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sábado, 23 de noviembre de 2024

Rutas y Andares: El Museo Municipal de Centro Habana

Tras la experiencia vivida por especialistas del Museo Municipal de Centro Habana en las Rutas y Andares del 2023, se propuso a la Oficina del Historiador de la Ciudad incluir cuatro recorridos en la histórica Habana Extramural...

Marcos Antonio Tamames Henderson en Cubarte 18/08/2024
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Rutas y Andares 2024
Rutas y Andares 2024: Para descubrir en familia

Tras la experiencia vivida por especialistas del Museo Municipal de Centro Habana en las Rutas y Andares del 2023, se propuso a la Oficina del Historiador de la Ciudad incluir cuatro recorridos en la histórica Habana Extramural, iniciativa aprobada con total regocijo por la Dirección de Gestión Cultural e incorporada en el programa por el Centro de Información Cultural del Espacio para el Desarrollo Cultural Comunitario dentro de los “encuentros barriales”, rememorando, de algún modo, los intrínsecos lazos entre ambas zonas urbanas. Como expresaba Emilio Roig de Leuchsenring en uno de los Cuadernos de Historia Habanera:

Por los años 1667 a 1674 se comenzó la obra de las murallas que debían rodear y defender la población, terminándose, con el camino cubierto y los fosos, en 1797. Como veremos en seguida las murallas no sólo llenarían una finalidad de defensa bélica —que en realidad sólo fue utilizada en su parte marítima cuando la toma de La Habana por los ingleses, en 1762— sino que también servirían de base para la división de la ciudad en dos grandes zonas: Intramuros y Extramuros.

A ello sumó Roig una reflexión que estará vigente, sino por siempre, para no pecar de absoluto, al menos, por mucho tiempo: “Pero no obstante esa demolición, ha seguido conservándose, si no oficial, sí tradicional y popularmente, la división de la Ciudad en Intramuros Extramuros, o sea en La Habana antigua moderna. Los habitantes y forasteros reconocerán, tanto en sus hitos arquitectónicos como en la morfología urbana, las organizaciones políticas administrativas de la ciudad a lo largo de su historia, pero la memoria colectiva marcará su delimitación desde la vivencialidad, cuestión de primer orden para la gestión del patrimonio cultural.

Bautizados con los títulos “Calzada de Reina”, “Corredor Cultural de Galiano”, “Paseo Militar de Tacón” y “Las Cariátides, singularidad del malecón habanero”, fueron presentados los andares de Centro Habana, fijando la cita los sábados a las 10 de la mañana en la Fuente de la Noble Habana o Fuente de la India, en Prado entre Dragones y Reina; el Hotel Dauville, en Galiano entre Malecón y San Lázaro; el Templo Masónico, en la intercepción de Belascoaín y Carlos III;  y el Castillo San Salvador de la Punta, en Prado y Malecón, respectivamente. Aproximémonos a su alcance a partir de la primera de ellas: Calzada de Reina.

Antes, como punto de partida, acotemos que Rutas y Andares es una especie de performance cuya praxis desborda la concepción de sus organizadores, en tanto el encuentro se enriquece de manera significativa con el accionar de cada participante y deviene un espacio dinámico, una especie de sinfonía en la que en ausencia de su director convergen los más diversos sonidos en perfecta armonía. Historia, arquitectura, urbanismo, arte, economía y literatura, son apenas algunos de los temas que alternan con insospechados saltos temporales, sin que dejen de acompañarlos los nombres y características de sus protagonistas y es que, en Rutas y Andares se desdibuja el papel del guía, y hasta podría decirse que es la propia ciudad la que sostiene la batuta.

Para los estudiosos del patrimonio cultural, cada recorrido es una fuente documental para entender qué valores atribuye la población a los bienes culturales, cimiento esencial para su certificación como “bien patrimonial” y no en pocos casos, ofrece interrogantes que dejan al descubierto temas por estudiar o someter a una actualización desde perspectivas contemporáneas.

A modo de presentación del recorrido, asomémonos a la extensión y el comportamiento del nombre del eje en el devenir del tiempo; indicando que en cada uno de ellos podrá encontrarse un fragmento de la historia política, económica y cultural de La Habana. A mediados del siglo XVII es un camino rural que comunica el recinto urbano con el campo al que se reconoce por Camino de San Antonio, por conducir a un ingenio de azúcar del regidor don Blas Pedroso y Ayllón inscrito el nombre del santo. Entre los siglos XVIII y XIX, reducida su extensión entre las actuales calles Amistad y Belascoaín, tienen lugar tres rebautizos: 1) en el ámbito urbanístico, por mejora de su rectitud y construcción de aceras de piedra en 1735, se le califica de Calzada; 2) en lo religioso, por la edificación de una ermita en la esquina de Belascoaín bajo la advocación de San Luis Gonzaga en 1751, pasa a ser nombrada cotidianamente Calzada de San Luis Gonzaga; y, 3) en lo político, tras una capital intervención urbana en 1844, Calzada de la Reina, en conmemoración a la proclamación de María Isabel Luisa de Borbón, reina de España, en noviembre de 1843. En el s. XX, por acuerdo del Ayuntamiento de La Habana del 9 de octubre de 1918 se le asigna el de Avenida de Simón Bolívar, en homenaje al Libertador “por su papel en la emancipación hispanoamericana frente al imperio español”.

Entre los múltiples exponentes presentes en esta ruta se comparte aquí el valor simbólico atribuido a la Fuente de la India y el parque de la Fraternidad, al palacio Aldama, el parque El Curita, la Cámara China de Comercio en Cuba, el periódico El País y la casa de Antonio Bachiller y Morales, selección que no responde a jerarquía alguna pues conscientes hemos de estar que solo desde los vínculos establecido por cada persona o grupo con l “bien cultural” se otorga el valor patrimonial.

Con explícita belleza y buen estado de conservación, la decimonónica Fuente de La India o de La Noble Habana da cierre al Paseo del Prado por su extremo sur para murmurar en su neoclásico leguaje los aportes de don Claudio Martinez de Pinillos, Conde de Villanueva, al engrandecimiento urbano de La Habana. Se trata de una obra ejecutada por el escultor Giuseppe Gaggini en 1837 e iconográficamente en ella se recrea la imagen de la mítica india Habana, hecho que la reviste de particular significación tanto en términos de modernidad como en cubanía, integración entre pasado y su presente que hace comprensible su expresión en uno de los diseños de escudos propuestos para el municipio Centro Habana.

Similares tributos ofrece la Plaza o Parque de la Fraternidad Americana, un conjunto de cuatro manzanas a las que separa de este a oeste la Calzada de la Reina. La más amplia de ellas tiene por centro el “Árbol de la Fraternidad Americana”, símbolo utilizado en las principales ciudades de Cuba para conmemorar la instauración de la República en 1902. De hecho, el 28 de febrero de 1928 se traslada a este lugar la sembrada por tal motivo en el Cerro. En su totalidad ofrece un conjunto de bustos conmemorativos que representan a los líderes de independencia latinoamericana.

En Amistad y Reina, el Palacio Aldama, morada del insigne patricio Miguel Aldama Alonso que data de 1840, escenario de reflexión de los jóvenes ilustrados durante la segunda mitad del siglo XIX bajo la egida de Domingo del Monte que, con el decursar del tiempo ha sido sede de varias instituciones; en 1883, por ejemplo, radica en ella la Real Audiencia de La Habana, y en 1927, se registra una agencia bancaria. En la actualidad, es una obra sometida a una restauración capital.

Entre las calles Águila y Galiano, el parque El Curita, inaugurado el 4 de febrero de 1963 en conmemoración al Aniversario de la II Declaración de La Habana con nombre “América Libre” en cumplimiento al acuerdo tomado en asamblea de los constructores en 1960.  En 1964 Emilio Roig lo describe en los siguientes términos:

Más allá de la calle de Dragones a la Avenida Simón Bolívar, el Parque América Libre comienza a lucir arbustos y flores en el amplísimo cuadrilátero donde se alzaba la vieja Plaza del Vapor, el mercado que con mucha razón hizo arrasar el Gobierno Revolucionario; allí se pensó elevar una enorme casa de apartamentos; pero, también acertadamente, hay que dar ahora la preferencia a escuelas, hospitales y fábricas.

En sentido general distingue a la Calzada la diversidad estilística de sus inmuebles. Del período colonial, la casa en que viviera sus últimos días el ilustre Antonio Bachiller y Morales, en Reina no. 359 entre Lealtad y Escobar, única que con irreverencia incumple con el reglamentado portal que acompaña a toda la calzada, excepcional pieza que, rehabilitada por la Oficina del Historiador de la Ciudad, se erigió en Biblioteca Especializada para los más pequeños, sin excluir la prestación de espacios a programas culturales y académicos en Centro Habana.

 

En representación del eclecticismo encuentra el caminante, con miras al art noveauEl Cetro de Oro, en Reina no. 301 esquina a Campanario, y la Casa Crusella, el no. 352, equina a Lealtad, ambas portadoras de cariátides como soportes de sus balcones, a la que se ha de sumar Reina no. 161 entre Rayo y San Nicolás, si bien no por la originalidad estilística, sí por la función, según señalan la grafía de su fachada y el texto que corona su pretil, fue sede de la Cámara China de Comercio en Cuba, testimonio en este eje de la presencia del Barrio Chino en Centro Habana, en las inmediaciones de Rayo, Zanja, Dragones y San Nicolás. También en dicho estilo, adquiriendo la distinción de hito urbano, la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, con centro de atención en el histórico neogótico, inaugurada por la Compañía de Jesús en 1923.

 

 

 

Cuantitativamente es también notable, tanto en integridad física como en modernidad, el art decó. Así lo demuestran los Almacenes de Ultra, en Reina no. 105 entre Ángeles y Rayo, así como el cine “Cuba” y el edificio “Colonial”, entre Campanario y Lealtad. Un caso particular sin dudas podría ser la sede del periódico El País (1921-1941), Reina no. 158 entre Rayo y San Nicolás, una joya de la arquitectura moderna que a pesar de su deteriorada imagen, muestra elevado nivel artístico.

 

 

La presencia del Museo Municipal de Centro Habana en el proyecto Rutas y Andares que organiza la Oficina del Historiador de la Ciudad avala la riqueza y diversidad del patrimonio cultural habanero, al tiempo que contribuye a la socialización del quehacer de sus especialistas en su protección. Transitar por la Calzada de la Reina, Avenida Simón Bolívar, o simplemente “Reina”, nos pone en contacto con una historia que mucho tiene que contar de nuestros antepasados y, al mismo tiempo de nuestro personal transitar por la vida. Por el apoyo prestado por la OHC, y los que con gusto de inscriben en estas rutas, gracias. 


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Marcos Antonio Tamames Henderson


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