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sábado, 16 de noviembre de 2024

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El presidente norteamericano reitera en la ONU sus ideario hegemonista y sectario...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/09/2018
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Donald Trump en la ONU
Este 25 de septiembre Donald Trump intervino en el Debate General de la Asamblea con un discurso altivo y amenazante.

Neto ejercicio de la retórica imperial. Esa es la definición tal vez más exacta que cabe a la lluvia de “conclusiones” amenazantes y altivas con las que Donald Trump, en su calidad de  presidente de la primera potencia capitalista del orbe, acudió este martes a la tribuna de la Sesión 73 de la Asamblea General de la ONU.

No pocos indican que fue como escuchar a George W. Bush pronunciar aquella entelequia de “con nosotros o contra nosotros” luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 que sirvieron de pretexto para iniciar la pretendida “guerra antiterrorista global”, la cual desde entonces ha marcado la historia de nuestra especie por casi dos decenios.

Otros aducen que lo de este 25 de septiembre no se desmarca de la anterior presencia del hoy jefe de la Casa Blanca también ante el máximo organismo internacional, en la cual reiteró su chovinista y chantajista eslogan de “los Estados Unidos primero”, amén de su inexistente tacto al entonces advertir que hundiría a Corea del Norte en un mar de fuego por su programa atómico, en días de candentes tensiones bilaterales.

Así, y a las puertas de comicios parciales en el coloso capitalista, el magnate inmobiliario volvió a hacer gala de sus aires de guapetón universal y cabeza de los “elegidos por la Providencia para reinar tanto en la tierra como en cielo”, para subrayar que nada de lo que no se identifique con los sacrosantos intereses estadounidenses será respetado, admitido o tolerado, y que Washington no alterará “su soberanía y libertad” a cuenta de un mundo multilateralista.

El rosario comenzó entonces: condena acérrima al acuerdo nuclear con Irán suscrito en 2015 por diez naciones en largas y trabajosas negociaciones; exaltación de los peores regímenes instaurados en el planeta como ejemplos de democracia; ramalazos intervencionistas y hostiles hacia Venezuela y Cuba; crítica a sus aliados europeos que “no pagan lo que deben” en el seno de la belicista OTAN o, como Alemania, “se hacen dependientes de los suministro rusos de energéticos”; exacerbación de la grosera Doctrina Monroe como columna de la política externa de la Casa Blanca hacia sus vecinos hemisféricos; e instauración del principio que solo aquellos que cooperen con Washington y defiendan sus intereses particulares merecerán la dádiva de la “generosa y abundante ayuda exterior norteamericana”.

Eso sin dejar atrás sus ataques a las entidades internacionales del Sistema de Naciones Unidas que contradicen los dictados de las delegaciones gringas o la denuncia al “atropello” de China a la economía de EEUU.

En fin, un compendio que no toma en consideración nada ni a nadie, en plena sintonía con aquella definición tan nítida de W. Bush con respecto al resto de orbe como “oscuros rincones” (valga de nuevo el personaje), o la del propio Trump que nos tildó recientemente como “países de porquería”.

Lo interesante sería saber qué piensa de todo esto el norteamericano común, aún en medio de la ceguera informativa, manipulada y disociativa que se le impone a diario.

Porque, ciertamente, es al menos para preocuparse el caer en cuenta de que la política oficial vigente conduce a la nación al aislamiento con respecto al resto del planeta, y que toda solución a los severos dilemas globales se reduce a aquello que conviene en primerísima instancia a lo que piensa, ambiciona y quiere una minoría de poderosos.

Y es que, al final, por fuerte que se diga ser, quien se encierra entre muros y se atrinchera en sus pareceres como “verdad única”, sea cual sea su tendencia política, solo añade más lodo movedizo al pantano por el que transita…hasta el día en que el gaznate se hunda definitivamente en el cieno.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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