Las tensiones generadas en días recientes entre los EE. UU. y la República Islámica de Irán tienen su punto de partida en la retirada estadounidense en mayo del histórico acuerdo internacional de 2015 sobre el programa nuclear iraní, que busca impedir que el país se dotara de la bomba atómica, por considerarlo demasiado endeble. Parejo a ello restauró las sanciones económicas levantadas cuando se firmó el trato, un severo revés para muchas empresas europeas, a las que se ordenó abandonar Irán sino serían golpeadas por las medidas punitivas de Estados Unidos.
La reciente escalada de tensión se produce a tres semanas de que EE. UU. vuelva a imponer la primera ronda de sanciones bancarias contra Irán pese a los reparos de Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania, que firmaron el acuerdo en 2015.
¿Cómo entender el pensamiento del presidente Outsider Donald Trump? A la respuesta pensada de los persas vacila y acepta encontrarse con el presidente Hasán Rohaní. Pese a que Trump dijo que el encuentro podría producirse sin requisitos establecidos, su secretario de Estado, Mike Pompeo, hizo algunas consideraciones al respecto. “Si los iraníes demuestran un compromiso de hacer cambios fundamentales en la forma en que tratan a su propio pueblo, modifican su comportamiento malicioso y aceptan que vale la pena celebrar un acuerdo nuclear que realmente impida la proliferación, el presidente dijo que está preparado para sentarse a conversar”, afirmó.
¿Por qué Rohaní negociaría un nuevo acuerdo nuclear con EE. UU. si fueron precisamente los norteamericanos los que abandonaron el acuerdo existente? La reacción de Irán es inobjetable, ante de un encuentro de esa naturaleza, EE. UU. debería volver a aceptar el acuerdo nuclear que abandonó en mayo pasado.
En principio, estaría bien si ambos países entablaran conversaciones. Y es que, de cara al actual ambiente tóxico, un mal cálculo en uno de los muchos conflictos que laten en esa región —Siria, Yemen, Irak y el estrecho de Ormuz— podría llevar a una catástrofe. Lo más aconsejable sería retomar el contacto a través de relaciones diplomáticas, que en los meses pasados fueron cortadas una y otra vez. Pero hacerlo de forma sostenible y bien meditada, y no como una nota a pie de página al margen de una conferencia de prensa.
El respeto a la gran nación iraní, la reducción de las hostilidades y el regreso de Estados Unidos al acuerdo nuclear Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) allanaría el actual camino de obstáculos. Donald Trump abrió las puertas de manera inmediata al recibir la contundente declaración del alto mando del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Persa, y declaró que habría un encuentro “sin condiciones previas” y “en cualquier momento que lo deseen”. Si el encuentro llega a producirse será el primero entre presidentes de Estados Unidos e Irán desde antes de la revolución iraní de 1979.
Lo que subyace en las amenazas y en los vaivenes de Trump hacia Irán es la defensa de los intereses geopolíticos de sus aliados en la región, en primer lugar de Israel. Pero la advertencia de Rohaní ha sonado bien fuerte en el oído de Trump y de los halcones de la Casa Blanca: “No juegue con la cola del león porque podría desatar la madre de todas las guerras”.
Veremos si se da el encuentro bilateral y cómo sigue reaccionado el presidente imprevisible…
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.