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lunes, 18 de noviembre de 2024

Siria siempre en la mira

Trump vende intervencionismo y mentiras para tapar sus entuertos...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 27/03/2019
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Ejército Democrático Sirio
Las tropas que ilegalmente desplegó en suelo sirio para “combatir” un terrorismo que insufló la propia Casa Blanca.

Dicen analistas que Siria le duele a Washington. Y se trata simplemente de que en esa porción de Oriente Medio no solo se empantanó hasta el fracaso la “guerra de conquista del Levante” iniciada por George W. Bush mediante su hipócrita “venganza antiterrorista”, sino que además la alianza de Damasco con Moscú, Teherán y el Hizbulá libanés, en defensa de la soberanía nacional, potenció a estos tres últimos actores (visceralmente odiados por la Casa Blanca) como pilares claves en tan codiciado escenario geopolítico.

De ahí que mientras van siendo monstruos del pasado el Estado Islámico (EI) y otras entidades terroristas entrenadas, pagadas y alentadas por Washington y sus aliados para la reconformación del mapa mesoriental a partir de los patrones hegemonistas, la Casa Blanca se empeña en sembrar cuñas que obstaculicen al máximo la integridad, la seguridad y la paz de un país que ya acumula ocho años de cruento enfrentamiento a la agresión externa.

Una de las primeras historietas de Trump es la de que las tropas que ilegalmente desplegó en suelo sirio para “combatir” un terrorismo que insufló la propia Casa Blanca han logrado una “contundente victoria” frente a los extremistas islámicos, cuando en realidad no pocos de esos fugitivos han sido trasladados por sus propios padrinos a puntos bien lejanos del certero fuego del Ejército nacional sirio y sus aliados en el campo de batalla.

Por demás, tales contingentes de militares gringos se dedicaron a establecer alianzas y compromisos con grupos kurdos de origen sirio, de manera de impulsar las ínfulas secesionistas con relación a Damasco y fomentar nuevos y pretendidos “conflictos internos” tras la derrota del EI, a la vez que alargan su ilícita presencia en la zona a pesar del anuncio de la Oficina Oval de su “total retiro”.

Mientras, en las últimas horas, el propio Trump sembró otra nueva semilla agresiva al afirmar, en uno de sus muchos mensajes digitales, que ha llegado la hora de reconocer la autoridad total de Israel sobre las Alturas del Golán, arrebatadas militarmente por el sionismo a Siria en 1967.

Desde luego, lo cierto es que para un personaje como el actual presidente norteamericano, apegarse al brutal criterio de la anexión forzada de patios ajenos es como coser y cantar.

Y es que el controvertido personaje de marras aprecia, exalta y aplaude la propia historia de formación de los Estados Unidos, donde el acumular espacios geográficos a costa de la depredación de comunidades y países ha sido una práctica usual.

No olvidar en ese sentido, entre otras tropelías, las matanzas y confinamientos de los propios indígenas norteamericanos, el despojo a México de la mitad de su territorio como presunto botín de guerra, y la toma militar de buena parte de las colonias españolas a fines del siglo diecinueve, entre otras barbaridades.

De ahí que no resulte extraño que hoy el magnate inmobiliario aposentado en la Casa Blanca defienda que el sionismo se anexe las Alturas de Golán, que con los años se han convertido para Israel en una de sus principales fuentes de abasto de agua y en espacio que acoge ilegalmente instalaciones de todo tipo, y desde las cuales no cesan las provocaciones y actos hostiles contra Siria.

De manera que con su tan reciente comentario injerencista confirma Donald Trump que para nada es imparcial ni amigo del entendimiento mutuo entre las partes involucradas en el largo conflicto mesoriental, y que le importan un bledo las resoluciones de la ONU que reiteradamente han demandado y demandan el reintegro de la soberanía de Damasco sobre esa porción nacional.

Se trata simplemente para el jefe de la Casa Blanca de complacer y apuntalar a su aliado fraterno en aquella parte del planeta, a quien ya rindió votos de admiración al mover la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén ocupado.

Y luego óiganle jactarse del esfuerzo gringo para lograr una paz sólida y firme en el Levante y el final absoluto del terrorismo.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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