Más que una voz del filin

Marta Valdés, más que cantar narraba emociones, fue una arquitecta de sentimientos que supo plasmar en sus canciones la esencia de la vida.

Cada bolero, cada filin, fue una ventana a su alma. Temas como “En la imaginación” y “Palabras”, son relatos de amor, desamor, nostalgia y esperanza, demostrando una vez más, la capacidad que poseyó para fusionar la técnica musical con una interpretación visceral que la convirtió en una figura única en la música cubana.

A lo largo de su carrera, colaboró con gigantes de la música como Elena Burke y Bola de Nieve, dejando una marca indeleble en cada proyecto. Su influencia trascendió fronteras, y, junto con ella, Cuba llegaba a todas partes. Fue mentora de muchos y seguirá siendo inspiración para las nuevas generaciones de músicos que encontraron faro en su estilo en su voz tan auténtica.

Fue formada en Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana, donde obtuvo herramientas que le fueron de utilidad para expresar con palabras lo que su corazón dictaba.

Marta Valdés partió este jueves 3 de octubre, pero nos dejó un tesoro; su música. En cada acorde encontraremos siempre, un pedazo de su alma, una invitación a sentir. Será un recordatorio de que la verdadera belleza de la música reside en su capacidad para tocar lo más profundo de nuestro ser.

No me parece total casualidad que hayas partido de tu cuerpo terrenal hasta el infinito, a tan pocas horas de celebrado el Día Internacional de la Música, pareciera como si una fuerza mayor a todos nosotros te hubiera querido aquí como un paradigma indiscutible de esa manifestación, como un recordatorio de la fuerza del arte para conectar, emocionar y transformar.