Panamá, nación centroamericana que ha sido invadida por Estados Unidos siete veces entre 1856 y 1989, celebra elecciones presidenciales el próximo 5 de mayo en una disputa que librarán siete candidatos de un abanico de partidos políticos y algunos independientes.
Esta pequeña nación, famosa por su canal trasatlántico, siempre está en la mira del imperio norteamericano, que acostumbra el dictado de órdenes a su gobierno de turno en los últimos años. Poco puede hacer la primera magistratura con 12 bases militares impuestas a su territorio y dos nuevas, navales, en los próximos meses.
En un año electoral, el presidente saliente Juan Carlos Varela asumió las exigencias de la Casa Blanca, insertándose en el llamado Grupo de Lima, cabeza de playa contra el gobierno legítimo de Venezuela y su presidente Nicolás Maduro, a pesar de los reclamos de la población.
Organizaciones populares de la nación istmeña se concentraron frente al edificio de la cancillería en protesta por la injerencia de la administración de Varela al irrumpir en las decisiones y la soberanía venezolanas, a la vez que exigieron la salida del Grupo de Lima, tal como lo hicieron Uruguay y México.
La vocera del Comité de Solidaridad con Venezuela, Lilian Ruiz, defendió el respeto a la soberanía de los pueblos. Además, recordó los maltratos, vejaciones y la masacre perpetrada por las tropas estadounidenses en su país durante la invasión de 1989.
Ruiz denunció que “los panameños estamos haciendo un llamado a la paz; fuimos invadidos por una potencia como EE.UU., que masacró a nuestro pueblo. Nosotros vivimos en carne propia la invasión y estamos viviendo en carne propia la injusticia, puesto que todavía hoy no se conoce la cantidad de muertos que se dieron”.
Pero Panamá, por su posición en Centroamérica y los dispositivos militares norteamericanos en su territorio, es pieza clave en el acoso al gobierno legítimo venezolano.
Ello se desprende de las declaraciones del director del Sistema Nacional de Fronteras, Eric Estrada, quien refirió al diario Panamá América la presencia de tropas del país norteño en las operaciones denominadas Darién Litf. “Se han trasladado materiales —dijo— a zonas inhóspitas de la selva, donde se encuentra la frontera de Panamá con Colombia, enemigo acérrimo de Venezuela.
Casi al final de su mandato, el presidente Varela visitó en enero pasado la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (Jiatf-S), en Key West, Florida, donde se entrevistó con los almirantes Craig Faller, jefe del Comando Sur, y Pat DeQuattro, director de Jiatf-S, además de con el secretario adjunto de Defensa, Sergio de la Peña.
Ello significa que el próximo mandatario, salga quien salga, tiene ante sí la cruenta tarea de mantenerse en el bloque de naciones derechistas que emplean sus recursos para tratar de aniquilar a un pueblo que vive en paz.
El próximo 5 de mayo, 2,7 millones de panameños escogerán a los líderes de 825 cargos públicos para un período de cinco años. Ese día están en disputa la presidencia y su vice, diputaciones del Parlamento Centroamericano (Parlacen), de la Asamblea Nacional, alcaldías, representantes de corregimiento y concejales.
Los comicios están marcados por la corrupción existente en el país, que mantiene en prisión domiciliaria al exmandatario Ricardo Martinelli (2009-2014), quien aunque tiene sobre sí varios cargos pendientes de juicio quiere disputar la alcaldía de la capital por su partido Cambio Democrático.
Varela, entretanto, está acusado de recibir sobornos de la empresa constructora Odebrecht cuando era vicepresidente de Martinelli. El director de esa firma reveló los nombres de los políticos supuestamente implicados en sus negocios a cambio de una reducción de pena.
Aunque admitió que recibió dinero para su campaña a la vicepresidencia en 2009, se defendió con el argumento de que ahora las leyes electorales permiten la financiación privada de campañas.
Sin embargo, existen dudas sobre el seguimiento de un proceso en su contra, ya que fueron cerradas las investigaciones que lo vinculaban al escándalo de los Panamá-Papers y sus estrechos vínculos con el empresario Ramón Fonseca, cerebro de la firma Mossack-Fonseca, utilizada para lavado de activos y recepción secreta de fondos para evadir impuestos.
Según el politólogo argentino Javier Calderón Castillo, la derecha panameña posee varias formaciones políticas. Mencionó, entre ellas, en un artículo publicado en Rebelión, al Partido Panameñista-PAN, creado en 1991, de orientación nacionalista conservadora, donde milita Varela; el Partido Cambio Democrático-CD, creado en 1998, con una línea liberal-nacionalista; el Partido Liberal Republicano Nacionalista Molinera, creado en 1982, de orientación liberal-nacionalista; el Partido Popular PP, de la Democracia Cristiana, fundado en 1956; y el Partido Alianza, de 2018, como una escisión del CD.
También añade el Partido Revolucionario Democrático-PRD, fundado por Omar Torrijos en 1979, que es el de mayor adhesión de militantes (más de 500 mil) con orientación socialdemócrata, aunque muchas de sus posiciones políticas están alineadas con las ideas neoliberales.
La actual Asamblea Nacional está integrada por 71 miembros y su distribución favorece al PRD, con 26, el CD, con 25, el PAN con 16, Molinera 2, PP, uno, y los independientes uno.
¿QUIÉNES SON LOS ACTUALES CANDIDATOS?
De acuerdo con el Tribunal Electoral, hay siete candidatos que disputan la presidencia de la República, la cual será ganada por quien obtenga el mayor porcentaje de votos en vuelta única.
Un estudio de la empresa StratMark Consultores S.A. reveló que hay tres boletas con chances de alzarse con la victoria.
Laurentino Cortizo, del PRD de Torrijos, encabeza la relación de intenciones del electorado. Se trata de un empresario formado en EE. UU. como economista, exdiputado y exministro del gobierno de Martín Torrijos (1999-2004), con el empresario José Miguel Carrizo, de la misma agrupación política. El PRD logró un acuerdo con el partido Molinera en la alianza Uniendo Fuerzas, con candidaturas unificadas en los distritos electorales.
Cambio Democrático y Partido Alianza llevan en su chapa para la presidencia a Rómulo Rox, también graduado en EE. UU., y al periodista Luis Casis, considerada una figura mediática con arraigo popular.
El oficialista Partido Panameñista postuló al exdiputado José Isabel Blandón, alcalde del Distrito de Panamá, la capital del país. Con un perfil nacionalista y crítico de la invasión de 1989, aunque muy cercano al presidente Varela, será acompañado por la líder evangelista, Nilda Quijano, quien dirigió la administración del Canal durante un largo periodo.
También hay otras tres candidaturas de libre postulación o independiente. Algunos analistas afirman que la proyección mayor recae en la encabezada por la exprocuradora Ana Matilde Gómez, defensora de derechos humanos y exdiputada, que aparece con el 7,3 % de intención de voto en las encuestas.
Las otras dos postulaciones son la de Marco Ameglio, exmiembro del PAN, y Ricardo Lombana, cónsul en Washington, que, según opinión generalizada, no representan competencia.
Aunque las elecciones en América Latina pueden deparar sorpresas, la izquierda panameña pone sus fichas al único candidato del progresismo, el dirigente sindical Saúl Méndez, representante del Frente Amplio por la Democracia-FAD.
Esa es una agrupación que une a sectores sociales y políticos con un proyecto democratizador y de restitución de derechos sociales. Acompaña a Méndez como vice Maribel Gordón, economista y catedrática izquierdista, quien proyecta la necesidad de un programa nacional que resuelva los problemas económicos y sociales de la ciudadanía.
Todos los aspirantes han tenido solo 60 días, a partir del pasado 5 de marzo, para defender sus programas de gobierno.
Los panameños suelen votar por los candidatos de los partidos en que están inscriptos, lo que permite, entonces, tener una visión —sino hay sorpresas de por medio— sobre cómo se comportarán las urnas.
De concretarse esta tesis, el PRD tiene 506 920 miembros, el PRD, 506 920, el Panameñista 361 664; CD 352 146; Molinera 83 113 afiliados, el PP, 22 406; FAPD, 41 723.
En estas elecciones será fundamental el voto joven, menos fiel a los partidos tradicionales y tendiente a la abstención. Se estima que unos 55 000 panameños acudirán a las urnas por primera vez y los votantes de entre 18 y 30 años constituyen el 29,9 % del padrón electoral.
Si los contendientes quieren ganarse esta medular faja del electorado tendrán que cambiar su discurso político, apegado al tradicionalismo, del cual parece hastiada la juventud panameña.
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