En un proceso electoral signado por la violencia del crimen organizado, el próximo domingo México irá a las urnas para elegir su nuevo presidente, en una contienda en la que aparece Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con las preferencias de voto a su favor.
AMLO, que puede traer una bocanada de esperanza a los mexicanos, tendrá, si obtiene la victoria, que enfrentar un grave problema interno debido a la confabulación de los políticos con los grupos mafiosos que azotan la sociedad.
“Los grupos paramilitares actúan con premeditación para decidir con el asesinato quiénes van a las boletas en los próximos comicios”, aseguró la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Janine Otálora.
Durante la firma de un convenio de colaboración académica entre el Tribunal y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), Otálora afirmó que “es doloroso señalar que lamentablemente el signo que está marcando el actual proceso electoral es el de la violencia”.
Datos del FEPADE indican que al menos 22 candidatos y precandidatos fueron asesinados, en tanto otra centena de políticos resultaron agredidos. Otras fuentes, en cambio, consideran que son 47 los aspirantes ultimados desde septiembre, cuando comenzó la campaña electoral.
La violencia para eliminar a postulados y sembrar el terror, pues incluso en algunos territorios amenazan a quienes pretenden ejercer su derecho al voto, no afectará, al parecer, la asistencia a los colegios electorales, a los que están convocados más de 89 millones de mexicanos.
En una sociedad convulsa por la corrupción política, donde las mafias de narcotraficantes dominan los territorios en todos los ámbitos, con una economía neoliberal que empobreció a millones de personas, desapariciones forzosas, feminicidios, es que el llamado candidato de la izquierda aparece como virtual triunfador en comicios de una sola vuelta.
Candidato por la alianza Juntos Haremos Historia, AMLO parece tener la sede gubernamental de Los Pinos en el bolsillo, dada su ventaja de unos 26 puntos contra su más cercano rival —tiene un 50 % del total—, Ricardo Anaya, del partido centroderechista Acción Nacional (PAN), con 28 %, y José Antonio Meade, 20 %, del PRI, indicó una pesquisa divulgada la pasada semana por el periódico El Universal.
Además, una investigación cualitativa del Grupo Impacto mostró que el elector de López Obrador no votaría por otros candidatos. En preguntas aleatorias en las calles, Impacto indagó por quién se pronunciaría si AMLO no tuviese posibilidades de ganar la elección. El 53% de la población dijo que “por nadie”, cerca del 21% se pronunció por Anaya, un 16% por el independiente Jaime Rodríguez, y 10% en Meade.
Diversas firmas indican que la coalición de AMLO aparece primera para la renovación de la Cámara de Diputados Federal, ya que un 44 % de los entrevistados se pronunció a favor de Juntos Haremos Historia.
El próximo domingo se elegirán más de 3000 cargos en los 30 Estados del país, lo que convierte estos comicios en los más abarcadores celebrados hasta ahora.
Otro dato favorecedor a AMLO es que un modelo de encuestas publicado hace una semana precisa que hay un 92% de probabilidades de que gane los comicios, de acuerdo con el periódico El País, basado en modelos que convierten las encuestas en predicciones de probabilidades tras el estudio de miles de sondeos.
Anaya, sin embargo, y siempre según el diario español, tiene solo un 9% de posibilidades de ser electo, y Meade, un 1%.
Esta es la tercera ocasión que López Obrador se presenta a las presidenciales. En 2006 iba también a la cabeza en las preferencias, pero una campaña hegemónica de la derecha lo mostró como “un peligro para México”, y a pesar de sus protestas, las élites políticas impidieron una investigación.
Seis años después, fue derrotado por Enrique Peña Nieto, del PRI, y AMLO se separó del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para formar su propia agrupación, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que en apenas tres años devino una alternativa histórica a las dos agrupaciones que de manera tradicional dominan la política mexicana.
Considerado un político pragmático, en esta ocasión además de aglutinar agrupaciones de diferentes tendencias que ampliaron su base partidista, López Obrador encuentra a su favor un México que desea cambio y lo consideran su única alternativa para acabar con los males que corroen la sociedad.
La rivalidad entre los dos partidos de la oligarquía, el PRI y el PAN, contribuyó también a que redujeran su influencia comicial. El PRI de Peña Nieto gobernó por 70 años seguidos —entre 1929 y 2000— y reconquistó la presidencia en 2012.
Unidos para derrotar a AMLO en el 2006, el escenario político ha cambiado y los acuerdos entre los partidos de derecha no pueden funcionar ahora. El odio entre los dos partidos llegó al extremo cuando Anaya prometió, si ganaba, investigar al líder saliente por sospecha de corrupción y encarcelarlo si fuera declarado culpable.
El bajo índice en las encuestas y el descrédito popular de esas agrupaciones no consiguieron convertir la guerra sucia contra AMLO en victoria, pues según expertos, las personas ya no creen en las mentiras del gran capital nacional e internacional que se ha apropiado de México.
Al futuro presidente, salvo si fuera de la clase hegemónica, le será difícil gobernar con tantos intereses políticos y económicos por medio. Si gana López Obrador hará, según dijo en su campaña, una cuarta revolución en la historia del antiguo país de los aztecas.
Tras 12 años de preparación para ser presidente, AMLO mencionó como momentos renovadores la Independencia, las reformas liberales del siglo XIX y la Revolución Mexicana, a la que añadirá, si gana, un gobierno nacionalista, austero, de combate a la desigualdad y la corrupción.
Impulsará, dijo, una serie de enmiendas constitucionales para modificar la reforma energética, eliminar el fuero de los funcionarios públicos e introducir mecanismos de democracia directa, como el anunciado referendo para revocar el mandato presidencial cada tres años, si así lo estima el pueblo.
El día primero de julio, además de la elección del nuevo mandatario, según el Instituto Nacional Electoral (INE), serán electos 128 senadores, 500 diputados federales y habrá elecciones locales —gobernadores, alcaldes, juntas municipales y otras— en 30 de los 32 estados mexicanos.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.