La ira anti Teherán de la administración de Donald Trump y las pretendidas “respuestas” Made in USA a las “provocaciones persas”, no han hecho otra cosa que seguir complicándole el entorno político global a la primera potencia capitalista. Y es que la pésima y enfermiza evaluación de la Casa Blanca del escenario mundial vigente, lejos de apuntalar sus pretensiones hegemonistas, conducen inexorablemente al aislamiento norteamericano y debilita hasta el agotamiento el unilateralismo que se proclama y enarbola por los sectores reaccionarios de poder, habida cuenta que sus amenazas ya no producen los efectos paralizantes de decenios atrás.
Así, en sus afanes contra Irán, tildado como uno de los “principales enemigos de los Estados Unidos” por su férrea oposición a los dislates expansionistas y terroristas en Asia Central y Oriente Medio, ha llegado Trump a emprenderla incluso contra la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, cuya prolongada política de restricción productiva para evitar precios más bajos del crudo es cuestionada ahora, cuando Washington pretende afectar los suministros iraníes al mercado mundial mediante sanciones económicas ligadas al abandono por la Administración del acuerdo multilateral sobre el programa persa para el uso pacífico de la energía atómica.
Para Trump, la OPEP se presta a “manipulaciones favorables a Teherán”, y por tanto esa entidad, junto a las naciones que no cesen sus compras de crudo iraní a partir de noviembre próximo, enfrentará los rigores del castigo norteamericano. En respuesta, dirigentes iraníes han instado a sus socios internacionales a no dejarse presionar por Washington y lanzarse a asumir acciones unilaterales en materia energética, luego que la Oficina Oval informase que había concluido un acuerdo con Arabia Saudita (acérrima oponente a Irán a cuenta de las aspiraciones geopolíticas de Riad) para elevar las cuotas de esa nación árabe en la OPEP ante la posible falta del crudo de Irán.
Una solicitud iraní que viene a calzar la ya patente inconformidad de muchas naciones con respeto a las bravatas oficiales norteamericanas en torno a Teherán. En el seno de la Unión Europea, por ejemplo, el abandono por Washington del trabajoso acuerdo atómico con Irán provocó que, por primera vez en muchos años, dirigentes del Viejo Continente se manifestaran públicamente a favor de dejar atrás la ya denigrante dependencia política regional con respecto a los Estados Unidos para comenzar a defender los intereses propios, a la vez que abogaron por mantener el entendimiento y la colaboración con Teherán a pesar de la unilateral decisión de Washington.
Por otro lado, naciones y entidades ajenas a las políticas de control con factura gringa han sido más objetivamente tajantes en sus respuestas a las bravatas de la Casa Blanca. Así, la Organización de Cooperación de Shanghai, con la activa incitación de China y Rusia, decidió otorgar a Irán la membresía plena en esa entidad económica apenas Washington abandonó el citado acuerdo nuclear, lo que permitirá a la nación persa contar con un renovado universo comercial y financiero para dar frente a las anunciadas sanciones estadounidenses.
Y es que, como apuntaba la publicación Le Haine en reciente análisis dedicado a la economía mundial y el ejercicio de los raídos principios neoliberales y agresivos, “las políticas de Trump conllevan a la desintegración de los unipolarismos y primero que nada del globalismo unipolar, y con ello abren el camino para que gane terreno el multipolarismo. Las organizaciones internacionales unipolares del pasado se debilitan y ya no hay nada para reemplazarlas.”
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