sábado, 28 de septiembre de 2024

Laboratorio de Cuba primero de América Latina capaz de detectar biotoxinas

El trabajo de los Laboratorios de Medio Ambiente del OIEA en Cuba como parte de un proyecto de cooperación técnica más amplio en el Caribe...

en Cuba nos une 31/03/2019
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Científicos en Cuba
Las ciguatoxinas son una de las muchas biotoxinas naturales asociadas con la proliferación de algas nocivas (HAB) (Foto: Y. Dechraoui-Bottein/OIEA)

Por: Iramis Alonso Porro

El primer laboratorio en América Latina y el Caribe capaz de detectar ciguatoxinas en organismos marinos recientemente entró en pleno funcionamiento en Cuba, como resultado de una estrecha cooperación entre el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la contraparte local.

Las ciguatoxinas son responsables de la principal intoxicación no bacteriana, debido al consumo de organismos marinos, popularmente denominada ciguatera, responsable de decenas de miles de casos de envenenamiento por mariscos cada año. El nuevo laboratorio también proporcionará servicios analíticos a otros países de la región.

Para abordar el problema de las ciguatoxinas, el OIEA ha estado desarrollando capacidades para el monitoreo de la ciguatera en la región mediante el uso de técnicas nucleares e isotópicas.

“Las toxinas de la ciguatera han sido un problema importante en América Latina y el Caribe durante años, y ahora nos hemos convertido en el primer laboratorio en la región capaz de monitorear las toxinas de la ciguatera en organismos marinos de cosnumo, mediante el uso de técnicas nucleares”, dijo el Dr Carlos Alonso-Hernández, subdirector científico del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC).

“Con nuestra capacitación en técnicas nucleares, podemos contribuir a fortalecer programas de seguridad de los alimentos provenientes del mar que son cruciales para la salud y el bienestar de nuestra región, sin mencionar la economía”.

Las ciguatoxinas son una de las muchas biotoxinas naturales asociadas con la proliferación de algas nocivas (HAB). Las algas microscópicas, que se encuentran en la base de la cadena alimentaria marina proporcionan una fuente vital de nutrientes para los organismos marinos y producen más de la mitad del oxígeno de la tierra.

Sin embargo, factores como la surgencia de algas costeras o el escurrimiento agrícola pueden aumentar los niveles de nutrientes en el agua y pueden causar la proliferación de algas, que en algunos casos producen biotoxinas como la ciguatoxina.

Cada año, los HAB, también conocidos como mareas rojas, son responsables de decenas de miles de incidentes de envenenamiento en todo el mundo debido al consumo de mariscos contaminados. Los síntomas pueden incluir vómitos, diarrea, mareos o, en casos extremos, incluso la muerte, así como problemas respiratorios en personas que respiran aerosoles tóxicos.

Las técnicas nucleares pueden identificar rápidamente las biotoxinas en los productos del mar y en el medio ambiente y señalar estos brotes con mayor precisión que otros métodos. Con este fin, los investigadores del OIEA han capacitado a científicos en cerca de 40 países, incluida Cuba, en el uso de una herramienta nuclear clave, el ensayo de unión al receptor de radioligando (RBA).

Según Alonso-Hernández, la ruta trazada por los científicos cubanos marcará un impacto incluso más allá de su país, desde la asistencia en adquisiciones hasta la capacitación en técnicas de muestreo para controlar la presencia de especies de algas tóxicas y la preparación de muestras. El laboratorio en Cuba ahora está en pleno funcionamiento para detectar ciguatoxinas en muestras recibidas de otros laboratorios en América Latina.

El camino hacia el éxito refleja las aplicaciones de RBA para otras biotoxinas en El Salvador, Marruecos, Omán, Filipinas y Túnez. La técnica se basa en la interacción específica entre las toxinas y el receptor al que se unen, en la que una toxina radiomarcada compite por un número limitado de sitios de unión al receptor con la toxina en la muestra que se analiza, lo que permite la cuantificación de la toxicidad de la muestra.

El OIEA también ha desarrollado otros métodos analíticos para medir las biotoxinas y estudiar cómo son absorbidos por los organismos marinos y transferidos a la cadena alimentaria.

“Los brotes de HAB que producen ciguatoxinas solían estar limitados a las regiones tropicales y subtropicales, pero están surgiendo nuevas regiones endémicas, mientras que la expansión del comercio internacional de productos del mar también está extendiendo los riesgos de contaminación de los mariscos”, dijo Marie-Yasmine Dechraoui Bottein, investigadora científica en los laboratorios ambientales del OIEA en Mónaco.

De hecho, el problema de los HAB es de creciente importancia mundial, especialmente porque su aumento se ha relacionado con el cambio climático. El OIEA está trabajando en una estrategia interinstitucional para abordar las ciguatoxinas mediante un enfoque multidisciplinario, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (COI-UNESCO).

El trabajo de los Laboratorios de Medio Ambiente del OIEA en Cuba es parte de un proyecto de cooperación técnica más amplio en el Caribe para fortalecer el monitoreo y la respuesta regional para ambientes marinos y costeros sostenibles.

Por Tanmay Misra, IAEA Department of Nuclear Sciences and Applications//Nota original aquí.


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