Justo por estos días, cuando acaba de iniciarse en 124 unidades del país el experimento para la extensión del cooperativismo hacia otros sectores como la construcción, el transporte, los mercados agropecuarios y la recogida de desechos —como parte de profundas transformaciones estructurales que van desde la comunidad, la empresa hasta la casa—; un destacado economista villaclareño comparte algunos criterios sobre las ventajas de este modelo de gestión, así como otras consideraciones de interés, tomando como prisma de análisis el contexto de actualización de la economía nacional.
El académico e investigador Eliodoro Morales Rodríguez, profesor de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central de Las Villas (UCLV), sostiene que las formas cooperativas de producción, debidamente aplicadas en función de la colectividad, generan un producto como integración del grupo social que puede traer notables beneficios.
—En primer lugar, ¿cómo valora usted en el contexto cubano actual el fomento de nuevos modelos cooperativos en la producción y los servicios más allá de la tierra?
—Antes pensábamos que el socialismo solo se podía construir a partir de la propiedad estatal. En lo particular, soy un defensor del cooperativismo. Trabajé durante muchos años en un centro de estudios sobre este tema. Pienso que el país debe enfocarse, gradualmente, hacia el desarrollo de esta forma social de producción y de propiedad en la mayoría de los sectores de la economía.
“Al acudir a Lenin, salvando algunas diferencias de contexto, encontramos un fundamento teórico bien explicado sobre las cooperativas, consideradas como pequeños núcleos sociales en los que pueden distribuirse, al mismo tiempo, intereses y responsabilidades.
”En tal sentido, lo importante es lograr que los trabajadores se sientan verdaderamente dueños de los medios y los resultados, y participen activamente en decisiones autónomas, en función de la colectividad. Desde luego, teniendo en cuenta lo que la sociedad necesita que hagan. Los bienes son individualizados, pero se genera un producto como integración del grupo social, que viene a traer beneficios sociales, sin mentalidades tan individualistas.
”Además del cooperativismo, hoy se impone mantener lo estatal en aquellas actividades que son decisivas y estratégicas dentro de la política social del país, aumentar el sistema de cuentapropismo en todas las esferas, con la fortaleza de que tengan todas las facilidades, aunque con una adecuada regulación del Estado.
”En Cuba, por experiencias no muy positivas que han existido, se tiene una posición no muy favorable de la cooperativa como forma de producción. Pero esta, con un consecuente procedimiento y una participación bien pensada, pudiera dar muy buenos dividendos. Hay que romper estigmas”.
—Vayamos ahora al mundo empresarial: en los Lineamientos se recoge que no se subsidiarán pérdidas, lo que obligará a las empresas a buscar eficiencia, a partir de una gestión más flexible de su objeto social. Con vistas a estimular la excelencia del trabajo y la calidad, ¿qué misiones impone ese vuelco?
—En la empresa ineficiente e irrentable deben identificarse con claridad las causas de ese mal trabajo. Pueden ser problemas de materia prima, insumos, fuerza de trabajo; pero también hay errores en la estructura administrativa, a veces con un peso tremendo de gastos indirectos.
“El centralismo ha sido un enemigo muy serio del sector estatal cubano, por la incapacidad de decidir y operar a ciertos niveles. Asimismo, cuando el objeto social de una entidad no se valora de manera flexible ni se modifica en función de los intereses y las potencialidades con que la empresa cuenta para hacer, se dejan correr algunas posibilidades de autogestión.
”Si las razones de la ineficiencia son solubles a partir de un cambio en la forma de producción, como el cooperativismo, por ejemplo, haría bien pensar cómo aplicarlo”.
—Al igual que con las empresas, también se ha tenido en cuenta el impulso de la iniciativa de los territorios para promover su desarrollo económico. ¿Cuáles aspectos no pueden perderse de vista en ese examen y puesta en práctica de las potencialidades de cada lugar?
—Ese referido desarrollo tiene que ser endógeno. Si no es así no se alcanza lo que se busca. Como aspecto esencial, hay que tener identificadas las potencialidades desaprovechadas y por aprovechar, partiendo de una mirada profunda y compartida con la base, que necesita una participación social, pero, sobre todo real, que no sea mera prédica.
“De proyectarse de otra manera, el desarrollo caería en posturas impuestas y muy burocráticas, o sería solo decisión de un grupo reducido de personas y no de todos los actores de ese espacio”.
— ¿Considera preciso hoy simplificar aún más parte del aparato administrativo del país?
—Si no se procede así no podremos avanzar todo lo que queremos hacia la búsqueda de una mayor eficiencia. El exceso de cargos en gestiones improductivas constituye un peso tremendo, obstaculiza el proceso económico de la empresa. Hay que simplificar. Con urgencia hay que reestructurar todo aquello que no facilite el desarrollo operativo de la entidad. Está demostrado que las personas que no hacen mucho generan obstáculos para los que hacen.
—Como una piedra en el zapato, Cuba tiene todavía complejas manifestaciones de burocratismo ¿Qué sugiere usted para extirpar esa deformación sobre la cual nos alertó en su tiempo el Che?
—El burocratismo llevó también al fracaso al socialismo real europeo, y puede acabar con el modelo nuestro. Si me preguntaran por una de las causas fundamentales de la corrupción, te diría sin pensar mucho que es el burocratismo, porque se crean una serie de barreras que para franquearlas hay que pagar. Y ahí se le da pie a este flagelo. En Cuba, la burocracia se instauró con demasiada fuerza como resultante del copismo acérrimo de hace varias décadas.
“La experiencia de las jóvenes provincias de Artemisa y Mayabeque demuestra cómo es posible simplificar determinadas estructuras sin dejar de valorar la funcionalidad y el correcto ordenamiento del trabajo. La burocracia, hasta cierto nivel y de modo bien argumentado, es necesaria con vistas a organizar y planificar. Desde luego, sin los excesos que ha generado por su propia naturaleza el centralismo estricto. Lo malo es el burocratismo.
”Al respecto, propongo potenciar, como ya se está haciendo, maneras para llegar a los resultados por la vía más expedita, de modo que no se creen procesos que involucren a tantas personas”.
—Con facilidad, no pocas veces se habla de cambiar la mentalidad. De que hay que dar el salto, no hay dudas. ¿Pero cómo? ¿De qué modo trascender viejas percepciones que aún predominan?
—Urge transformar muchos métodos y estilos de dirección. A eso se aludió con insistencia en la Primera Conferencia del Partido. Tal como lo expresan los Lineamientos, se hace imprescindible también darle un viraje al centralismo rígido que durante tantos años ha acabado con la iniciativa y la creatividad.
“Como consecuencia, se ha generado en nuestros empresarios y hasta en algunos cuadros una mentalidad centrada, de esperar que digan cómo hacer. Y de ese modo se asumen posturas muy cómodas, de poco comprometimiento.
”Por otra parte, vale resaltar que hay personas que no desean cambiar la manera de pensar y ver los fenómenos por su propio interés, porque pudiera perjudicarles. El compañero Raúl ha insistido en este tema, al advertir que el cambio no es fácil. Y es que, si bien se sabe que la economía cubana requiere transformarse con el concurso de todos, eso no puede ser solo una práctica discursiva.
”En la medida de lo posible, hay que introducir mecanismos para que determinadas personas, más allá de asumir entre paradojas lo que se ha enunciado, se vean obligadas a efectuar el necesario giro”.
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