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lunes, 18 de noviembre de 2024

Del palo y la astilla

En torno a la comunión agresiva entre Washington y Tel Aviv...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 24/01/2019
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Netanyahu y Bolsonaro
Así, el recién estrenado gobierno ultraconservador de Brasil y el régimen sionista tardaron apenas horas en proclamar su “estrecha y profunda” convergencia de fines y propósitos

La realidad real es que el sobredimensionado y agresivo interés oficial norteamericano en Oriente Medio y Asia Central, junto a sus fines anti-rusos y anti-chinos, suma el ferviente deseo de garantizar larga vida al Estado sionista como gendarme fiel en una zona que, mientras más desgranada, resultaría menos peligrosamente díscola para los planes hegemonistas de reinado global.

Es un asunto histórico. Desde su artificial creación a fines de la década del cuarenta del pasado siglo, Israel  ha sido y es el mayor receptor de “ayuda” militar norteamericana de todos los tiempos, y gracias a ese especial favoritismo se cuenta incluso entre las naciones poseedoras de armas nucleares, con el sello exclusivo de que ni siquiera le han molestado o le han importunado con exigencias relativas a declarar sus arsenales atómicos ante la comunidad mundial.

Una cadena de “privilegios” que se ha visto incrementada en estos tiempos con el reconocimiento de la disputada ciudad de Jerusalén por Donald Trump como la legítima capital sionista, a donde incluso fue trasladada la embajada gringa por orden expresa del impredecible ocupante de la Oficina Oval.

Premio sin dudas a la luenga complicidad de Tel Aviv en cuanta aventura injerencista ha organizado Washington en Oriente Medio, incluidos en nuestro presente el fallido intento de desmembrar a Siria, someter a Irán, hacer polvo a los movimientos árabes de resistencia como el Hizbolá libanés y los combatientes palestinos, y pretender estructurar, como subalternos, a confesas entidades terroristas, llámense Al Qaeda y sus derivaciones regionales, o el mismísimo Estado Islámico.

Y la compartida francachela reaccionaria persiste a pesar de los porrazos. Así, por ejemplo, si bien frente a un panorama desfavorable en Siria impulsado por la coalición militar Damasco-Moscú-Teherán y el Hizbolá libanés, decidió Donald Trump mover sus tropas ilegalmente aposentadas en esa nación hacia bases en Iraq,  todo indica que ahora sería Israel el encargado de liderar las hostilidades directas contra el pueblo sirio, con la realización en los últimos días de bombardeos aéreos, coheteriles y con el uso de drones a las tropas locales que aún enfrentan a agrupaciones extremistas.Ráids que, por cierto, se han caracterizado por serios fracasos frente a la preparación y el armamento  que poseen los combatientes leales al legítimo gobierno de Bashar el Assad.

Pero el papel de “astilla predilecta” Made in USA que toca a Israel también se manifiesta en otros escenarios sensibles a las aspiraciones intervencionistas de los grupos norteamericanos de poder. Así, el recién estrenado gobierno ultraconservador de Brasil y el régimen sionista tardaron apenas horas en proclamar su “estrecha y profunda” convergencia de fines y propósitos en materia interna y externa, al tiempo que Tel Aviv y las autoridades derechistas de Ucrania, diametralmente enfrentadas a Rusia, anunciaban la firma de protocolos de “amistad y coincidencia política”, junto a un acuerdo de libre comercio de amplias avenidas.

En consecuencia, y como suele decirse en la más castiza diplomacia, entre el tío de América del Norte y el sobrino mesoriental, nadando ambos en la piscina de la prepotencia, “las relaciones mutuas atraviesan uno de sus mejores momentos”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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