Con el aumento de la conectividad a Internet en el país, se escucha a menudo decir por la calle: "lo vi en Facebook", "me enteré por Facebook". Y es que los contenidos se propagan rápido en las redes sociales, se comparten noticias con facilidad. De un grupo de amigos pasa a otro y se van expandiendo, o se descargan y se intercambian por teléfonos móviles o por memorias flash, como se distribuyen mayormente otros productos comunicativos.
Es como el chisme del barrio, pero en su variante 2.0. Esta situación aparentemente no parece perjudicial. Entre más personas se enteren de algo, mejor, algunos pensarán. Sin embargo, da lugar a que noticias intencionalmente falsas se divulguen y desinformen a la población.
Un usuario tiende a leer velozmente el título y los dos primeros párrafos de un texto difundido en una red social. Un comportamiento que se debe en parte a la gran cantidad de contenido al que tenemos acceso en la red y a lo rápido que pasamos de ver una cosa a otra. Esto podría ocurrir más en Cuba, donde la conexión a Internet en un "parque wi-fi" no nos da tiempo a sentarnos con calma a leer un texto completo.
Para tener una idea, el investigador del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, Antonis Kalogeropoulos, y el periodista y estratega digital de la BBC, Nic Newman, en un estudio realizado este año con una muestra de los usuarios de Internet del Reino Unido (solo los que se conectaban en computadoras de escritorio), encontraron que menos de la mitad de estos podría recordar el nombre del medio de comunicación o sitio que publicaba una historia particular, cuando se obtenía mediante buscadores o redes sociales.
Las plataformas donde se encuentran las noticias obtienen más crédito que los que producen el contenido, señala el estudio. Según la pesquisa, se tiende a recordar que vimos algo en Facebook o Twitter, pero no en la cuenta en Facebook de determinado medio de comunicación. Hágase usted la pregunta: cuando lee algo en las redes sociales, ¿recuerda quién lo publicó?
En un mundo donde la tendencia es que las noticias no se consuman directamente de la fuente sino que se llegue a ellas por terceros (buscadores, redes sociales), los usuarios, al no verificar la fuente de las informaciones, son más proclives a consumir y compartir fake news.
Este tipo de información tiene como característica que apela fundamentalmente a las emociones y creencias de los usuarios y no al raciocinio y los hechos objetivos. Tienden a ser sensacionalistas, exageradas y marcadamente parciales. Según los investigadores del National Bureau of Economic Research de Estados Unidos, Hunt Allcott y Matthew Gentzkow, los artículos falsos se originan en sitios web satíricos, que sacados de contexto parecen reales, sitios dedicados a ganar dinero a base de clicks a su contenido y medios con intereses partidarios.
En tiempos de elecciones electorales, donde la lucha de los candidatos por un puesto entre en vigencia, se suele apelar a ellas para despretigiar a vanagloriar a uno u otro, incluso como parte de una estrategia de campaña. Ejemplos representativos fueron los de Brexit y las elecciones de Estados Unidos en 2016.
¿CÓMO ENFRENTAR LA PROPAGACIÓN DE NOTICIAS FALSAS?
Evitar en la mayor medida posible la desinformación que conlleva la propagación de noticias falsas, se ha convertido en uno de los principales retos que tienen actualmente las redes sociales.
Según reporta la revista Forbes, Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook, afirmó que su compañía desarrolla una estrategia para aminorar el impacto de las noticias falsas en todo el mundo, especialmente en los países donde se celebrarán elecciones presidenciales. Señaló que trabaja fundamentalmente para impedir la influencia de las fake news mediante la prohibición de la monetización de páginas que comparten noticias falsas para ganar dinero, eliminación de cuentas falsas (cuenta con 15 mil moderadores humanos) y legitimación de medios mediante iniciativas de fact checking en su plataforma. No obstante, los resultados todavía no son apreciables y las críticas a la empresa persisten.
Por su parte, Twitter ha quedado rezagada en este aspecto. Un estudio auspiciado por la fundación estadounidense sin fines de lucro Knight Foundation, realizado por los investigadores Matthew Hindman y Vlad Barash, determinó que el 80 % de las cuentas que regularmente divulgaron noticias falsas en 2016 siguen activas y publican más de un millón de tuits al día.
Pero evitar que las noticias falsas se propaguen no es solo tarea de los ejecutivos de las redes sociales, una buena parte corresponde a los propios usuarios, pues son los que comparten el contenido y lo hacen viral en Internet. Debe primar el buen juicio a la hora de compartir contenidos, realizar una lectura crítica y evitar ser receptores pasivos de la información.
He aquí algunos consejos que los expertos británicos Andrew Bell, del Instituto de Métodos de la Universidad de Sheffield y Philip Seargeant, de la Open University compartieron con la BBC para identificar noticias falsas:
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