Extasiada quedé cuando pude observar por pocos segundos, en una oportunidad cósmica que solo se repetirá en el 2117, el tránsito del planeta Venus por el disco solar, esplendoroso espectáculo de la naturaleza que tuvo lugar el pasado 5 de junio y que para avistarlo aficionados y especialistas de la astronomía debimos reunirnos en el capitalino Castillo de la Punta.
Luego llegaba la noticia del lanzamiento al planeta Marte del robot explorador Curiosity para extraer muestras de arena del suelo marciano, reavivando el interés de muchos por los temas astronómicos. Esto también lo hizo el exitoso lanzamiento desde China, del segundo satélite venezolano Francisco de Miranda, destinado a recabar información geográfica de Venezuela, que igualmente apuesta por el desarrollo tecnológico y espacial.
Estos acontecimientos, tanto de índole cotidiano como científico, son muestra de cómo el hombre siempre se ha interesado en conocer sobre todo lo concerniente al Espacio exterior, esa “región del universo que se encuentra más allá de la atmósfera terrestre”, según define el Diccionario de la Real Academia.
Y para festejar las contribuciones de la ciencia y la tecnología especiales al mejoramiento de la condición humana, cada año celebra a nivel internacional, del 4 al 10 de octubre, la Semana Mundial del Espacio, declarada así en 1999 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
De esta manera se rememora el lanzamiento al espacio cósmico del primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik, el 4 de octubre de 1957. Años más tarde, el 12 de abril de 1961, la Unión Soviética protagonizaría otro hecho que fortalecería este despegue de la carrera espacial: el primer viaje al Cosmos con un hombre a bordo, proeza que le correspondió al soviético Yuri Gagarin.
La Semana Mundial del Espacio también recuerda la entrada en vigor, el 10 de octubre de 1967, del tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la explotación y utilización del espacio cósmico, la Luna y otros cuerpos celestes.
Principios que no deben ser violados ni contener vacíos legales para evitar que se produzca un conflicto en torno al Espacio sideral que tenga como causa el dominio de este por unas pocas naciones. No olvidemos que el Espacio se convirtió una vez, en tiempos de la guerra fría, en otro frente de las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
O impedir también con fuerza legal lo que algunas empresas anuncian hoy en Internet: la venta de trozos de tierra lunares a los incautos para que usen los minerales existentes en la parcela comprada. ¿A quién, si no es por dinero, se le ocurre vender algo que el Tratado del Espacio Ultraterrestre de la ONU, de 1967, prohíbe comprar o registrar como propio? Increíble y hasta descabellado resulta hoy dicho negocio referido a esta inmobiliaria cósmica.
ESP(A)ECIALIDADES DE CUBA
Nuestro país tiene en su historia “espacial” un hecho que llena de orgullo a los cubanos de distintas generaciones, un acontecimiento que por su significación permanece todavía en la memoria colectiva de la nación: el exitoso viaje al Cosmos del comandante soviético Yuri Romanenko y el cosmonauta e investigador de la República de Cuba Arnaldo Tamayo Méndez, primer cosmonauta de América Latina y el Caribe.
En septiembre de 1980, en la nave soviética Soyuz-38, ambos científicos protagonizaron este extraordinario hecho científico, impensable para un pequeño país tercermundista como Cuba. El vuelo soviético-cubano posibilitó realizar investigaciones físico-técnicas, médico-biológicas y geofísicas, y efectuar además experimentos y trabajos de teledetección de la Tierra, hallando respuestas a muchas interrogantes sobre la vida y el funcionamiento del organismo humano en el Espacio exterior.
Amén de este logro que ostenta Cuba, de gran reconocimiento a nivel internacional, la falta de recursos para comprar las tecnologías necesarias para su desarrollo, con altos precios en el mercado mundial, dificulta enormemente el avance y fortalecimiento de esta rama del saber. Pese a ello, el esfuerzo de las entidades asociadas a su estudio sí ha tenido resultados en la aplicación de la tecnología espacial en diversas esferas.
Muestra de ello son las investigaciones vinculadas con la estimación de las emisiones de gases producidos por incendios forestales detectados mediante satélites en la Ciénaga de Zapata, los retos y perspectivas de las tecnologías espaciales de observación de la Tierra en Cuba, así como otras relacionadas a la física espacial, la teledetección y la educación a distancia.
Por otra parte, las conferencias sobre Astronomía que con frecuencia se ofrecen en el Museo Nacional de Historia Natural, y la construcción en la capital de un moderno Planetario que permite a los visitantes aprender sobre la astronomía, astrofísica, cosmología, cosmonáutica y la exploración espacial, a través de visitas dirigidas, proyección de audiovisuales y realización de talleres, son acciones que también demuestran la voluntad estatal de que nos acerquemos más, a través del conocimiento, a este espacio que físicamente nos queda tan lejano.
Por todas estas razones Cuba tampoco deja de festejar la Semana Mundial del Espacio.
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