lunes, 30 de septiembre de 2024

Conflictos inflados

Aduciendo la “maldad” de otros, los Estados Unidos y sus socios occidentales propician un incendio universal...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 09/11/2021
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Unidades navales norteamericanas-mares ajenos
Unidades navales norteamericanas en su habitual y extendida presencia en mares ajenos. (Tomada de HispanTV).

Siempre me ha parecido un recurso válido al abordar ciertos dislates mundiales, dilucidar entre los opuestos que haría un presunto acusador ante las disyuntivas que debe enfrentar el acusado, de manera de hacer valer con la mayor exactitud posible el binomio causa-efecto.

Y por estos días de embrollos al por mayor en la escena global, podríamos valernos, por ejemplo, y en aras de no ceder en actualidad, del empeño de algunos actores internacionales en volver a agitar el tema de Crimea para “fundamentar” actos belicosos contra Rusia.

En consecuencia, y para seguir en nuestra cuerda, cabría preguntarle a la actual Casa Blanca cómo reaccionaría si tiempo atrás sus antecesores hubiesen decidido entregar a Luisiana el control administrativo de los cayos de la Florida en calidad de territorio autónomo, y con el decurso de los años aquel Estado decidiese desgajarse de la Unión bajo métodos nada pacíficos y con un manifiesto e intencionado apoyo externo.

Qué haría si  entonces los habitantes de los islotes floridanos acordaran por aplastante mayoría convertirse nuevamente en el extremo más austral de la primera potencia capitalista, y lo manifestaran oficialmente a Washington previo referendo popular.

Y qué reacción generaría en el Oficina Oval y el Congreso norteamericanos si entonces la potencia extranjera y sus aliados involucrados con el “cambio” en Luisiana decidiesen armarla hasta los dientes, y rodear con buques de guerra y submarinos  las aguas cercanas a los cayos de la Florida en detrimento de la integridad territorial gringa.

Luego, sustitúyanse en nuestras disquisiciones la Luisiana por Ucrania y las isletas floridanas por Crimea, y solo entonces juzguemos si a la luz de lo ocurrido Moscú es verdaderamente un invasor en el Mar Negro, si solivianta en Crimea alguna ley internacional, y si tiene derecho o no a disponerse a dar una respuesta contundente al inusitado y peligroso despliegue militar de los Estados Unidos y la OTAN al borde de las aguas territoriales de esa Península y en las fronteras occidentales del gigante euroasiático.

Quíen realmente amenaza a quíen. Quíen mete las narices a decenas de miles de kilómetros de sus costas. Quíen pretende imponer su voluntad omnipotente. Quíen recurre a tensar vínculos y crear riesgos. Quíen mueve sus tropas, flotas, aviones y misiles a las mismas puertas de otros…como si Washington optase por la pasividad si fuese el destinatario del trago amargo.

La realidad es que a cuenta de una geopolítica global asentada en dictar a todos su presuntamente tronante voluntad, los Estados Unidos y sus segundones no reparan en intentar estrechar los cercos contra Rusia y China, a los cuales los sectores hegemonistas de poder dentro de los Estados Unidos consideran los grandes obstáculos de este tiempo para lograr el imposible de rehacer el machacado y raído control norteamericano a escala planetaria.

Así, están jugando ahora mismo la peligrosa carta de elevar la presencia militar y fundar nuevas alianzas agresivas en las cercanías de las divisorias marítimas chinas.

Mientras, frente a Crimea se pasean los buques  y vuelan los superbombarderos “aliados”, en el oeste ucraniano aparecen modernas armas y asesores remitidos a Kiev por los “amantes” de la democracia y la autodeterminación”, y en Europa Occidental se aprestan los silos para recibir misiles gringos de medio y corto alcance. Gestos, sin dudas, muy “adecuados” en presunta materia defensiva en el caso de una potencia que, por demás, ocupa ilegalmente territorio sirio y roba petróleo a manos llenas de esos espacios retenidos a viva fuerza.

Desde luego, se trata de dislates en “legítima defensa”, porque, según el extendido universo mediático occidental,  los agresores son Rusia y China, que ante tan “inocente y justa” política mundial de un imperio en baja desesperada, han optado por fortalecer, modernizar y ampliar su aviación militar y sus naves de guerra, o desarrollar misiles hipersónicos y complejos antiaéreos de última generación como los S 500 rusos capaces de actuar incluso a alturas cósmicas, todo con la “bastarda finalidad” de “imponerse al resto del orbe”.

Malos, muy malos e indeseables esos dos, que no se avienen a bajar la cabeza y poner rodillas en tierra para unirse al añorado coro universal destinado a clamar “God bless América”  de cara al Norte, en dirección de la nueva “Meca” con asiento en las orillas del Potomac.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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