Un vacío político se cierne sobre Haití, uno de los países más pobres del mundo, después que el presidente Juvenal Moisedecretara un alza en el precio de los combustibles y desatara una insurrección popular contra esa medida, inmediatamente suprimida, con saldo de al menos 20 muertos.
En un movimiento sin precedentes, de manera simultánea y en localidades distantes entre sí, una vez más la población haitiana se sublevó contra la imposición de un decreto oficial que estruja aún más la precaria vida de la población.
La situación política haitiana es compleja e inestable. Los focos de tensión se mantienen y hasta el pasado día 26 no se había decidido un nuevo Primer Ministro —en la práctica el jefe del Ejecutivo—luego de la renuncia de Jack GuyLafontant, sobre quien pesaba una interpelación en la Cámara de Diputados y cuya gestión fue motivo de polémica desde inicios de año.
El detonante de la explosión social en la nación caribeña, que comparte con República Dominicana la isla La Española, fue la subida de los precios de los combustibles para cumplir las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En febrero pasado, Moise suscribió un acuerdo de supuesta “ayuda humanitaria”, condicionado a la eliminación de subsidiosal comercio minorista, la gasolina, el petróleo y el kerosene, este último muy utilizado por familias pobres.
Sin embargo, las motivaciones de la sublevación son más profundas, dada la explotación secular de que es víctima el pueblo haitiano, dependiente de Estados Unidos, los bancos, y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que en general usan ese territorio para acciones delictivas, como lavado de dinero, corrupción política y otros flagelos.
Los últimos acontecimientos demuestran la dependencia crónica dela pequeña nación caribeña delas grandes ONGde Europa y Estados Unidos y de varias entidades crediticias foráneas, como el Banco Internacional de Desarrollo (BID) , que a cambio de un préstamo de 40 millones de dólares en junio pasado exigió la privatización completa de EDH, la empresa estatal de energía.
PROTESTAS CONTRA IMPOSICIONES
Los haitianos rechazaron la exigencia del FMI con protestas y ataques contra edificios construidos por grandes capitales y ONGen las calles, los días 6 y 7 pasados, perohasta hoy los grupos de protesta se mantienen sobre todo fuera de Puerto Príncipe, la capital.
Una nota de prensa firmada por los ministros de Economía y Finanzas y de Comercio e Industria pretendía incrementar—pues la medida fue derogada en 24 horas—entre el 38% y el 51% de las actuales tarifas. Dura medida para una nación con un 70% de la población empobrecida.
En la actualidad el salario mínimo diario —para quienes consiguen trabajos de calidad— ronda los 330 gourdes(moneda nacional o 0,42 dólares al cambio), equivalentes a 5,09 dólares, lo que brinda una idea del impacto que la medida generaría en una economía sumamente precarizada.
Horas antes del anuncio, y ante la posibilidad de las protestas, para tratar de acallar al pueblo, Moise envió sus personeros a barrios populares y distribuyeron 17 millones de gourdes. No obstante, la gente cogió las calles, a pesar de que conocen que hay grupos mafiosos infiltrados entre los manifestantes, según refirió la publicación Alba Movimientos.
Los principales ataques fueron contra 84 grandes tiendas, hoteles, concesionarios de vehículos y otros lucrativos negocios, propiedadde familias acaudaladas, muchas de ellas descendientes de cristianos sirio-libaneses, así como sucursales de las compañías de teléfonos celulares y automóviles de lujo y de la Policía. No se tocó ningún medio de comunicación, incluida la Televisión Nacional de Haití (RTNH).
Un informe parcial de la Red de Derechos Humanos, publicado por el diario Le Nouvelliste llamó la atención sobre los atentados contra grandes hoteles construidos durante el anterior gobierno de Michel Martelli con fondos deONG, como la norteamericana Fondos Clinton-Bush Haití.
El semanario latinoamericano, en un análisis sobre la problemática haitiana, afirmó que“las ONGs llevan a cabo políticas imperialistas estadounidenses en Haití a cambio de ‘financiación de caridad’”, lo que significa que blanquean dinero de los contribuyentes estadounidenses y de donativos, y se lo meten en los bolsillos. Las políticas imperialistas estadounidenses consisten en destruir la economía local e industrial de Haití, expropiar sus recursos naturalesy convertirlo en un mercado fundamental para sus monopolios subvencionados por Wall Street.
La publicación mencionó que “…las Ongs y sus cohortes de Hollywood, medias y académicas, hacen de apagafuegos del incendiario papel del gobierno estadounidense en Haití y en el Sur”.
Los entendidos profesionales analizan que el complejo industrial de caridad blancohizo un juego turbio, denuncióThe Center forEconomic and PolicyResearch (CEPR). “Los haitianosganan menos hoy que bajo la dictadura de Duvalier”.
Puso como ejemplo el gigantesco Parque Industrial Caracol quese promovió como una manera de descentralizar el país y crear potencialmente entre 20000 y 65000 empleos, pero allí solo trabajan1388 personas. Además, los obreros haitianos solo ganan 57 gourdes, o 1,36 dólares, después de pagar el transporte y la comida de su salario mínimo de 200 gourdes (4,75 dólares), afirmó CEPR.
RESULTADO DE SIGLOS DE NEOCOLONIALISMO
Los disturbios y la incapacidad de Moise de formar un nuevo gobierno influyen en la reducción de la entrada de turistas en esta temporada alta del año, por lo que la inversión extranjera pudiera verse afectada por la inestabilidad política.
Para Henry Boisrolin, del Democrático Haitiano, lo que ocurre en Haití es el resultado de siglos de sistema neocolonial, reforzado tras la primera intervención de Estados Unidos en esa nación, de 1915 a 1934, la que impuso una estructura al sistema político que colapsó hace años.
En entrevista publicada en el sitio web Rebelión, Boisrolinprecisó que el pueblo haitiano, el primero en independizarse de la esclavitud en América Latina y El Caribe en 1804, sufre un empobrecimiento extremo. “Hayun 70% de la población activa sin trabajo, el analfabetismo es superior al 60/70%, una ocupación extranjera desde 2004 que introdujo el cólera y produjo más de 20000 muertos, violaron a niñas de 12 años. Son escalofriantes las condiciones de vida de millones de seres humanos no solo en el campo sino en las ciudades. Ese es el caldo que hay que ver”.
Según Boisrolin:“…hay una radio en Haití que todas las noches emite consignas revolucionarias, pidiéndole resistencia en las barricadas, que hay que cerrar el Parlamento, que el Presidente tiene que irse. Hay una situación explosiva”.
Lo que comenzó en Haití como un desacato contra la complacencia del gobierno al FMI es otro momento del conflicto crónico en que sobrevive ese país de 10 981 229 habitantes.
Las organizaciones populares haitianas, nucleadas en el Movimiento 22 de Enero (obreras, campesinas, estudiantiles y de las periferias, unidas a Alba Movimientos y Vía Campesina) exigen también la salida de Moise, que aunque apoyado por Washington, tiene un futuro político incierto.
La convulsa situación interna hizo que miembros de la élite dominante y antiguas figuras políticas salieran del país a la desbandada, entre ellas el expresidenteMichel Martelli, quien pidió un helicóptero a República Dominicana para que lo recogiera y llevara junto a su familia a un lugar seguro.
Devolver la tranquilidad a las tierras haitianas resulta difícil, dadas las contradicciones internas, pues también existe el dominio territorial de los paramilitares y bandas de narcotraficantes pagadas por las élites.
Es muy improbable que Moise resista la andanada popular.El presidente, propietario de tierras, resultó electo por 400 000votos sobre un padrón de 2 400 000personas. Su base social es tan irrisoria que será incapaz de defenderlo. Algunos senadores de su partido solicitan su renuncia y le piden abandone el territorio nacional.
El futuro de Haití es imprevisible. Hay mucha gente armada por las élites que desean protección a sus intereses. Mucho tiene que cambiar en esa pequeña nación para que la gente viva de manera decente. La corrupción allí es, como otros males, un tema estructural que muchos califican de obsceno.
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