Suponer que en dos horas y 10 minutos era posible resolver los delicados, diversos, algunos enconados, asuntos internacionales de la actualidad, era cargarle las mochilas más allá de lo posible a Vladimir Putin y a Donald Trump. Sin embargo, el repaso hecho durante el intercambio fue amplísimo a juzgar por lo trascendido, toda vez que trataron sobre el modo de cerrar buenamente el conflicto en Siria, las negociaciones con Corea del Norte y las deterioradas relaciones bilaterales.
En torno a la supuesta injerencia rusa en las elecciones norteamericanas, aclaró Putin, “(…) He tenido que repetir lo dicho varias veces: el Estado ruso nunca ha interferido y no tiene intención de interferir en los asuntos internos de EE.UU., incluyendo el proceso electoral”. Y como existe un acuerdo de asistencia judicial en materia penal, Putin invitó al fiscal especial Robert Mueller, o a cuantos imputan a Moscú una interferencia en las presidenciales de 2016 a “…enviar una solicitud oficial con el objetivo de llevar a cabo los interrogatorios de aquellas personas que considera culpable de estos crímenes”.
El esfuerzo de los demócratas y algunos estamentos del poder real estadounidense para inutilizar la cita en la capital finesa, se cuenta entre bastidores para la divulgación, solo horas antes del encuentro, de las conclusiones de Mueller sobre el hipotético influjo ruso en aquellos comicios. Notables, asimismo, los insistentes llamados de personalidades del propio Partido Republicano, asegurando que Rusia no es amiga de Estados Unidos.
Tras declaraciones anteriores hechas por Trump sobre sus socios europeos, tildándoles de enemigos por las diferencias comerciales con Washington, hablar de apegos y alianzas resulta ya muy discutible, a menos que todo se reduzca a un asunto semántico… y no parece serlo.
Pero ¿por qué Moscú, una vez cambiadas sus valencias ideológicas —hace ya más de dos décadas— es un enemigo?
Si algo razonable ha dicho Trump en los últimos días fue que esta cita es “solo el comienzo de un largo proceso”. Por su parte, Putin consideró: “Es evidente para todos que las relaciones bilaterales viven un período difícil. No obstante, estas dificultades y la tensa atmósfera actual carecen de razones objetivas” (…) “la Guerra Fría terminó hace mucho tiempo” y “la época de agudo enfrentamiento ideológico quedó muy atrás en el pasado”. Y como “la situación en el mundo ha cambiado cardinalmente”, ambos países tienen ante sí desafíos y riesgos comunes.
La mejor fórmula para encararlos es uniendo esfuerzos, aseveró el estadista ruso, en aludido a las crisis regionales, la seguridad, el terrorismo y problemas tan significativos como la economía global y los peligros climáticos. Siria ofrece la posibilidad de comprobar el beneficio de un esfuerzo mancomunado que fortifique la paz y dé asistencia humanitaria a ese pueblo, puso de ejemplo Putin, aludiendo a las ramificaciones que antes y ahora tiene el fuerte transcurso en ese país árabe, como lo indican los flujos migratorios provocados por una guerra extendida durante 7 años y en medio de la cual se insertó el Califato Islámico. Una amenaza más allá del epicentro geográfico donde se asentara.
Según reportes de Rusia Today, Vladimir Putin hizo entrega a Trump de un pliego con propuestas referidas a la proliferación de armas nucleares. “Siendo las mayores potencias nucleares tenemos una responsabilidad especial para la seguridad internacional. Creo que es importante —y hemos hablado de ello— entablar un diálogo sobre los problemas de estabilidad estratégica y la no proliferación de las armas de destrucción masiva”, explicó Putin en la conferencia de prensa al término del encuentro.
En línea con ese plan, el jefe de la Casa Blanca hizo referencia a su certeza sobre la ayuda de la Federación rusa para contribuir en la desnuclearización de la península coreana. Diferentes analistas tienen en todo lo referido a las armas nucleares lo medular del diálogo ruso-norteamericano. Varios de los tratados para la no proliferación nuclear o para limitarlos están por concluir o hay denuncias, tanto del Pentágono como de su contraparte rusa, de violaciones de lo pactado. Eso requiere atención priorizada y muy seria. No se concibe exigirle a un país que se desarme existiendo incertidumbres o incumplimiento de lo antes suscrito por otros.
El acuerdo “New Start” (o START III) fue para la Reducción de Armas Estratégicas y permitió reducir de modo importante los arsenales estratégicos de los dos países, pero pierde vigencia en el 2021. Extenderlo resulta importante para ambos y concierne al planeta. Si las delegaciones acompañantes de Putin y Trump logran encauzar ese tópico sería muy conveniente para todos.
Otro en similar perfil es el Tratado INF sobre misiles de medio alcance firmado en 1987 entre Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, mediante el cual fue posible aniquilar los misiles balísticos y de crucero nucleares o convencionales (los conocidos como euromisiles, por su emplazamiento en el Viejo Continente). Ese pacto permitía inspecciones en los dos sentidos, pero hay denuncias cruzadas sobre el incumplimiento del convenio. Rusia ha dicho que pudiera retirarse del INF en protesta por el emplazamiento del conocido como escudo antimisiles de EE.UU. con radares y cohetes en Polonia, la República Checa e, incluso, en bases de España. De momento no hay noticias específicas sobre estos ni otros posibles asuntos relacionados con las armas nucleares, aunque los aludidos de Trump y Putin aseveran haberlos tratado.
El asunto sobre la “anexión ilegal” de Crimea no debe haber ocupado mucho espacio en el intercambio. Al referirse a ello, Vladimir Putin fue tan enfático como terminante. Tras admitir que la perspectiva de Trump no coincide con la suya, acotó que ese es asunto concluido. Una forma de zanjar lo que solo le concierne a los habitantes de esa península (quienes otorgaron un “sí” mayoritario en referéndum, para retornar al resto de la Federación) y a Moscú. De todos modos, aclarado ese extremo, Putin dio a conocer posteriormente que acordó con Trump dejar en manos de los expertos el trabajo para encontrar una vertiente adecuada a la crisis en Ucrania.
"Yo no tenía expectativas especiales", dijo el presidente ruso a la cadena Pervy Kanal, en referencia a la cita finesa. "La conversación con Trump fue realmente sustancial" (…) Se llevó a cabo en un ambiente de colaboración, fue benigna", admitió Putin.
Luego el saldo del tope, por ahora, si no es de esperanzas en superlativo, sí está impregnado de cierto realismo. Quedan por conocer las reacciones que encuentra Trump a su regreso a casa, donde más o menos como le ocurrió en Europa, casi seguro encontrará mayor animosidad que antes de su viaje.
senelio ceballos
19/7/18 14:18
Saludos Lic.ELSA!!..Todo lo que tIene inicio..a la larga o a la corta...TENDRA UN FINAL!!!
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