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martes, 1 de octubre de 2024

Obsesión imperial

Estados Unidos mantiene una campaña feroz contra el proceso político de Nicaragua y su presidente Daniel Ortega...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 16/08/2021
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Nicaragua-Banderas-FSLN
La batalla por la permanencia de un gobierno progresista en Nicaragua adquiere una especial relevancia en la estrategia del imperialismo en América Latina.

Estados Unidos (EE.UU.), la mayor potencia militar y económica del mundo, tiene como hoja de ruta la persecución de países que tratan de fomentar procesos políticos diferentes al capitalismo, entre ellos Nicaragua, con su presidente Daniel Ortega, luchando contra planes subversivos y mentiras repetidas en el mundo.

En la actualidad, la nación norteña comandada por el mandatario Joseph Biden, de 78 años, quien vendió su imagen como un pacífico demócrata y resultó ser un lobo hambriento y desesperado, busca de nuevo desestabilizar la tierra centroamericana, cuando apenas faltan cuatro meses para la celebración de elecciones presidenciales.

En un contexto regional de derrotas para los intereses estadounidenses con las recientes victorias populares en Bolivia y Perú, la batalla por la permanencia de un gobierno progresista en Nicaragua adquiere una especial relevancia en la estrategia del imperialismo en América Latina.

Previsible, el imperialismo norteamericano es un fiel seguidor del ministro de propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels, y ajusta sus estrategias a una línea de pensamiento neofascista. Sus continuos planes injerencistas utilizan métodos basados en la mentira, tal como hizo el conocido ministro hitleriano.

El manipulador Goebbels afirmaba que una mentira repetida muchas veces se tornaba una verdad.

Ocultar la verdad y tergiversarla en los grandes medios de comunicación y en las redes sociales son armas visibles usadas por los tecnócratas de la Casa Blanca, no solo contra Nicaragua, sino también para tratar de desestabilizar políticamente a Cuba, Venezuela, Rusia, Irán, Siria y todos aquellos que piensen diferente a los mecanismos del sistema capitalista.

De Nicaragua, y de su presidente Ortega y su vice Rosario Murillo, su esposa, se dicen y comentan decenas de falsedades cada día en los grandes medios, creando falsas matrices de opinión.

Sin embargo, EE.UU. y sus secuaces ocultan y defienden las fechorías contra la nación centroamericana. El interés real de la Casa Blanca es entorpecer el desarrollo nicaragüense y muy en especial dificultar los proyectos económicos que mantiene con China en condiciones de igualdad.

Los planes económicos con el gigante asiático comprenden, además de otros intereses, la construcción del segundo conducto interoceánico del continente. Panamá posee el primer conducto fluvial que une continentes y funcionó durante décadas bajo el mandato de las administraciones estadounidenses.

UN IMPERIO POCO CREATIVO

Es muy poco creativo el imperio ahora en manos de Biden, quien repite esquemas destructivos contra los que considera sus enemigos, cuando solo se trata de países y poblaciones con distintos principios e ideologías que defienden su soberanía e independencia.

Al igual que otras naciones independientes, alejadas del esquema neoliberal que EE.UU. intenta imponer a Latinoamérica, Nicaragua está en el centro de un huracán político provocado por Washington. Una guerra de desgaste no declarada contra una población pacífica, que sufrió 40 años la dictadura de Anastasio Somoza, asesino del líder revolucionario Augusto César Sandino, y encontró la libertad que ahora defiende gracias a la Revolución Sandinista y su brazo político, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FMLN).

El esquema de la mentira ofrecida como verdad es empleada desde dentro y fuera contra el gobierno de unidad nacional de Nicaragua, sin que EE.UU. ni sus cómplices tengan al menos la decencia de observar las verdades y razones de la Revolución Sandinista.

Para desatar la desestabilización del país, las organizaciones no gubernamentales que operan en Nicaragua, financiadas por las administraciones norteamericanas, utilizan todo tipo de trucos y falacias.

En las últimas semanas, cuando se evidencia un reforzamiento de la ofensiva mediática, política y económica estadounidense, también la Unión Europea (UE) metió las narices y se unió abiertamente a los planes desestabilizadores exigiendo transparencia y criticando la detención de violentos opositores, ninguno de ellos aspirante a la presidencia.

La cercanía de los comicios el 7 de noviembre alborotó a los conservadores, quienes reivindican desde 2018 un retorno adelantado a las urnas, a lo que se negó Ortega, quien esclareció que cumple con la fecha establecida por la Constitución Nacional.

De ahí que una nueva intentona golpista ronde las tierras de Sandino, similar a la ejecutada hace tres años por la coalición de grandes empresarios, jerarcas de la Iglesia Católica y partidos de derecha.

El golpe de Estado contra el gobierno sandinista, derrotado por la población, dejó como consecuencia 298 víctimas mortales, 205 millones de dólares en pérdidas del sector público, 231 millones en el turismo, 525 millones en la rama del transporte, 7000 millones de córdobas (moneda nacional) en la reducción del presupuesto nacional y la pérdida de casi 120 000 empleos debido a la destrucción de la infraestructura productiva.

Los golpistas, que pagaron a elementos mercenarios, secuestraron ciudades y poblados y sacaron de sus hogares y mataron a simpatizantes del sandinismo.

La detención de algunos dirigentes del golpismo, siguiendo una ley aprobada por el régimen neoliberal de la exmandataria Violeta Chamorro, que castiga penalmente a quienes alienten la intervención extranjera en el país como ellos solicitaron, provocó una nueva arremetida contra la dirección sandinista.

Aunque los medios de comunicación privados intenten convencer a la opinión pública internacional de que se trata de presos políticos, son criminales, golpistas y corruptos beneficiados por el pago de EE.UU. a sus fechorías mediante sus organizaciones subversivas, como la Agencia de los EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED).

El pasado miércoles, el Departamento del Tesoro norteamericano impuso coercitivas sanciones contra cuatro funcionarios nicaragüenses, tras el arresto de siete golpistas, investigados, además, por posibles delitos comunes.

Parece que EE.UU., ya de manera ridícula por lo repetitivo, se arroga el rol de “castigador” de quienes mantienen una línea política independiente.

El gobierno de Ortega protestó ante Washington por su injerencia e interferencia en sus asuntos internos y calificó estas últimas medidas de unilaterales, ilegales y arbitrarias.

Biden repitió la criticada receta intervencionista de su antecesor Donald Trump, quien sancionó al menos a 24 miembros del Ejecutivo nica, incluyendo a la vicepresidenta Murillo.

EL PUEBLO CON LA REVOLUCIÓN SANDINISTA

El pueblo nicaragüense desea continuar con la línea política del sandinismo, que ha mejorado a altos niveles su calidad de vida. Ello fue demostrado, una vez más, el pasado 19 de julio, cuando se conmemoró el 42 aniversario del triunfo de la revolución popular que en igual fecha, pero de 1979, liquidó al clan de los Somoza e inició una nueva etapa democrática y de justicia social.

Ese día la población festejó la fortaleza del modelo de bienestar social instaurado en 2007, cuando el FSLN volvió a Managua, la capital, tras 16 años de regímenes neoliberales.

LA COVID-19 COMO PRETEXTO

El desprestigiado esquema de publicar fotos falsas fue empleado cuando comenzó la pandemia de la COVID-19 en marzo de 2020. Eran situaciones ocurridas en Ecuador, donde el gobierno del exmandatario Lenin Moreno desatendió la situación sanitaria y las personas morían en las calles sin atención médica.

Aunque las farsas siempre se descubren, la propaganda repetida sobre la supuesta debacle que causó la enfermedad en Nicaragua dio la vuelta al mundo creando matrices de opinión contra Ortega y su gobierno, ya hostigado por una oposición interna sin escrúpulos y que, de no ser detenida, hubiese causado disturbios y matanzas con vistas a suspender las elecciones.

Nicaragua muestra bajas cifras de personas contagiadas o fallecidas a causa del nuevo coronavirus, lo que ponen en duda los medios hegemónicos.

Recientemente el ministerio de Salud aseguró que había 185 muertos y 9671 confirmados desde que la dolencia fue detectada el pasado año. El gremio de los médicos califica de poco creíbles tales números.

Como continuidad de los protocolos de vacunación, desde el pasado día 2 comenzaron a recibir la inoculación 36 480 personas de 45 años o más. Esta acción humanitaria también causó acusaciones de fuentes opositoras que, según dicen, son excluidos y discriminados para recibir el antígeno.

Con la última entrega, a cargo del organismo Covax para países pobres, las dosis recibidas en Nicaragua en 2021 ascienden a 661 480, de las cuales, más

de 300 000 son de la fórmula rusa Sputnik V.

ORTEGA VENCERÍA EN LOS PRÓXIMOS COMICIOS

El binomio del oficialista FMLN —Ortega y Murillo— se enfrentará a otros siete candidatos opositores que, de antemano, denunciaron un supuesto fraude comicial, como hicieron en Bolivia en 2019, y en Perú este año.

Luego del fracaso del 2018, la derecha local está bastante desarticulada y solo se hace sentir gracias al apoyo estadounidense, por lo que llega a las elecciones en medio de luchas internas por hacerse del poder.

Estos grupos, que no han presentado un programa de gobierno coherente, será presumiblemente incapaz, según especialistas, de enfrentarse con éxito a la coalición oficialista Alianza Unida Nicaragua Triunfa, integrada por ocho partidos y cinco movimientos políticos, que impulsa el FSLN.

En los tres meses que faltan para la acción comicial, la derecha nica continuará empleándose a fondo contra el gobierno revolucionario, bajo la vigilante mirada de Washington, su principal financista.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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