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domingo, 24 de noviembre de 2024

El Che como educador

A propósito del combate de "El Hombrito", combatientes de la Sierra Maestra rememoraron vivencias del Guerrillero Heroico...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 30/08/2012
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Ernesto Che Guevara 0001
El Comandante Ernesto Che Guevara.

En 1992, mientras realizaba funciones periodísticas, asistí a un encuentro entre combatientes de la Sierra Maestra en el hoy Museo de la Revolución, antiguo Palacio Presidencial. A una interrogante mía, me hicieron una rectificación: “Tú hablas del combate de El Hombrito y ese lugar no se llama así”.

Los veteranos del Ejército Rebelde me explicaron que el sitio denominado El Hombrito es donde se estableció el campamento. “El combate se desarrolló en un lugar al que llaman Pinar Quemado, es más arriba, por el camino a Bueycito, como quien va hacia Altos de Conrado”.

Tras ese encuentro concerté entonces una cita con algunos de aquellos guerrilleros. El coronel de las FAR y capitán del Ejército Rebelde (ER) Rodolfo Vázquez (ya fallecido) propuso su casa como sede.

A la primera sesión concurrió el también coronel de las FAR y comandante del ER Orestes Guerra. Compartí con ellos varias jornadas, a las que se incorporaron otros combatientes de la Sierra y el Llano. Hoy traigo a los lectores de Cubahora algunos apuntes de aquellos días.

MAESTRO DE GUERRILLEROS

En julio de 1957, Fidel encomendó al Che, recién ascendido a comandante, la constitución de una nueva columna rebelde, la cual constaba de 75 efectivos, distribuidos en tres pelotones, capitaneados por Lalo Sardiñas, Ramiro Valdés y Ciro Redondo.

Por cuestiones estratégicas se le llamó Columna 4 cuando en realidad, además de ella, solo existía la columna principal, comandada directamente por Fidel.

Recordaba Orestes Guerra: “Sin armas, descalzos, casi desnudos, los compañeros que se habían quedado en la columna de Fidel bromeaban con nosotros, nos llamaban ‘los descamisados del Che’, ‘el desalojo campesino’, imagínate”.

Rodolfo sonreía con los recuerdos: “Lo primero que hacemos es una práctica de tiro y solo Ciro Redondo aprueba… El Che, con esa ironía tan suya, nos dijo que éramos una tropa lista para el combate”.

Las armas con la que contaba la Columna 4, de acuerdo con sus fundadores, eran bastante deficientes. Lo mejor que tenían era el Garand de Orestes y el Springfield de Walfrido. A los fusiles Mendoza se les caía la pieza de abajo cada vez que disparaban.

Manolo Espìnosa tenía que amarrarse la escopeta a la mano.

Después del victorioso combate de Bueycito (1º de agosto de 1957) la Columna 4 vivió momentos muy duros dado el desabastecimiento que sufrían y el constante hostigamiento del Ejército batistiano.

Rememoraba Orestes: “Pasamos días sin comer y el che decidió establecer el campamento en El Hombrito. Allí manda a construir una panadería-dulcería, zapatería, armería, un hospitalito, pone un grupo a sembrar viandas”

“Al finalizar cada combate, se reunía con la tropà para conversar, preguntaba cuántos tiros habíamos hecho y cuántas basa recogimos. Si comprueba que has tirado más de lo que le cogiste al enemigo, te buscas una cabeza de caballo con él. Y no admite que no hayas cogido ni tan siquiera un arma en el combate”. 

Rodolfo añadía a lo anterior: “El Che para nosotros, incluso para camilo, es un maestro. Nos educa como guerrilleros, nos forma como seres humanos. Nos enseña que de un cigarrillo, cuando no hay más, fuma una escuadra, de una latica de frijoles come un pelotón y a partes iguales entre jefes y combatientes”.

Me relataron que el Che no mandaba a un hombre a ocupar una posición a la que él era capaz de tomar. Si alguien le decía que no podía hacerse tal cosa, el Guerrillero Heroico lo hacía y demostraba a la tropa que era posible lograrlo.

PINAR QUEMADO

En la noche del 29 de agosto un campesino le avisó al Che que una troipa grande estaba por subir a la Sierra Maestra por el camino de Bueycito a El Hombrito. El comandante Guevara trasladó su tropa hacia Pinar Quemado, lugar idóneo para la emboscada de contención.

Situó al pelotón de Lalo Sardiñas al este, en un montecito de helechos de poca altura. El destacamento de Ramiro Valdés, por su poco poder de fuego, lo ubica al oeste, protegido por un barranco, para hostigar a los guardias. El grupo de Ciro atacaría al enemigo de forma oblicua.

Según testimonio de Rodolfo, “el Che se puso en medio del trillo para abrir el fuego con su Browning. Cuando lo hace, ordena avanzar pero los que deben hacerlo, no lo hacen y solo el grupo que estaba junto a él avanza”.

El Che hirió a un soldado y Rodolfo se apoderó de su arma. Los guerrilleros realizaron una primera retirada para tender una nueva emboscada más adelante, pero los guardias no avanzaron más y abandonaron el campo de batalla.

Al anochecer del 30 de agosto, al comprobar que el enemigo se ha retirado definitivamente, el Comandante Guevara ordenó el regreso al campamento. “Deja atrás a Vilo Acuña emboscado con un grupo para lo que pudiera pasar”, concluyeron los veteranos de la Columna 4.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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