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lunes, 18 de noviembre de 2024

Nuevas sanciones de EE.UU. acosan a Venezuela

Grupo de Lima pretende transición pacífica sin Maduro...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 27/02/2019
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Grupo de Lima
La realidad indica que, a pesar del sueño de Guaidó de sentarse en la silla presidencial en Miraflores, resulta inadmisible en círculos políticos relevantes la posibilidad de abrir un frente de guerra en Venezuela bajo el paraguas de  EE.UU.

Luego del ridículo del fin de semana cuando Venezuela rechazó en sus fronteras una supuesta ayuda humanitaria estadounidense, el Grupo de Lima desechó este lunes la intervención armada en la nación suramericana, pero insistió en una llamada transición pacífica que derroque al gobierno del presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana.

Los cancilleres del llamado Grupo de Lima se reunieron en el Palacio de San Carlos, en Bogotá, con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y el autoproclamado presidente ¨interino¨ venezolano Juan Guaidó para una vez más tratar de sofocar el proceso socialista venezolano, que resiste desde hace 20 años la arremetida de los conservadores internacionales.

La cita bogotana arrojó más de lo mismo: amenazas por parte de Pence contra Caracas, entre ellas la congelación de las cuentas de la estatal petrolera PDVSA en los miembros del Grupo, el presidente Iván Duque afianzando su posición de líder de la derecha latinoamericana, cancilleres jugando con fuego al pedir una transición pacífica que elimine a un presidente legítimo, mientras Guaidó aparece como invitado especial.

En su retórica ultraderechista, Pence advirtió que "Se deben congelar los activos de la estatal petrolera venezolana Pdvsa en los países integrantes del Grupo de Lima, en tanto reiteró la ¨imposición de castigos a grupos y redes que colaboran con el Gobierno de Maduro (...)¨.

El segundo al mando del Ejecutivo estadounidense agregó que "todas las opciones están sobre la mesa", en alusión a la posibilidad de una intervención militar en un país que lucha por alcanzar la paz en medio de un convulso panorama guerrerista por parte de la nación norteña, que encuentra en las confrontaciones bélicas una de sus formas de supervivencia.

TRAS EL FRACASO, LAS AMENAZAS

La campaña mediática contra la tierra de Bolívar auguraba –según el diario El Clarín- más presión de esta cita realizada 48 horas después de que fracasara el intento de introducir por la fuerza una supuesta ayuda humanitaria a través de la frontera colombo-venezolana. Allí estuvieron tres presidentes conservadores: Duque, Sebastián Piñera y Mario Abdo, de Colombia, Chile y Paraguay, respectivamente, en lo que fue considerado un sonado ridículo.

Analistas advirtieron que según el resultado del espectáculo montado los pasados viernes y sábados, en la zona fronteriza, sería el tono del discurso de Pence en Bogotá. Sin declinar en el recado imperial de ¨todas las posibilidades están sobre la mesa¨ (frase repetida por los halcones para indicar  la intervención militar directa) dio paso a una eventual solución dialogada, siempre que Maduro salga del Palacio de Miraflores mediante nuevas elecciones con Guaidó como contrincante.

En consonancia con Pence, el presidente Duque consideró que “el cerco diplomático de Venezuela es irreversible (...) ¨y que tomemos acciones sancionadoras contra el dictador (Nicolás Maduro) y demos más poder al gobierno encargado de Venezuela¨.

También fue amenazante el canciller colombiano y anfitrión de la cita, Carlos Holmes Trujillo, quien indicó que "Hemos reafirmado una y otra vez y nuestro compromiso con la transición democrática y el restablecimiento del orden constitucional en Venezuela", sin darle crédito al pueblo que eligió a Maduro como su mandatario el pasado año.

La realidad indica que, a pesar del sueño de Guaidó de sentarse en la silla presidencial en Miraflores, resulta inadmisible en círculos políticos relevantes la posibilidad de abrir un frente de guerra en Venezuela bajo el paraguas de  EE.UU.

El hecho de que países como México, Uruguay, Cuba y Bolivia reiteraran su postura de un diálogo como único referente para la paz, y que la Unión Europea (UE)  rechazara la presencia militar foránea, unido al fracaso propagandístico del fin de semana, atemperó las posiciones en Bogotá.

Horas antes del inicio de la reunión,  la portavoz comunitaria para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Comisión Europea, Maja Kocijancic, declaró ante periodistas que  ¨la posición de la UE en este contexto es muy clara: Hay que evitar la intervención militar¨, lo que representa un revés  a la actitud incontrolable del presidente Trump.

Los gobiernos de México y de Uruguay, propulsores de un entendimiento entre los actores políticos venezolanos, ratificaron que esa sería la única manera de alejar el escenario de la guerra en América Latina.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, consideró este lunes que es preciso ¨alejar la tentación del uso de la fuerza: que se usen las vías diplomáticas¨.

En rueda de prensa, López Obrador indicó: "Tenemos muy claro que tiene que buscarse una salida pacífica negociada en el caso de Venezuela; nos estamos ciñendo a lo que establece la constitución (mexicana): no intervención y autodeterminación de los pueblos".

Mientras, la cancillería uruguaya emitió un comunicado en que ratifica su apoyo a una paz negociada.  "Uruguay continuará realizando todos los esfuerzos a su alcance para favorecer el diálogo y el entendimiento, incluso sobre las condiciones  de ingreso de ayuda humanitaria al territorio venezolano, la cual debe realizarse bajo los principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad y favorecer ciertamente a la población de Venezuela en estado de necesidad¨.

La voz del presidente boliviano Evo Morales también se sumó a quienes rechazan la injerencia contrarrevolucionaria en Venezuela, que lleva adelante un proceso socialista con alta participación popular desde 1998.

Desde Cuba, el canciller Bruno Rodríguez reconoció la oposición categórica de España y de la UE a una eventual acción castrense y llamó a la comunidad internacional a alzar su voz por la paz.

¨Aún hay tiempo de detener a EE.UU.¨, escribió en su cuenta de Twitter, en un contexto marcado por las agresivas declaraciones de Trump y del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien dijo que ¨Los días de Maduro están contados¨.

El Ministro de Relaciones Exteriores recordó la existencia de movimientos de tropas norteamericanas en la región, una maniobra calificada de un intento de cercar a Venezuela y un eventual preludio de acciones bélicas.
¨Si el llamado Grupo de Lima no modifica ahora el proyecto de Declaración impuesto por EE.UU. (…) asumirá una grave responsabilidad histórica como cómplice de una nueva guerra imperialista en Nuestra América', advirtió en su cuenta en Twitter.


AYUDA “HUMANITARIA” COMO PRETEXTO

Aunque los medios hegemónicos exageraron los hechos ocurridos el pasado sábado en la zona fronteriza colombo-venezolana, las verdades se abren paso. En momento alguno el  gobierno bolivariano solicitó apoyo internacional para paliar las necesidades de su población, generadas por la guerra económica que Washington lidera en su contra, incluido el bloqueo de sus finanzas.

El presidente Maduro fue claro cuando dijo que no aceptarían la tan cacareada ayuda humanitaria de la Casa Blanca, ascendente a 20 millones de dólares, cuando le están robando una multimillonaria cifra por pago del petróleo que reciben de su país. 

A pesar de los llamados de Guaidó a la traición de los mandos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), los militares protectores de las fronteras actuaron de manera ejemplar contra quienes desde la parte colombiana tirotearon, arrojaron objetos e intentaron penetrar por la fuerza en su territorio.

Colombia y sus socios montaron incluso un espectáculo artístico en la paupérrima localidad de Cúcuta con muy populares artistas internacionales (que en conjunto cobraron 48 millones de dólares) para luego usar a los asistentes como carne de cañón para que entraran con paquetes a territorio venezolano. El plan les falló absolutamente.

La cita del Grupo de Lima, integrado por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú, Guyana, Santa Lucía, Paraguay y México (en momentos en que presidía ese país Enrique Peña Nieto) tampoco resultó en general como se pensaba.

El pasado 4 de enero, seis días antes de que Maduro asumiera su segundo mandato, el bloque decidió no reconocerlo, salvo México, el único que se abstuvo de firmar la declaración conjunta.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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