La famosa marca de puros Romeo y Julieta, ahora en el centro del Festival del Habano, surgió en 1875 con raíz tan literaria como la obra del escritor inglés William Shakespeare y de inmediato atrajo el gusto de los fumadores de puros.
Ese nombre aparece a nivel internacional en los primeros años del siglo XIX de la mano de Don Pepín Fernández, uno de los pioneros productores dispuesto a reconocer la relevancia de la anilla para los tabacos.
Importante eslabón en el comercio de puros en la capital cubana, la Tienda de Romeo y Julieta constituye hoy una especie de puerta del Festival del Habano. Inaugurada en 2001, como valor añadido a la historia de la legendaria fabrica, se trata de un inmueble con paredes enchapadas en cedro y caoba, maderas preciosas cubanas, y con disponibilidad de las mejores denominaciones.
Belleza, elegancia y profesionalidad constituyen palabras claves para este establecimiento, ubicado precisamente en los bajos del edificio que históricamente alberga a la fábrica homónima de puros.
Allí laboran cinco empleados con mucha experiencia bajo la dirección del Grupo Empresarial Caracol, del Ministerio de Turismo (Mintur) de Cuba.
El 21 de septiembre de 2011 la tienda llegó a su primera década y sus resultados económicos acusan ventas de por lo menos un millón de dólares en esos 12 meses, cifra lograda por segunda ocasión en su decursar.
Entre sus principales visitantes destacan españoles, franceses, italianos, estadounidenses y personas provenientes de los Emiratos Árabes Unidos. Incluso algunos de esos clientes guardan sus puros en el taquillero de la tienda para cuando regresen a Cuba.
Y como nota curiosa, quien fuera premier británico, Winston Churchill, fue devoto de esta marca, hasta el punto de que los torcedores bautizaron a una de sus piezas mayores como Churchills. Equilibrada y aromática mezcla de hojas que compone una marca con mucho romance y clasicismo.
COHIBA
En El Laguito, única fábrica en Cuba que confecciona los puros Cohíba, se podrá apreciar la maestría de avezadas torcedoras encargadas de entregar un producto de exquisito aroma para los clientes de todos los continentes.
Ese centro cuenta con un experto equipo de control que examina minuciosamente la calidad en cada una de las etapas de su producción.
En los intercambios previstos con los trabajadores de la Real Fábrica de Tabacos La Corona, Casa Matriz de la marca Romeo y Julieta, se anuncia el lanzamiento de dos vitolas: Petit Churchills y Churchills Reserva 2008.
Durante la jornada continuarán las competencias preliminares del Concurso Internacional Habanos sommelier. Los puros Habanos presiden hoy el festival dedicado a promocionar ese invento genuinamente cubano, moldeado por torcedores a la usanza de sus antepasados.
Hombres de negocios y amantes de las vitolas hechas en la isla se asoman por estos días a novedades y secretos de la agroindustria tabacalera insular, entre conferencias y eventos comerciales, sin olvidar que la excelencia del legendario producto comienza en las vegas de esta región, donde se cosechan las mejores hojas de la planta.
Cada fiesta del Habano en la isla convida a recorrer los sembrados de esta zona y estrechar la mano de los cultivadores, ahora en plena cosecha.
La fama de Pinar del Río, que aporta la mayoría de las capas empleadas en el torcido de exportación, es defendida con orgullo por familias de vegueros, aferrados al surco y a sus raíces.
Al sol o bajo finas mantas, siembran la solanácea, tradición fomentada por inmigrantes canarios e iniciada por los aborígenes en época aún sin precisar.
Atestiguan historiadores que los nativos, además de quemar las hojas secas para aspirar el humo y sentir placer, utilizaban la planta con fines curativos y religiosos.
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, destacado poeta y repentista, reverenció con su décima Hatuey y Guarina al compañero del hombre primitivo.
“Con un cocuyo en la mano y un gran tabaco en la boca, un indio desde una roca miraba al cielo cubano”, reza un fragmento de su conocida obra.
Los europeos aprendieron de los nativos a fumarlo y a principios del siglo XVII ya se usaba en ese continente.
Consuelo para meditabundos y deleite de soñadores, así lo definen escritores y apasionados a los cigarrillos, hechos a mano en las fábricas de la nación caribeña.
Con la presencia de más de mil personas de unos 70 países, el festival recuerda a renombrados campesinos oriundos de esa demarcación como Alejandro Robaina, ya fallecido, otrora embajador de los Habanos.
Los diálogos entre productores, comerciantes y aficionados, coinciden con la etapa de cosecha de la hoja, que anima el veguerío pinareño, 140 kilómetros al oeste de La Habana.
El ir y venir de los guajiros entre las espigadas hileras verdes, acompañados del café recién colado, dibujan el paisaje del territorio, donde convergen tres cualidades indispensables: clima y suelo óptimos, además de la rica experiencia de los labriegos.
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