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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Con el agua al pescuezo

En Siria se hunden viejos sueños hegemonistas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 12/11/2020
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agresividad contra Siria
Los planes expansionistas de EE.UU. han sido frenados casi por completo, y que solo es cues-tión de tiempo que deban recoger sus carpas y equipos para largarse a casa

Lamentablemente la historia de los Estados Unidos nació torcida. Muchos fundadores de la Unión pudieron haber dicho o escrito lo que deseasen, pero sin dudas sus miras fueron ostensiblemente estrechas y prepotentes. Así, el “hombre libre” y con plenos derechos de sus primeros documentos oficiales se personificó en gran medida en el amo blanco poseedor de tierras y esclavos, y la nación sentó sus bases en el neto despojo ajeno, un comportamiento que además siempre se ha intentado justificar con conceptos tan estrafalarios como el “deber de la raza elegida” y el “derecho de los civilizados ante la barbarie”.

Y semejante diabólico esquema siempre careció de límites, de manera que los bordes de cada nueva frontera conquistada reclamaban, a cuenta de la “seguridad nacional”, seguir avanzando sobre territorios de otros.

El mundo, por tanto, no tardó en devenir blanco absoluto del expansionismo Made in USA, y consignas como “quien domine Eurasia dominará el planeta”, tan gustada del funesto ex consejero de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski (promotor en sus buenos tiempos de Al Qaeda y los talibanes), formaron desde muy temprano parte del arsenal de estimulantes mensajes hegemónicos.

Analistas recuerdan que, en esa cuerda, y a propósito del intento de Francia, Gran Bretaña e Israel de apoderarse en 1956 del Canal de Suez, la Casa Blanca reprendió a sus aliados con el fin de sumar a Egipto, la nación agredida, y a su vecina Siria, al titulado Pacto de Bagdad suscrito un año antes, y con el cual los Estados Unidos intentaban frenar la “influencia soviética” en Oriente Medio y Asia Central y desestimular los primeros brotes del no alineamiento.

Sin embargo, ni El Cairo ni Damasco abandonaron entonces su posición de neutralidad ante las grandes potencias de la época, y mantuvieron lazos amigables y de colaboración con Moscú.

En 1957 las tensiones entre Siria y Turquía estuvieron a punto de desatar una guerra entre ambas, y los soviéticos se colocaron del lado sirio. Incluso, se firmó un acuerdo defensivo bilateral con el cual Damasco se hizo menos aceptable aún para Washington y sus aliados occidentales y regionales.

La disolución de la URSS tampoco marcó distanciamientos sensibles entre Siria y el gigante euroasiático, ni mermó el papel de avanzada de ese país árabe al lado de las causas justas en Oriente Medio y Asia Central, según afirma la publicación Afrique Asie, editada en París.

El presidente Bashar al-Asad, entre otras decisiones, no apoyó la invasión norteamericana contra Iraq en 2003, brindó soporte a la resistencia del pueblo iraquí, socorrió militarmente al Líbano frente a la hostilidad sionista y fortaleció sus lazos con Hizbulá, nunca se ha desentendido de la causa palestina, y no cedió a la presiones gringas para negociar con Tel Aviv; posiciones todas que le valieron tener que enfrentar sanciones directas de la Casa Blanca, las primeras a través de la titulada Syria Accountability Act.

La ofensiva hegemonista que desmembró Afganistán, Iraq y Libia, promovió “revoluciones de colores” en otros países mesorientales, y arreció su cerco a Irán, no podía pasar por alto, desde luego, el “peligro sirio”.

Así, desde 2006 se intensificó el tráfico de dólares destinados a la titulada oposición a Damasco, y olvidando todos los pretendidos remilgos derivados de los atentados a la torres gemelas en 2001, los círculos oficiales norteamericanos recompusieron su alianza con la rama siria de Al Qaeda y estimularon el desarrollo y la irrupción del terrorista Estado Islámico en aquella nación.

Casi una década después de una agresión brutal destinada a atomizar a Siria, multiplicar la injerencia y el control norteamericanos en toda la región, proteger al sionismo y a sus socios locales, constreñir a la República Islámica de Irán, borrar la resistencia palestina de los patriotas árabes, apretar el cero estratégico contra Rusia y China, y pretender proclamarse amo de Eurasia, los Estados Unidos aparecen perdidos en suelo sirio.

Aun cuando patrullan ilegalmente tramos de aquella nación y roban todo el petróleo posible de sus yacimientos, lo cierto es que sus grandes planes expansionistas han sido frenados casi por completo, y que solo es cuestión de tiempo que deban recoger sus carpas y equipos para largarse a casa, y no precisamente como “efectivos conquistadores”.

Por demás, el tiro les salió por la culata en materia macropolítica. Su agresividad, y a la vez su ceguera al valorar las nuevas realidades globales, le alejan cada vez más de un presumible “protectorado euroasiático”, donde la voz cantante la llevan ahora, y de forma creciente Rusia, Irán y el Hizbolá libanés como aliados estrechos de Damasco, junto a China como inamovible potencia regional de primer orden.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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