Desde los ataques del 11 de septiembre del 2001, la opinión pública estadounidense ha soportado una sorprendente avalancha de mentiras oficiales, verdades a medias, seudoacontecimientos y disparates discursivos. Entre las mentiras más persistentes e indignantes de la Administración Bush está la analogía histórica engañosa, con un solo propósito: minimizar todo desastre actual al que esta camarilla gobernante ha impulsado al pueblo norteamericano. A esto habría que agregar la técnica discursiva de cada uno de los arribistas de este Gobierno tratando de que suenen como verdaderos eruditos políticos. Al menos, ante los ojos de una audiencia que (¡desafortunadamente!) y a diario, obtiene sus conocimientos del mundo a través de Fox News y otros medios.
Iraq representa un campo fructífero para detectar semejantes cuentos históricos. Hay que recordar que durante el verano del 2003, cuando quedó en evidencia por primera vez que los nativos de Mesopotamia no se sintieron entusiasmados, (¡!bajo ningún concepto!!), con la ocupación criminal y despiadada del país, el aparato estadounidense entró en acción con comparaciones históricas entre Iraq y la otrora ocupación de la Alemania nazi.
Condoleezza Rice, la Consejera de Seguridad Nacional en aquel entonces, subió al podio para explicarles a los "Veteranos de las Guerras Extranjeras", con su tono característico de maestra de escuela, que Iraq ocupado no presentaba un problema peor que la Alemania nazi ocupada.
"Existe una tendencia comprensible a volver a la experiencia de Estados Unidos en Alemania de postguerra y ver solo los éxitos, pero el camino por el que pasamos fue muy difícil", dijo en su discurso la Rice y agregó seguidamente que, entre 1945 y 1947 la situación de las tropas aliadas en la nación europea fue verdaderamente difícil, pues "oficiales de las SS conocidos como hombres lobos iniciaron sabotajes y ataques contra las fuerzas de la coalición y habitantes de la zona que cooperaban con éstas". Y comparaba entonces: "De modo muy parecido a los actuales residuos baazistas y fedayines".
Otro miembro de la camarilla Bush, el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld se sumó también a esta técnica discursiva con su visión histórica: "Algunos de esos desesperados eran conocidos como hombres lobos… Ellos y otros residuos del régimen nazi atacaban a soldados aliados y a alemanes que cooperaban con las fuerzas aliadas. Asesinaron a alcaldes, incluyendo al alcalde de Aachen nombrado por Estados Unidos, la primera ciudad alemana de importancia liberada. Emisiones de radio y panfletos advertían a los alemanes que no colaboraran con los aliados. Complotaban para sabotear fábricas, plantas eléctricas, líneas ferroviarias. Hacían volar comisarías y edificios gubernamentales, y destruían depósitos de obras de arte y antigüedades que habían sido almacenadas por el Museo de Berlín".
Y todo esto: "¿No suena conocido en estos momentos en Iraq?"
Una vez terminadas las hostilidades, la situación fue diferente de la descrita por la Professor Doktor Rice y el Herr Kriegsminister Rumsfeld. A diferencia de los miles de muertos (entre iraquíes y tropas norteamericanas) y de las víctimas inocentes que, son noticias diarias, en la nación árabe, los pocos homicidios de soldados estadounidenses tras el Día de la Victoria en Europa, ocurrieron sobre todo por malogrados negocios de mercado negro o querellas por alguna Fräulein.
Indiscutiblemente que la comparación de la Alemania de postguerra, ante el avance arrollador del Ejército Rojo, resulta una descomunal falacia histórica, algo verdaderamente indignante, frente a la ocupación y saqueo del Iraq de nuestros días y de sus miles de muertes de ambos bandos.
No hay que olvidar que tras concluir la Segunda Guerra Mundial, la principal institución que Washington absorbió para su estado de seguridad nacional fue la inteligencia alemana, específicamente la Organización Gehlen. Otro tema para investigar y estudiar, y que expone una vez más el empleo fraudulento de los medios de comunicación en beneficio del poder de una oligarquía.
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