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jueves, 7 de noviembre de 2024

Viejos odios atracan en Puerto Sudán

Contradicciones de larga data animaron recientemente los enfrentamientos entre comunidades de Sudán en el estado donde se halla el principal puerto del país y por el cual se exporta el petróleo sursudanés...

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 22/08/2020
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Tropas-tranquilidad-ciudad portuaria
Las tropas intentan restablecer la tranquilidad en la ciudad portuaria. (Tomada de elpais.cr).

Aunque Sudán hoy se esfuerza por ofrecer un aire político fresco que difiera de la época del expresidente Omar Hassán al Bashir, parece atrapado por persistentes problemas no resueltos en el pasado.

Uno de esos expedientes abiertos radica en las contradicciones entre comunidades, que afectan la cohesión del Estado nacional y sustancialmente la convivencia, así como limitan la solidaridad humana más allá del espacio étnico, cual fenómeno permeado de atavismos.

El escenario de conflicto ahora se ubica en Puerto Sudán, donde la sucesión de enfrentamientos entre comunidades causó 32 muertos y 98 heridos, conforme informaron las autoridades sobre las disputas ente la comunidad árabe Beni Amer y la negro-africana Nuba.

Según las versiones, la violencia se desató cuando manifestantes del pueblo Nuba penetraron en un distrito del grupo Beni Amer durante una protesta contra el nuevo gobernador de un Estado cercano y afectó a toda la región, ahora bajo un toque de queda nocturno impuesto como medida de seguridad.

En los primeros choques de la manifestación pacífica que se tornó un grave disturbio murieron seis ciudadanos, luego fueron 13 decesos y 42 lesionados, pero el proceso escaló y los enfrentamientos fueron cada vez más intensos entre los rivales hasta llegar a 32 los occisos y casi un centenar de heridos.

“Algunos de ellos (los manifestantes) llevaban armas y empezaron a disparar y dos personas murieron en el lugar, incluido un soldado. Después vino el ejército y comenzó a disparar balas reales al azar e hirió a ocho personas de Beni Amer”, declaró a la prensa Mohammed Saleh, un residente de Puerto Sudán.

Pero las cifras solo constituyen un botón de muestra poco perceptible de lo acontecido en esa localidad del Mar Rojo, pues existen causas de fondo, heridas que nunca cicatrizaron y reaparecen a pesar del interés oficial de establecer la paz entre las dos comunidades.

Las relaciones entre ambos grupos tienen un historial de fricciones, aunque en septiembre pasado firmaron un acuerdo de reconciliación que supuestamente les acercaría luego de los enfrentamientos que acabaron con la vida de al menos 16 personas, según la Policía, que teniendo ese antecedente ahora aplica el estado de emergencia.

En aquella ocasión las disputas entre los Beni Amer y Nuba se extendieron por varios días y la fuerza pública declaró que: “Las autoridades competentes observaron por primera vez el uso de armas de fuego en el conflicto, lo que revela la existencia de interferencia externa e interna para alimentar el conflicto y extenderlo a otras áreas”.

Unos 30 ciudadanos perecieron en la localidad de Puerto Sudán cuando desataron los choques las dos comunidades citadas hace casi un año, pero en la etapa actual se percibe mayor intensidad y una marcada tendencia a destruir con fuego las viviendas del contrincante.

Desde hace largos años se observan problemas entre la comunidad Beni Amer, árabe y musulmana, y la Nuba no árabe, practicante de cultos tradicionales y cristianos, que viven en la urbe en el litoral del Mar Rojo.

PRESIÓN ÉTNICA

La polarización de los intereses de grupos en ese contexto afecta la construcción de la identidad nacional cohesionada en Sudán, cuando estatalmente el país participa en un proceso de transición política, que convida a la paz incluso con connotados movimientos guerrilleros y trata de hacer cambios esenciales en la vida nacional.


Vista aérea de la zona donde se halla Puerto Sudán. (Tomada de hausatv.com).

Entonces, los sucesos en Puerto Sudán –diferentes en su forma por ejemplo a los disturbios también sangrientos en la occidental región de Darfur- tienen en común que operan contra la cordura, tanto en uno como en el otro caso sobresale para mal la lealtad extrema a la comunidad, aunque esa actitud sobrepase todo razonamiento.

Tan reprochable conducta debilita la convivencia y en el campo político socava las áreas que se pueden aprovechar para el mejoramiento, y, como es lógico, los intersticios que se originan son capitalizados por los enemigos del país y de espectros que en las sombras mueven los hilos para desarticularlo.

No obstante, con sentido práctico para no empeorar la situación, tras establecerse el toque de queda, el gobernador del estado del Mar Rojo, Abdulla Shingrai, emitió un decreto levantándolo parcialmente y abriendo el cruce de Shalateen, aunque también decidió crear un comité para investigar los recientes incidentes en Puerto Sudán.

El asunto de la rivalidad étnica sobrepasa los límites de los sucesos actuales, pero  no se debe establecer consideraciones desvinculadas de los aspectos coyunturales que le incita, ni de su historia, la cual unas veces muestra unidas a las comunidades y en otras enfrentadas en un abigarrado cuadro de amor y odio.

Sin embargo es de comprender que en las decisiones asumidas por esos pueblos tiene una gran incidencia los siglos de su trayectoria social que les lleva a comportarse de una forma dada, pero que no justifica dar la espalda y rechazar lo efectivo de la contemporaneidad como podría ser la actual transición política sudanesa.    


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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