Ecuador entró de lleno en el circo de los países que favorecen la escalada de sanciones internacionales impuestas a la soberana República de Venezuela, cuando en un evidente gesto vengativo de su presidente, Lenin Moreno, ordenó el retiro de la embajadora del país vecino para dar inicio al consabido espectáculo mediático conservador.
Motivo: Declaraciones públicas del ministro de Comunicación venezolano, Jorge Rodríguez, quien comentó el pasado miércoles la supuesta falsedad de cifras brindadas por Moreno en la reciente Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) cuando afirmó, en medio de diatribas a un proceso político que antes defendió, que cada día llegaban a su país “seis mil personas huyendo” de lo que llamó “la dictadura del presidente Nicolás Maduro”.
“Es un mentiroso, porque eso fue lo que le ordenaron”, expresó Rodríguez tras asegurar que era una cifra falsa y abultada, en lo que coinciden otras fuentes oficiales, y expresó que son millares los emigrantes venezolanos los que están regresando al país ante la difícil situación económica de los países suramericanos.
La reacción de Quito fue la expulsión de Carol Delgado, la embajadora venezolana “debido a las expresiones ofensivas de Rodríguez” contra el discapacitado mandatario, exvicepresidente del líder revolucionario Rafael Correa, quien lo propuso, acompañó en su campaña y catapultó al Palacio de Carondelet.
Caracas tampoco se quedó atrás, y siguiendo la costumbre de la diplomacia moderna catalogó de “persona no grata” a la encargada de Negocios de Ecuador ante Caracas, Elizabeth Méndez.
Con su actitud, Ecuador se suma abiertamente ahora a las acciones internacionales que intentan manipular la realidad venezolana, dándoles trigo a los medios capitalistas que acusan al Ministro Rodríguez de “provocador e ignorante”.
Ese incidente —que algunos políticos indican pudo haberse evitado— se enmarca en el hasta ahora fracasado plan de Estados Unidos de aniquilar la Revolución Bolivariana desde que el fallecido presidente Hugo Chávez ganó la presidencia por voto popular en 1998, dando un giro de 180 grados no solo a su país sino a la geopolítica latinoamericana.
Washington no descansa desde entonces en la implantación de estrategias contrarrevolucionarias, hasta ahora arruinadas, primero apoyándose en la oposición venezolana, sin líderes ni prestigio, y luego volcando contra Venezuela a naciones que estuvieron en la línea progresista de Chávez y que, por distintas razones, están en manos de presidentes conservadores y neoliberales.
En agosto de 2017, por órdenes de la Casa Blanca, surgió el Grupo de Lima, también llamado Cártel de Lima, con representantes de 12 gobiernos. La finalidad es aislar a Maduro y exigir su renuncia, acusado de la “ruptura interna del orden democrático”, cuando sabido es que esa nación soberana y su pueblo sufren el constante acoso norteamericano, de la Unión Europea y de los malandrines de Suramérica.
Este 2018, y también antes, frustrados los planes de condenas al gobierno democrático de Caracas en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos ha dictado severas sanciones económicas unilaterales a los venezolanos y a los principales dirigentes de la Revolución Bolivariana.
El controvertido presidente Donald Trump afirmó en la ONU hace pocas semanas que “todas las posibilidades contra Venezuela están sobre la mesa”, incluida la agresión militar, en la que su gobierno viene trabajando con algunos aliados, como Colombia — donde posee siete bases militares—, Brasil, Paraguay y Argentina.
Trump recibió una política diseñada por su antecesor Barack Obama, el mandatario que dictó una Orden Ejecutiva contra Venezuela por —en su opinión— constituir una amenaza para la seguridad nacional de su país, que se ha fortalecido en el orden militar con la presencia, por ejemplo, de la IV Flota en aguas suramericanas, ejercicios conjuntos en la llamada Triple Frontera de países vecinos a Venezuela, y continuas intimidaciones injerencistas.
Mientras Maduro y su equipo utilizan diversas fórmulas para aliviar las consecuencias de la guerra económica, financiera, psicológica y mediática de la derecha internacional, Washington busca maneras de debilitar las defensas de Venezuela para luego rematar al país con una intervención militar indeseada por los pueblos latinoamericanos.
La Casa Blanca lo ha intentado casi todo, hasta el magnicidio frustrado contra el mandatario el pasado 4 de agosto —dirigido por el opositor Julio Borges— en que hubieran muerto también los principales dirigentes civiles y militares del Estado venezolano al lanzar un dron con explosivos contra la tarima presidencial en un desfile militar.
Con gesto similar al del pueblo de Cuba, que soporta desde hace más de medio siglo el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos, una mayoría de los venezolanos dan muestra de su férrea resistencia en defensa del llamado socialismo del siglo XXI, que avanza lentamente debido a las presiones internacionales.
Para el periodista chileno Manuel Cabieses: “La disposición a facilitar el diálogo en Venezuela que muestra ahora la Unión Europea quizás no sea sino el gesto de un Poncio Pilatos en vísperas de la agresión (…). Lo que sucede con Venezuela es una réplica casi exacta de lo que fueron los preparativos de la invasión norteamericana a Iraq o las intervenciones en Libia, Afganistán y Siria”.
En su blog puntofinal.com, Cabieses recordó que “…en el panorama político actual de América Latina no faltarían gobiernos sicarios dispuestos a participar en una Fuerza Interamericana de Paz (FIP) contra Venezuela, sobre todo si hay una gratificación de por medio”.
El senador colombiano Iván Cepeda advirtió el aumento de la tensión militar de Caracas y Bogotá, una opción latente durante el régimen de Álvaro Uribe, quien de manera descarada declaró: “No le metimos mano porque no me alcanzó el tiempo”, declaraciones que en su momento recibieron una viril respuesta del presidente Chávez.
Cepeda escribió: “Peligro de guerra con Venezuela crece: presupuesto para armas antiaéreas, acuartelamiento en primer grado de fuerzas militares, arrogantes declaraciones de funcionarios de Estados Unidos de ‘defender a Colombia’ acatadas dócilmente por nuestro gobierno. Deberemos movilizarnos, dijo, contra lunáticos de la guerra”.
El analista brasileño Joaquim Fernandes denunció que “tropas brasileñas muy bien pertrechadas se estacionan en Roraima, el Estado fronterizo con Venezuela, a la espera de una orden de ataque. Las elecciones presidenciales del próximo día 28 y el involucramiento castrense en las mismas, demoran hoy cualquier decisión al respecto”.
Quizás Trump, con su doble prepotencia de presidente defensor de la anticuada Doctrina Monroe y por sus 10 mil millones de dólares de fortuna personal (esto último según The New York Times) considere a Venezuela debilitada y vulnerable, a diferencia de sus otros enemigos, como Corea del Norte, Irán, Siria o Cuba.
Según el periodista y comunicólogo uruguayo, fundador de Telesur, Aram Aharonian, las encuestas confirman que, internamente, “el gobierno tiene aire”, así como verifican la debilidad de la oposición, el agotamiento de su liderazgo y la falta de proyecto político y económico.
Aharonian reprodujo en Rebelión los resultados de una investigación de la firma Hintelaces, la cual reveló que el 62 % de los venezolanos prefiere que el presidente Maduro resuelva los problemas económicos nacionales, mientras un 34 % apuesta por un gobierno de oposición. El 61% atribuye los problemas económicos a agentes externos al gobierno, como la caída del precio del petróleo, especulación y sanciones financieras norteamericanas, en tanto, el 37 % se lo atribuye a las políticas implementadas por el gobierno.
Respecto a la desprestigiada oposición interna, negada a dialogar con el gobierno socialista, la investigación dijo que más del 64 % de los venezolanos mantiene una opinión desfavorable acerca del accionar de dirigentes de la derecha: el 83 % percibe de manera desfavorable a Julio Borges, líder de Primero Justicia (PJ), Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática (AD) acumula 77 % de opiniones en contra, mientras que Henrique Capriles Radonski , excandidato presidencial, es percibido de forma negativa por 76 % de los consultados.
Henri Falcón, también excandidato presidencial y fundador de la plataforma unitaria La Concertación por el Cambio cuenta con 73 % de opiniones negativas, Leopoldo López tiene un 75 % de apreciación negativa y María Corina Machado, fundadora del partido Vente Venezuela, goza del 64 % del repudio colectivo.
No hay futuro para los opositores. La Revolución Bolivariana sigue adelante, a pesar de las amenazas y triquiñuelas del magnate de 72 años que quiere gobernar el mundo.
senelio ceballos
25/10/18 2:29
Saludos Lic.Lidice...Todo lo que ocurra malo por esta parte del mundo.. El CULPABLE es bien conocido..PUTIN y los rusos. hasta la caida de un elevador en el metro de ROMA.......Todo los malo que suceda en aquella parte del mundo..CULPABLES tambien bien conocidos...VENEZUELA..hasta estan todos los medios de prensa culpando de organizar ;a caravana de hondurennos...a MADURO. a cuba etc,etc......Las ovejitas enmascaran a lobos politicos como a los LENIN and CIA...
ele
24/10/18 9:51
De no ser por lo grave de la situación diera lástima el caso de Lenin Moreno. Cualquiera sabe el trabajo que le costó por 10 años ocultar sus verdaderas intenciones y ahora, que está siendo sincero, todo el mundo lo critica. Veremos más adelante hasta donde llega, por ahora además de acabar con la Revolución Cuidadana ha acabado con el prestigio que acumuló Ecuador en la época de Correa. Esto demuestra a los pueblos que se tiene que estar vigilantes ante la aparición de oportunistas como él, lo malo es que por sus limitaciones siempre debe estar sentado, entonces es dificil darle una patada por el .... como se merece.
manolete
24/10/18 8:50
no hay nada nuevo en este caso, desde tiempos immemoriales se hace referencia a Judas Iscariote quien por 30 monedas....
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