Nunca como en esta década es tan pronunciado el éxodo de puertorriqueños hacia Estados Unidos, la colonia imperial que, aunque domina esa bella isla del Caribe como un Estado Libre Asociado (ELA), le vira la espalda, expolia, y sacrifica, pues ha demostrado que, en la práctica, le importa un bledo.
Tanto es el castigo oficial que recibe la pequeña ínsula, que se estima por el norteamericano Centro Hunter, que solo quedará un 14 % de habitantes en territorio boricua en el 2020, aun cuando muchos emigrantes retornan ante la difícil situación que encuentran en la Metrópoli, en especial quienes no son profesionales.
Desde 1898, Puerto Rico es un territorio no incorporado oficialmente a Estados Unidos. Reconocido como ELA desde 1952, año cuando se adoptó la Constitución de la isla, sus habitantes recibieron una mediatizada ciudadanía estadounidense en 1917 mediante la Ley Jones-Shafroth.
El año pasado, el mundo vio asombrado una de las expresiones de odio del gobierno de Washington hacia los boricuas, a quienes considera de tercera categoría social. El incidente involucró al presidente de origen alemán y ocurrió luego del paso de los huracanes María e Irma por la ínsula, absolutamente devastada en 2017.
A sabiendas de la terrible situación de los sobrevivientes, el presidente Donald Trump realizó una visita relámpago a quienes todo lo perdieron, y para congraciarse, se supone, lanzó hacia un grupo de personas rollos de papel sanitario, en lo que se considera una burla a los damnificados.
Nunca antes un mandatario de la Unión había materializado tan gráficamente lo que para la potencia más grande del mundo significan los colonizados puertorriqueños. El episodio ratificó el desinterés de la colonia para ayudar a los boricuas, considerados ciudadanos estadounidenses, pero sin los derechos otorgados a los nacidos en territorio de la Unión, como, por ejemplo, votar en las elecciones presidenciales.
Todavía la isla no se ha recuperado de los huracanes. La electricidad quedó restablecida 12 meses después del paso de los meteoros, que generaron pérdidas cercanas a los 100 000 millones de dólares, mientras la mayoría de las familias afectadas continúa en estado de miseria. De inmediato, 100 000 personas emigraron.
Se estima que Puerto Rico cuenta con una población de 3 337 177 personas en absoluta fluctuación. Miles y miles de personas atraviesan el mar rumbo a su Metrópoli, donde esperan encontrar mayores oportunidades de desarrollo y con sus remesas ayudar a sus familiares que dejaron atrás.
En estos momentos los emigrantes viven en distintos Estados norteamericanos, de preferencia las ciudades de Nueva York, Texas y Miami, según muestra el más reciente Perfil de Migrante.
La zona metropolitana de la llamada Gran Manzana posee la mayor cantidad de emigrantes borinqueños. Una encuesta de la Comunidad del Negociado del Censo arrojó que allí residen 1,2 millones de insulares. Es significativo que los condados de Bronx, Kings, Nueva York, Queens y Suffolk perdieron 42 404 boricuas entre el 2010 y 2017, debido a lo precario del empleo y la significativa violencia neoyorquina.
La segunda ciudad que acoge más boricuas es Orlando, Florida. La tercera es Hartford, la capital del Estado de Connecticut. En esta zona metropolitana viven 113 050 puertorriqueños. Uno de cada cinco llegó allí en los últimos ocho años, según las encuestas anuales del Negociado del Censo.
Los isleños, la mayoría sin alto perfil educacional, constituyen una importante fuerza de trabajo para las empresas del continente que, además, no están obligadas a pagarles igual que a sus nacionales.
El Censo demostró que las posibilidades de emigrar aumentan cuando la persona tiene entre 25 y 29 años, es soltera, carece de propiedades y sus ingresos personales son limitados y sin perspectivas de mejoría.
En 2016, según datos oficiales, unas 89 000 personas se marcharon, y se estima una cifra duplicada en 2017, luego de que la isla fuera dejada a su suerte tras el paso de los huracanes y la carencia de la ayuda oficial norteamericana.
Aunque los datos del pasado año no se han oficializado, algunos indicadores ofrecidos por el movimiento en los aeropuertos suponen tendencias migratorias altísimas.
De Puerto Rico salieron 281 000 individuos en 2017, más de los que llegaron, es decir, que el retorno migratorio ocurre cuando los viajantes han ganado algún dinero y vuelven para satisfacer necesidades de sus familiares. Después, parten de nuevo.
En opinión del Perfil del Migrante, publicado este año y elaborado por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, “…la ola migratoria en la última década sobrepasa el Gran Éxodo de 1950-60, lo cual conlleva efectos de gran impacto en el plano social y económico”.
Sin embargo, para la demógrafa Judith Rodríguez “la posibilidad del retorno es temporal”, pues la isla muestra significativos problemas económicos, ahogada en la recesión y con una deuda de 73 000 millones de dólares
Por su condición de ELA, Puerto Rico no tiene derecho a recibir el dinero que podría amortiguar la deuda y salvar su economía, como el resto de los Estados de la Unión, según las leyes norteamericanas.
Algunos analistas se preguntan por qué retornan los boricuas, si la situación económica de la isla no mejora.
Son varias las ciudades que más devuelven a su tierra a los migrantes. La mayoría procede de Florida y Nueva York. La competencia laboral allí se difícil. La situación en Washington, la capital estadounidense, es dramática. Este año retornaron desde allí a la isla unas 368 personas, equivalentes al 77 % de los que se mudaron allí este año. La competencia personal, las diferencias educacionales, entre otros factores, impiden que muchos emigrantes puedan sobrevivir en esa ciudad. Son alrededor de 27 600 puertorriqueños con algún tipo de educación superior, por lo que se considera la ciudad donde reciben mayores ingresos, pero el dinero allí no rinde igual que en Puerto Rico.
El economista norteamericano James Word confirmó que vivir en esa urbe, en términos generales, cuesta 50 % más que en San Juan, la capital boricua.
En las ciudades de Springfield y Boston, en Massachusetts, al igual que en Hartford, Connecticut, los niveles de pobreza son altos para los puertorriqueños. Por ejemplo, el 37 % de los 103 771 emigrados residentes en Springfield poseen ingresos por debajo del nivel de pobreza. En Boston, la pobreza alcanza el 31 % de los boricuas, mientras que en Hartford la proporción es de 26,5 %. Cuando se examina el asunto por edad, la pobreza puede percibirse aún más intensa en los menores de 18 años, según los estándares federales.
Actualmente, en Puerto Rico, el 46 % de las personas viven con ingresos que los colocan por debajo del umbral de pobreza. En 2017, un individuo con ingresos menores a los 12 060 dólares anuales es considerado pobre.
¿EN QUÉ TRABAJAN LOS BORICUAS EN ESTADOS UNIDOS?
El más reciente Perfil del Migrante propone que quienes se marchan de la isla se desempeñaron en el 2017 como personal administrativo de oficinas, seguido por operadores de líneas de producción, vendedores, preparadores de alimentos y personal encargado del movimiento de materiales.
La llamada fuga de médicos, según los datos recopilados en el perfil, se concretó con la partida de 382 galenos. El caso de los profesionales de enfermería, sin embargo, fue más dramático, pues emigraron 1 376 de esos profesionales de gran demanda.
La situación en la isla permite avizorar que la emigración continuará creciendo, ya que el gobierno colonial de Ricardo Roselló carece de medios para resolver la dramática situación económica.
En los últimos días, el Tribunal Supremo de la isla (TSP) ordenó el cierre de 270 planteles educativos, por lo que 550 maestros perdieron sus puestos o fueron reubicados, en tanto 18 000 estudiantes buscan posibilidades en otros colegios.
El dictamen del TSP responde a medidas de austeridad y el control fiscal impuesto por Estados Unidos para beneficiar a la educación privada.
En ese contexto, el Movimiento Nacional Independentista Hostosiano y la Juventud Hostosiana, son grupos sociales que han tomado las calles para evitar el cierre de los colegios, en tanto denuncian el saqueo de los enseres escolares por parte del Departamento de Educación.
La emigración boricua continuará. El gobierno colonial quebrado, las pérdidas dejadas por los desastres naturales y las pocas posibilidades de empleo son tres de las causantes que propician que millares de puertorriqueños abandonen el sol tropical de su isla por la nieve inhumana de Estados Unidos.
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