Ni una llamada animosa de Donald Trump —que no le dará ni un centavo de Estados Unidos— ni el dinero del Fondo Monetario Internacional (FMI) parecen ser la solución a la debacle económica del gobierno de Mauricio Macri, el que está haciendo malabares para mantenerse activo.
La realidad indica que ni el adelanto de las partidas acordadas con el FMI —de un total de 50 000 millones de dólares— ni la continuación de medidas antipopulares, la última el pasado viernes, son suficientes para al menos detener la subida del dólar: uno por alrededor de 40 pesos argentinos, desde hace varias semanas.
El guión neoliberal del gobierno, que suponía la reducción de gastos para evitar “vivir encima de sus posibilidades”, como alegan sus funcionarios, es un fracaso, aunque el presidente no lo admita y con voz entrecortada pida a la población sacrificios para salir del entuerto económico en que metió de nuevo a una nación que recibió en diciembre del 2015 libre de deudas, con inflación controlada y equilibrio en las cuentas públicas.
Macri fracasó en su gestión porque prometió villas y castillas pensando que las inversiones capitalistas llegarían en fila a Argentina, una vez instalado en la Casa Rosada un empresario millonario, neoliberal, aliado de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el brazo armado de la Unión Europea.
No sucedió así. Nada cambió ni siquiera cuando ganó la presidencia su amigo personal Donald Trump, quien le aconsejó solicitara dinero emergente al FMI, y en una llamada telefónica le asegurara su confianza en sus planes económicos que, hasta ahora, solo hunden más al país y con él a su pueblo en prácticas peligrosas con antecedentes funestos.
Pensó el exjefe de gobierno del gran Buenos Aires que bastaría retomar los ajustes fiscales como eje de las políticas económicas para obtener grandes ganancias en los procesos de privatización y con la recuperación de la expansión en esa rama. Con sus supuestos triunfos enterraría los liderazgos populares, como a la expresidenta Cristina Fernández.
En su intento desesperado de recuperar un modelo fracasado, el gabinete macrista inventó mentiras, brindó falsas esperanzas sobre el futuro nacional, acusó falsamente e hizo recuentos negativos de otras administraciones.
Los tecnócratas argentinos y sus asesores norteamericanos que contribuyeron a la actual toma de decisiones gubernamentales, olvidaron al parecer que, a pesar de su alentador discurso en tiempo de elecciones “ese modelo carece de capacidad de generar expansión económica alguna, sino que, por el contrario, viven del endeudamiento de gobiernos, de empresas y de personas, reproduciendo los mecanismos de la recesión económica”, en opinión de Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño.
LA LLAMADITA DE TRUMP
El pasado martes Trump expresó vía telefónica “un fuerte apoyo” a Macri para encarar la crisis argentina, en la que el peso continúa su devaluación para desespero de la población, que recuerda los resultados del endeudamiento con el FMI en 2001, cuando gobernaba Fernando de la Rúa.
La conversación de los dos empresarios ocurrió horas antes de que el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, se reuniera en Washington con la directora-gerente del FMI, Cristina Lagarde, a fin de renegociar el acuerdo y obtener dinero antes de la fecha prevista.
“Esta mañana dialogué con el presidente de Argentina, Mauricio Macri, y reafirmé el fuerte apoyo de Estados Unidos hacia la Argentina durante este momento de prueba para el país”, expresó Trump en un comunicado oficial difundido por la Casa Blanca.
El magnate de Nueva York destacó que Argentina “es un socio estratégico histórico de Estados Unidos y un importante aliado extra OTAN” y destacó que Macri “está realizando un trabajo excelente frente a esta situación económica y financiera muy difícil. Confío en el liderazgo del presidente Macri, y aliento y apoyo fuertemente su compromiso con el Fondo Monetario Internacional para fortalecer la política monetaria y fiscal de la Argentina a fin de enfrentar los actuales desafíos económicos del país”.
Para confirmar sus buenas relaciones, el jefe de la Casa Blanca informó que hará una visita de Estado a la nación suramericana cuando asista a la Cumbre de líderes del G-20 en Buenos Aires, el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, en tanto también se espera otro contacto personal al margen de la próxima Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
Equipos de guerra, aviones y soldados norteamericanos ya están asentados en la nación suramericana para supuestamente para proteger la cumbre del G-20.
Antes de conversar con Trump, Macri seguramente pensó que habría una acción salvadora del gobierno estadounidense mediante un auxilio especial del Tesoro. Pero no ocurrió porque Trump no es bobo, y mucho menos cuando se trata de perder dinero. Con una palmadita bastaba para aligerar el peso de la gran metedura de pata del gobierno argentino. La canilla monetaria de Washington solo se abre, excepcionalmente, para apuntalar a sus vecinos o aliados militares, que no es el caso, aun cuando el bonaerense pataletea contra el gobierno legítimo de Venezuela.
A pesar de la algarabía mediática por el respaldo público de Trump, y cuando economistas pensaban que pararía la devaluación monetaria, nada ocurrió. El pasado día 6 la cotización se encontraba a 38,9 pesos por dólar, esta vez con una variación del tipo de cambio de 3,9 %, mientras se mantenía la tensión de los mercados financieros, al igual que en las últimas semanas.
Macri sigue tratando de engatusar al empresariado local: “Tenemos la determinación de hacer lo que haga falta para retomar el camino del crecimiento. Esta vez es de verdad, va en serio y nos va a salir bien”, expresó durante un encuentro organizado por la Unión Industrial Argentina (UIA), la asociación gremial empresaria, representante de la actividad industrial del país.
A Dujovne, según declaró a la agencia alemana DPA, le fue “bien” en su encuentro con la directora del FMI, quien le aseguró recibirá dinero adelantado a mediados de este mes y con ello garantizará el cumplimiento de los compromisos financieros de 2019 y evitará una cesación de pagos.
Tal eventualidad es internacionalmente advertida por los principales diarios financieros, lo cual genera una interminable sucesión de jornadas de devaluación del peso. Mientras se desploma la cotización de los bonos argentinos, la tasa del riesgo-país prende alarmas en todos los mercados.
El pánico a un quebranto de las finanzas públicas se asienta en el incumplimiento de las metas pactadas con el FMI, ahora adelantadas. Están desbordados los peores escenarios de inflación, devaluación y recesión previstos en el convenio con la organización financiera. Por eso Macri juega su última carta con la prometida reducción del desequilibrio fiscal a cero en el 2019.
El presidente, según recientes acciones de su administración, está buscando una salida a la crisis, pero no la encuentra.
En los últimos días eliminó —de acuerdo con declaraciones previas en defensa de su plan económico— más de diez ministerios con amputación de las últimas partidas significativas de salud y educación, la reducción del déficit fiscal (las importaciones) ante la devaluación del peso argentino, y alegó que esas son las únicas capaces de mitigar la crisis y el “único camino que queda para hacer crecer a la pequeña y mediana empresa”, reportó la multinacional TeleSur.
Las medidas oficialistas —este último viernes el precio de 127 productos básicos subieron un 15%— potencian el desmoronamiento de una economía agobiada por la sub-ejecución del presupuesto. La paralización de obras públicas, el recorte de las asignaciones familiares, la suspensión de vacunas y la carencia de medicación oncológica son las últimas postales del desbarranque.
Pero falta aún mucho por ver en los próximos días. En la mirilla está la reducción de las jubilaciones, entre otros pasos que aplastarán aún más el nivel de vida del argentino de a pie. Las mentiras de Macri, que pide en sus últimas intervenciones un sacrificio mayor al pueblo, no encuentran respaldo en las grandes masas argentinas. Si en el 2001 el presidente De la Rúa salió huyendo en un helicóptero de la Casa Rosada, ahora el escenario popular es diferente. Macri ni levantará vuelo.
A pesar de la burocracia sindical, millares de personas salen a las calles en protesta por el mal gobierno del expropietario del Club de fútbol Boca-Juniors.
Volvieron a Argentina los cacerolazos, las ollas de sopa comunitaria para que los de menos ingresos coman aunque sea una vez al día, las movilizaciones estudiantiles, los seguidores del Frente para la Victoria de Cristina Fernández.
Macri y su gobierno son como un Titanic con un iceberg a la vista. Y ya conocemos la historia del barco diseñado para no hundirse jamás.
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