El tiempo vuela en Brasil, el gigante de Suramérica, donde sólo dos de doce aspirantes a la presidencia aparecen como favoritos, el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, que promete transformar el país para bien, y Jair Bolsonaro, el ultraderechista y controvertido político neoliberal en busca de la reelección, a pesar de su pésimo gobierno que concluye.
El pasado martes comenzó la campaña electoral para los comicios generales del próximo 2 de octubre, los que decidirán quién ocupará el Palacio de Planalto, en Brasilia, la capital, desde el 1 de enero de 2023, por cuatro años. Un tiempo que podría significar un cambio político y socioeconómico sustancial para la población de menos recursos del riquísimo país de habla portuguesa portador, sin embargo, de una gran desigualdad social.
Ese día están convocados 156 millones 454 011 brasileños, la mayoría mujeres, para elegir además del presidente y su vice, a gobernadores, diputados, senadores y legisladores regionales.
Los 5 570 municipios realizarán el proceso de manera simultánea, de 08:00 a 17:00, (hora local de Brasilia).
Si en la primera vuelta ninguna de las fórmulas alcanzara el 50 % más uno de los votos requeridos para ganar, se pasaría al balotaje, marcado para 28 días después. De ser así, sería una segunda ronda muy tensa, debido a las amenazas que en la actualidad Bolsonaro, del Partido Liberal, lanza sobre el resultado del escrutinio.
Lula, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), lidera las encuestas de opinión hacia el sufragio, seguido de Bolsonaro, quien es considerado ¨el peor presidente de la historia republicana¨, según indican analistas que toman como referencia su negativa actitud durante la pandemia de la COVID-19, que mató a casi 700 000 brasileños por falta de atención y vacunación y, en los últimos días, el escándalo de corrupción brutal en el ministerio de Educación, que apunta directamente al corazón del mandatario y todo su poder. .
Además, bajo su mandato, vendió parte importante de las acciones del patrimonio económico estatal, como la emblemática petrolera Petrobras, y permitió el desmantelamiento de áreas de la Amazonía entregadas a inversionistas foráneos.
El acompañante del exlíder sindical de Sao Paulo es el exgobernador de ese estado, Geraldo Alckmin, considerado un conservador moderado que armoniza muy bien en la balanza política nacional. Los aspirantes cuentan con el apoyo del movimiento Vamos Juntos Por Brasil, una alianza que reúne a siete partidos políticos, siete centrales sindicales y movimientos sociales.
Para el PT, la coalición posee una fuerza política inédita que, de ganar Lula, hará que Brasil recobre el prestigio perdido durante el régimen de Bolsonaro, excapitán de las Fuerzas Armadas, admirador de la dictadura militar, considerado controvertido, misógino y racista, adjetivos muy bien ganados. .
El aspirante del PT ha dicho en varias oportunidades que volverá para poner a Brasil en la senda de la justicia social, el crecimiento económico, la soberanía nacional y la democracia real.
Lula da Silva, quien situó a su país en las altas esferas de la política a nivel mundial fue víctima de un complot de las fuerzas derechistas que, luego de darle un golpe de Estado a la mandataria Dilma Rousseff en 2016, juraron que ningún izquierdista volvería al Planalto, la sede gubernamental.
Este líder popular, que cuando concluyó su segundo mandato tenía un 87% de popularidad, fue acusado de graves delitos por el juez federal de Curitiba, Sergio Moro, quien lo condenó a mas de 10 años de cárcel. Los abogados del exmandatario, que cumplió casi dos años de injusta prisión, lograron demostrar su inocencia y le fueron devueltos sus derechos políticos. Pero el objetivo de la derecha estaba cumplido: en 2018 Lula no pudo postularse y Bolsonaro tuvo camino libre para complacer a sus protectores, la poderosa oligarquía local, las Fuerzas Armadas y Estados Unidos.
El exdiputado federal durante 28 años consecutivos, siempre apegado a la casta militar (su gabinete está integrado en su mayoría por altos oficiales retirados de los cuerpos armados), escogió para acompañarlo como vice al general Walter Braga Netto, su exministro de Defensa.
DECENA DE ASPIRANTES A LA PRESIDENCIA
Además de Lula, quien ocupó la primera magistratura del país durante ocho años, y el actual mandatario, hay otra decena de aspirantes a la Presidencia inscriptos ante el Tribunal Superior Electoral (TSE), según informó ese organismo el pasado lunes.
Ellos son, Ciro Gomes, del Partido Democrático del Trabajo (PDT), quien se perfila para un tercer lugar, Felipe D'Avila, del partido Novo, José María Eymael, por Democracia Cristiana (DC), Léo Péricles, de Unidad Popular (UP), Pablo Marçal, del Partido Republicano del Orden Social (PROS), Roberto Jefferson, del Partido del Trabajo de Brasil (PTB), Simone Tebet, por la coalición Brasil para Todos, Sofia Manzano, por el Partido Comunista Brasileño (PCB), Soraya Thronicke, del partido Unión Brasil, Vera Lúcia Salgado, del Partido Socialista Unificado de los Trabajadores (PSTU).
Son 12 los aspirantes a la presidencia de Brasil en las elecciones generales del próximo 2 de octubre. Solo Luiz Inacio Lula da Silva y el mandatario Jair Bolsonaro son considerados como ocupantes de primeros lugares en las encuestas. (Tomada de Telesur).
Después de la etapa de precampaña, y desde que el TSE dio la orientación de partida están permitidos los anuncios electivos, incluso en Internet. A los postulados se les autoriza utilizar hasta el 1 de octubre altavoces o amplificadores de sonido.
- Consulte además: Bolsonaro no aceptará perder la presidencia de Brasil (+Audio)
Los mítines, una de las formas más concurridas para reunirse con los electores, podrán realizarse hasta el 28 de septiembre.
Las paredes, los postes y cualquier lugar de las calles del gigante suramericano comienzan a llenarse de material gráfico, mientras grupos de simpatizantes de las distintas agrupaciones políticas anuncian movilizaciones para demostrar su apoyo a determinado candidato.
Movilizaciones populares toman las calles de Brasil ante las amenazas de Bolsonaro de no respetar los resultados electorales. (Tomada de PL).
Lula da Silva informó que su plan es visitar la mayor cantidad de los 27 departamentos de Brasil, para poder conversar con sus habitantes, conocer sus problemas, explicar cómo piensa gobernar, si gana, y palpar, dijo, ¨el corazón de mi gente¨.
Suma importancia tienen las redes de Internet en estos comicios, quizás uno de los más esperados este año en América Latina y El Caribe, mientras el resto del mundo observa expectante. En la anterior contienda, el candidato Bolsonaro, con un comando integrado por sus tres hijos mayores, todos en el mundo de la política, utilizaron las redes sociales como principal bastión propagandístico del evangélico que, muy conocido entre los practicantes de esa religión, ganó 40 000 000 votos de los fieles a los que dirigió su campaña.
El actual dignatario, con su prepotencia, hace amenazas muy graves contra el sistema electoral brasileño. Opuesto a las urnas electrónicas –el método conocido hasta ahora como el más seguro y transparente en unas elecciones- ha planteado en público que desconocerá el resultado del escrutinio, si favorece a Lula, como se espera.
En ese caso, cabría un funesto escenario y es que utilice al Ejército como escudo de un autogolpe de Estado, o como mínimo, un quiebre del sistema político, con el eventual encontronazo de simpatizantes de la izquierda y los conservadores en la calle. Ninguna de esas posibilidades favorece la imagen del país.
Para Lula, el ultraderechista está poseído por el demonio, pues actúa de manera desenfrenada sin medir las consecuencias de sus actos.
Los dos aspirantes quedaron cara a cara esta semana durante la toma de posesión del nuevo presidente del TSE y su vice, los ministros Alexandre de Moraes y Ricardo Lewandowski, respectivamente. Como juez del Supremo Tribunal Federal, De Moraes fue implacable en procesos contra Bolsonaro y sus aliados, entre otras razones por la divulgación de informaciones falsas.
AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
Este año, Latinoamérica fue escenario, y lo sigue siendo hasta que finalicen las brasileñas, de procesos electorales en que resultaron electos en las presidencias figuras del izquierdismo y el progresismo, dando paso a un cambio geopolítico en la configuración regional.
El último cambio significativo ocurrió en Colombia cuando el izquierdista Gustavo Petro, acompañado de la lideresa de los derechos humanos en el departamento del Cauca, Francia Márquez, ganó los comicios. La victoria de este binomio, que ya está tomando decisiones fundamentales para revertir la trágica vida colombiana, resultó la antesala de lo que se espera ocurra en Brasil, si gana Lula, tal como indican las previsiones actuales.
Antes, un joven de 35 años, Gabriel Boric, destronó el neoliberalismo en Chile y ahora lucha por conceder a su país una nueva Constitución Nacional, en el referendo del próximo 4 de septiembre, para dejar atrás de manera definitiva la zaga del dictador Augusto Pinochet.
Otros izquierdistas o progresistas ya habían triunfado un año antes, entre ellos la hondureña Xiomara Castro, y el peruano Pedro Castillo, ahora acosado por los tradicionales grupos conservadores del Congreso Nacional para destituirlo.
Del círculo de gobiernos con nuevas visiones sobre las maneras de hacer políticas públicas de beneficio social están México, con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el boliviano Luis Arce, y el argentino Alberto Fernández.
Aunque Cuba, Nicaragua y Venezuela no son mencionados en estos equipos políticos izquierdistas o progresistas –según el gobierno guerrerista y reaccionario de Estados Unidos- son tres países considerados modelos de inclusión social, solidaridad e integración, cuyos logros en diferentes ámbitos son reconocidos por sus pueblos y entidades internacionales de alto nivel.
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