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sábado, 16 de noviembre de 2024

El periplo de la discordia

La recién concluida gira europea de Donald Trump suma más caras largas entre sus aliados...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/07/2018
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Gira por Europa-Donald Trump
No caben dudas del mal sabor que ha quedado entre muchos en Europa luego del paso del presidente norteamericano.

Lo dicen numerosos medios del Viejo Continente, entre ellos República.com, cuya mirada nos pareció útil para iniciar estas disquisiciones.

Afirma la publicación digital que este julio el ocupante de la Oficina Oval hizo patente como nunca antes su política “pródiga de impertinencias y desplantes” con relación a sus socios europeos, a quienes sin dudas percibe como “un conglomerado de Estados imprecisamente gobernado desde Bruselas, poco propenso a ponerse de acuerdo en asuntos cruciales, y desconcertado ante los nuevos problemas que afectan a gran parte de la humanidad”.

En pocas palabas, gente que pese a su larga historia e influencia internacionales, no están a la altura requerida como para tratarles de tú a tú, sino sencillamente como “compañeros circunstanciales de viaje” a los que vale retorcerles las orejas de vez en vez para que no pierdan el rumbo.

Y no dejan de tener razón tales aseveraciones, porque durante su estadía en Europa en días pasados, el presidente norteamericano no hizo más que restallar el látigo entre sus interlocutores, que finalmente acataron la “iniciativa” de gastar más dinero en armas (preferente norteamericanas, que son las mejores, según recomendó el mismísimo Trump), elevar sus aportaciones a la OTAN y escuchar sin derecho a réplica los regaños de la Casa Blanca por “aprovecharse” de los Estados Unidos en materia de seguridad y economía.

En pocas palabras, que no hubo interlocutor sereno, locuaz y decidido en Europa (ni Washington hoy reconoce a alguno) frente a un potentado del sector inmobiliario que está haciendo de la política estadounidense hacia sus aliados un simple memorando de imposiciones, reprimendas y altanerías al por mayor.

¿Conclusión? La reunión en Bruselas de la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, el bloque creado a instancias de los Estados Unidos decenios atrás para frenar la “influencia comunista” proveniente de la Unión Soviética y el Campo Socialista, tuvo más parecido a los regaños de un maestro a su aula de niños malcriados que a un encuentro para concertar, analizar y planear en conjunto, aunque sea para ejercer el mal.

Al final, un jactancioso Trump marchó a Finlandia al encuentro personal con Vladímir Putin luego de narrar públicamente, para escarnio de ciertos poderosos gobiernos y personajes, cómo llamó a capítulo a sus presuntos socios, les cantó “las cuarenta” sin mayores dilaciones… y se salió con las suyas.

Y justo esta segunda parte de su viaje europeo, es decir, la reunión con el presidente de Rusia, marcó la diferencia. Los analistas muestran como indicativo, y pesar de sus críticas a Alemania por comprar gas ruso, el expreso deseo de Trump de no contar con acompañantes en su diálogo con el jefe del Kremlin, y su tácito reconocimiento de que no existen razones para pensar que Moscú interfirió en la campaña electoral norteamericana donde el magnate neoyorquino se hizo con la presidencia.

Los señalamientos de Trump acerca de un diálogo que marca un giro con respecto a los vínculos ruso-norteamericanos, y que Putin en su momento calificó de “sincero y útil”, contrastan con el tono manejado en el seno de la OTAN, aun cuando, vale insistir, solo el tiempo dirá si tanta pretendida euforia propagandística en torno a Rusia tendrá real y palpable reflejo en las relaciones inmediatas y futuras entre la Oficina Oval y el Kremlin.

Por lo pronto, no caben dudas del mal sabor que ha quedado entre muchos en Europa luego del paso del presidente norteamericano, una percepción que podría incidir en que tal vez algunos líderes o fuerzas políticas del Viejo Continente se decidan a reducir amarras y enfrentar ojerizas, para intentar hacer del bloque comunitario un pivote realmente independiente en un planeta que ya es multilateralista a las claras.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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