El 10 de abril de 1869, Cuba nació jurídicamente como nación. Ese día en Guáimaro, localidad del Camagüey, fue aprobada la primera de nuestras constituciones; Carlos Manuel de Céspedes resultó electo presidente de la República y la bandera de Narciso López aprobada como nuestra enseña nacional.
“No tuvo Cuba día más bello que el 10 de abril de 1869 —escribió José Martí de aquella fecha gloriosa. Y en hermosa semblanza, afirmó—: Otros andamos por la senda abierta: ¡ellos fueron los que abrieron la senda! Por donde quiera que andemos los de ahora hemos de andar con el sombrero quitado”.
Ciento cincuenta años más tarde, hace exactamente 12 meses, el 10 de abril de 2019, los cubanos proclamamos la actual Constitución de la República de Cuba, heredera de la de Guáimaro y legítima continuadora de los ideales de independencia y justicia social enarbolados por aquellos patriotas del 68 y por las sucesivas generaciones de revolucionarios.
La actual, la de ahora, la socialista, resultó fruto de meses de discusiones y reuniones en las que intervinieron millones de coterráneos y fue aprobada mediante referendo constitucional el 24 de febrero de 2019. De entonces acá ha demostrado su valía y cumplido a cabalidad el anhelo martiano del culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
En estos primeros 365 días, ha corroborado mediante hechos y realizaciones concretas que somos un Estado socialista de derecho, con el hombre en el centro de su gestión y preocupado por “el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva” de toda la nación.
Muchas y duras han sido las pruebas enfrentadas, con un bloqueo imperial que en menos de un año ha aplicado centenares de medidas contra Cuba. Medidas y sanciones que van desde la instrumentación del Capítulo III de la Ley Helms Burton hasta la campaña internacional de descrédito contra nuestros médicos, por solo citar dos ejemplos.
Pero nada ha sido obstáculo para darle cumplimiento a cada paso acordado en la instrumentación de la Constitución: elección del presidente de la República: cargo que se retomó después de 43 años; del primer ministro; de los gobernadores e intendentes; en fin, de todo lo aprobado en el cronograma constitucional.
En este complejo escenario se ha lidiado también con la contingencia energética presentada a partir del mes de septiembre del pasado año, y más recientemente con la pandemia mundial del nuevo coronavirus que tiene al mundo patas arriba desde que la enfermedad surgiera en China y se expandiera en unos pocos meses por todo el planeta.
Solo un estado socialista como el nuestro es capaz de asegurar el bienestar de todos, sin exclusiones y diferenciación de cualquier índole. Ningún cubano ha quedado abandonado a su suerte e, incluso, en medio de esta crisis sanitaria global, el ejemplo de Cuba se convierte en modelo a seguir por otras naciones del planeta. No solo hacia lo interno, sino también en la solidaridad desplegada a través del Contingente Internacionalista Henry Reeve, con brigadas en varios lugares del mundo, incluidos, por vez primera, dos países europeos: Italia y el Principado de Andorra.
Nunca como ahora lo refrendado en el Artículo 72 de nuestra Constitución ha cobrado mejor vida ni aplicado en tamaña dimensión: “La salud pública es un derecho de todas las personas y es responsabilidad del Estado garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación. El Estado, para hacer efectivo este derecho, instituye un sistema de salud a todos los niveles accesible a la población y desarrolla programas de prevención y educación, en los que contribuyen la sociedad y las familias”.
Los modos de enfrentar la COVID-19 han sido ejemplares y el personal de la Salud se ha llenado de gloria por su altruismo, profesionalidad y entrega al prójimo. Esos aplausos a las 9:00 de la noche son una prueba más del infinito agradecimiento que le tiene nuestro pueblo a ese formidable ejército de batas blancas.
Igualmente, en medio de tantas adversidades, se han asegurado los derechos de nuestros niños y jóvenes a la educación. Y la tercera edad, la más vulnerable, ha gozado también de las mayores muestras de atención de parte del Estado. Sin dejar de mencionar el aseguramiento de las garantías laborales y salariales a nuestros trabajadores, en un apego estricto a lo dispuesto en el artículo 68 que define la responsabilidad estatal, mediante el sistema de seguridad social, a las personas que trabajan.
Cuba en 1940 aprobó la constitución más avanzada de toda Latinoamérica. Sin embargo, siempre fue letra muerta. La socialista de 1976 materializó muchos de los sueños incumplidos en aquella Ley de Leyes. En tanto, la también socialista del 2019, no solo ha perfeccionado jurídicamente lo logrado en todos estos años de Revolución, sino se ha proyectado hacia el presente y futuro previsible de la nación, dándole lustre a cada uno de sus 225 artículos.
Raúl Castro, el 10 de abril de 2019, hace hoy exactamente un año, al proclamarla ante el mundo, expresó: “Esta ley de leyes es hija de su tiempo. Refleja las circunstancias históricas de la construcción de nuestra sociedad y tutela jurídicamente los cambios acaecidos con visión de futuro, en el propósito supremo de alcanzar un socialismo cada vez más próspero, sostenible, inclusivo y participativo”.
Así ha sido en estos complicados pero heroicos 365 días, y lo seguirá siendo en el futuro.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.