar el sistema de relaciones internacionales vigente y la aspiración a instaurar un nuevo orden basado en la justicia, la equidad y la paz. Solicitaba, entre los problemas a debatir en la Asamblea, a colocar en primer lugar la búsqueda de la paz, sin discriminación ni doble rasero, sino indivisible, que beneficie por igual a todos.
Es indiscutible que el amor a la patria, la estima a los pobres de la tierra y su defensa, la fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud fueron elementos esenciales de la personalidad de Fidel asimilados e interiorizados desde el pensamiento martiano.
Estoy convencido que pasarán los años y el recuerdo del gran discípulo de Martí seguirá vigente, como aquella frase (parafraseando a Engels) ante la tumba de Marx: su obra seguirá vigente por los siglos de los siglos.
Javier Hernández Fernández
13/9/24 18:52
Fidel Castro Ruiz,el mejor discípulo de Martí .
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