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lunes, 18 de noviembre de 2024

Cuando el árbol oculta el bosque

Vaticinan un triunfo del PSOE en las elecciones de abril. Pero eso no es todo...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 26/02/2019
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Pedro Sánchez PSOE
La bancada catalana decidió votar junto con sus mayores enemigos y no darle apoyo a los presupuestos del estado que presentó Sánchez al Congreso

En España se están anotando en el registro mayor de la actualidad, algunos hechos desconcertantes. De una parte, continúa el juicio a los nacionalistas catalanes (asunto merecedor de capítulo individual) encarcelados hace más de un año, y de otra, transcurre, dentro de un ambiente bastante ofuscado, el adelanto electoral, a materializarse el 28 de abril. La retórica predominante en los postulados de los candidatos revela el estado de ánimo fuera de causes ponderados, o de aquellos que caracterizaron a las formaciones mayores.

El PSOE no habla tanto ya de reparar los daños provocados por la austeridad neoliberal o no tiene ante todo, como le fue usual, ofertas referidas a las atenciones sociales. Ahora, sin abandonar exponentes movilizadores (la defensa de los derechos femeninos, o los ofrecimientos imposibles de abandonar con respecto a mejoras laborales), el discurso se dirige más al tema donde centran sus campañas las derechas: la prevalencia de España por encima de cualquier otro contenido o singularidad.

Esto significa un retroceso en la apuesta asumida hasta hace un par de semanas, cuando honraban el diálogo con los catalanes y se enfilan hacia fórmulas rígidas de encarar el viejo y resentido asunto. Al parecer, regresan al enfoque que les llevó a darle apoyo a Mariano Rajoy en el 2018, cuando el entonces presidente del gobierno, decreta el artículo 155, con el cual le quita fueros a Barcelona para ejercerlos desde Madrid. Un momento rematado con la judicialización del conflicto, repitiendo, con leves variantes los pasos dados en el 2006, contra el estatuto catalán.

Cierto que la experiencia vivida con los partidos soberanistas no fue muy agradable para Pedro Sánchez. Desde las filas del PSOE afirman que aquellos insistieron en cimentar los tratos incluyendo la opción independencia en el documento base. Igual, varias interpretaciones consideran que se precipita la ruptura debido a los ataques al gobierno desde dentro mismo del PSOE por parte de varios pesos pesados de ese partido, sumados a las filas contrarias, por considerar inadecuado algún acuerdo. Prefieren imponerse.

Por lo uno o lo otro, o la suma de muchos estos y aquellos, la bancada catalana decidió votar junto con sus mayores enemigos y no darle apoyo a los presupuestos del estado que presentó Sánchez al Congreso. Esa descalificación abrió el camino a la convocatoria  de comicios antes de lo previsto.

Dentro de ese irritado ambiente hay variables a verificar dentro de dos meses. Son tan diversas las emergencias posibles como difuso es el panorama general de ese país. Pesará en los resultados no solo el programa de cada partido, o ni siquiera las alianzas que desde ahora se perfilan, sino incluso la Ley D`Hont que rige la proporción entre votos y escaños, método electivo que suele favorecer a los grandes partidos y a veces, da insólitos resultados.

El domingo 24 de febrero, se reiteraban los datos de varias encuestas dando como ganador en los comicios al PSOE. Supuestamente, obtendrían por  encima del 27% de las papeletas en su favor. De ocurrir en esa medida, los socialdemócratas elevarían su actual bancada (85 escaños) hasta entre 110 y 114. Pese al aumento, si ocurre, no será suficiente para encarar un gobierno ellos solos. Ahí comienzan circunstancias similares a cuantas signaron los últimos años y condujeron a intentos fallidos, extraños y retardados, para formar gabinete, en el 2016.

El sondeo de referencia coloca al Partido Popular (PP) en segundo puesto, y con los peores resultados en urnas de toda su historia, con entre 71 y 75 escaños (en la actualidad cuentan con 137). El descenso estaría condicionado, ante todo, por los efectos del proceso de corrupción (Caso Gurtel) pues pese a estar inconcluso en algunos de sus ángulos, ya determinó la culpabilidad del PP en un vergonzante entramado de sobornos y falsía. Ese fue el eje que validó cesar del cargo a Mariano Rajoy en el 2018, estando su administración a media legislatura.

Conspira de similar forma, el lenguaje ríspido de Pablo Casado, actual secretario general de esa formación conservadora, quien no se priva de usar un lenguaje subido de pimienta dentro mismo del ámbito parlamentario, sobre todo lanzando acusaciones contra Pedro Sánchez con los más agrios –a veces sucios- tonos. No pocos consideran ese proceder grosero impropio y menos en medio de un panorama tan crispado. Tanto así que varios dirigentes regionales del mismo PP, le aconsejan moderación. De la misma manera, le indican un despegue de las formas y contenido empleados por la ultraderechista VOX, donde es costumbre emplear ese estilo belicoso y de escasa elegancia verbal. 

Cataluña, decía, sigue ocupando el centro de todas las decisiones y propuestas. El PP mantiene sus restringidas recetas. Pablo Casado aboga por la suspensión indefinida de esa autonomía e incluso hizo referencia a  una eventual ilegalización de los partidos nacionalistas. Santiago Abascal, jefe de Vox, va más lejos: pretende suprimir los gobiernos de todas las regiones españolas y centralizar la administración general. Excesos de ese tipo enfilan a conflictos mayores cuando los actuales no son escasos ni diminutos.

Otros temas sensibles, como el referido al derecho al aborto, están entre los manejados también desde una óptica muy señoreada y retrógrada por parte de estos políticos derechistas quienes, en nombre del “bien de España”, parecen dispuestos a darle preferencia al látigo y no a las rosas, para decirlo de manera poética y con total ironía.

Ciudadanos (Cs) por su lado, -siempre partiendo del sondeo de referencia- perdería votantes también por causa de su acercamiento a VOX, aunque muestra tanta plasticidad que pudiera vincularse a cualquiera que les lleve a las cercanías del poder. Muchos vieron opciones renovadoras en el surgimiento de este partido, también de derechas, pero con apariencia renovante. Si en otro momento lograron captar el favor de los desertores del PP, no parece que en este momento obtengan similar cosecha.

Si reflejan la verdad los exámenes demoscópicos de referencia,  la alineación naranja, (por el color que les identifica) logrará entre 54 y 58 diputados. El descenso se relaciona con la ostentación hecha por su jefe, Albert Rivera, en el mitin anti gobierno efectuado en Madrid donde se retrató junto al ultra Santiago Abascal, aparte de acercamientos puntuales que tienen especial concreción en Andalucía, donde los 3 partidos se asociaron para gobernar esa autonomía. Y parecieran estar conjurándose entre ellos en busca de la instauración de un gobierno similar, de filos extremistas, para España.

En lo que respecta a los partidos de izquierda, el momento los toma divididos. Los desacuerdos o la tentación, provocaron deserciones de figuras notables dentro de Podemos, que se despegó del PSOE apenas Pedro Sánchez convocó a esta cita a urnas. En términos generales, plantean expertos ibéricos, “el hundimiento de Podemos le dará más votos al PSOE, pero le dejará sin aliado a la izquierda". Dilema con  cierta categoría. Se prevé queden en un tercer lugar, pero Ley D`Hont mediante, aunque obtengan un porcentaje superior de votos, les otorgaría  entre 37 y 39 diputados, en tanto los de Vox, con menos, lograrían de 44 a 46.

Fuera de los números y las especulaciones, la situación se presenta azarosa. A semejanza de lo acontecido en otros países, los ultraconservadores provocan una derechización excesiva de todos los asuntos de interés o los ensalzados mediante embustes (los “daños” de la emigración, por ejemplo).

La entronización de una perspectiva nacionalista excedida, atraviesa los enfoques de todas las formaciones políticas y, por descontado, se refleja en la ciudadanía, a la cual le será difícil decidir a quién favorece o no, ahora, dado el recargado clima imperante o después, cuando ocurran alianzas que bien pueden resultar anómalas o comprometidas, sobre todo al proyectarse sus determinaciones sobre la sociedad.

Están en peligro sanas propensiones. Los criterios de federalizar el país, es uno de ellos, o canalizar la respuesta dialogante requerida para despejar de una vez por todas las diferencias y complejidades existentes en un territorio plurinacional, aun cuando a unos cantos les pese aceptarlo y quieran imponer lo contrario.

La dinámica en curso es francamente perturbadora. De viejo se sabe: nunca será dándole la espalda a un problema que este logre resolverse.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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