Una relación impuesta

Por: José Rivera*

En la naturaleza, la asociación mutuamente ventajosa entre diferentes organismos biológicos es frecuente. En el mar es un hecho muy corriente y pueden ser de diferentes maneras: las más frecuentes: simbiosis, comensalismo, cooperación, entre otras, en las que ambas partes están de acuerdo y ambas se benefician.

Por ejemplo, las estaciones de limpieza, la asociación entre las anémonas y pequeños crustáceos, las morenas con los cangrejos, gobios y camarones, arrecifes y peces herbívoros, a escala comunitaria…pero hay asociaciones impuestas. Impuestas por la capacidad de imponerlas, ya sea por la fuerza o por la habilidad. En la naturaleza, un caso típico es la relación entre las rémoras y sus hospederos.

Esta relación la imponen las rémoras con su habilidad de colgarse al hospedero, sin que haya modo que el hospedero pueda desprenderse de ellas. En ocasiones, llegan casi hasta el suicidio: se lanzan contra los arrecifes, contra el fondo, tratan de pasárselas a otros hospederos que pueden ser sus depredadores, arriesgando sus vidas y nada.

Una técnica frecuentemente usada por algunos hospederos es echarse por mucho rato en el fondo para que las rémoras, que no les gusta estar en el mismo sitio, se aburran y se vayan con el primero que les pase por el lado. Esto he visto hacerlo a los meros, con cierto éxito. Pero hay rémoras que no sólo molestan, sino que no hay manera de hacerlas ir. 

* Asesor de Naturaleza Secreta de Cuba