Hoy vivimos en mundo donde el volumen de datos materiales culturales producidos y gestionados es el más alto de la humanidad. Poco imaginaban los sabios del renacimiento cuando impulsaron el estudio del conocimiento humano que se llegaría a tales dimensiones.
Primero fue la imprenta la que ayudó a hacer accesible la información y el saber a gran cantidad de personas, de forma rápida para la época. Muchos años más tarde surgiría la computación y con ella el internet, para dar paso a grandes avances tecnológicos. Con la transformación digital, la producción de conocimiento en humanidades se renueva en formas que solo son posibles en entornos digitales conectados en redes, explicó en el “Simposio Enlaces, 2023” de la Facultad de Comunicación de La Habana, la profesora asistente María José Afanador-Llach, de la Universidad de los Andes, Colombia. Con ella, comentó, ocurre una migración de los materiales culturales (como música, fotos, pinturas…) hacia los medios digitales, “ya los medios impresos han dejado de ser el ámbito dominante en el cual se construye y se disemina la información y el conocimiento, el libro ha dejado de ser el único medio por el cual producimos conocimiento en las humanidades”.
Es por ello que ya se observa el estudio y trabajo de las humanidades, como la historia, el arte, la literatura y demás disciplinas, desde una perspectiva de humanidades digitales. Estas serían, para Afanador-Llach un conjunto de prácticas y metodologías de acceso, investigación, creación y divulgación de objetos culturales, conocimiento y memoria utilizando la computación y los medios digitales.
Se encargan, por ejemplo, que, desde un enfoque interdisciplinar, analizar los retos y soluciones para conservar y hacer accesible el conocimiento humano. Desde un punto de vista positivo, la profesora colombiana resaltó que esa transmutación de lo analógico a lo digital ha traído la posibilidad de acceder a fuentes primarias digitalizadas, a los datos que las representan y al uso de metodologías computacionales para analizarlos, manipularlos; aunque siempre la interpretación sigue y seguirá siendo de los investigadores.
Sin embargo, señaló que, a pesar de estos avances, existe el problema de la brecha digital, que tanto afecta a los pueblos del Sur global. Por ejemplo, la digitalización ha sido un proceso desigual en el mundo, la mayoría del conocimiento en internet se encuentra en inglés y hay dificultades para el acceso al hardware y el software, los escáneres para digitalizar son muy costosos, explicó.
Uno de sus desafíos es el estudio de cómo actualmente se construye la memoria, ya que no se hace solo desde instituciones como museos y bibliotecas, ya es un proceso colectivo que puede verse incluso desde las redes sociales.
¿Cuál es el rol de organizaciones comerciales que están involucradas en registrar, producir, almacenar, archivar y crear y hacer accesibles memorias de importancia local, nacional y global? ¿Cómo involucrar a las comunidades en procesos de construcción de conocimiento y su gestión? ¿Cómo superar la brecha digital en el campo de las humanidades? Estos son algunos de los retos de las humanidades digitales.
UNA MIRADA DESDE CUBA
Ya en Cuba se observan estos desafíos desde lo académico y lo social. Existe el grupo de investigación académica Humanidades Digitales y Ciencias de la Información en Cuba (HDCICuba), que es el primero de su tipo en el país. “Fue fundado en 2016 y trabaja con temas que buscan la confluencia entre lo digital y lo analógico, entre lo digital y las ciencias sociales y humanísticas”, explica una de las profesoras de la Facultad de Comunicación a cargo del proyecto, Amanda Terrero.
Este tiene el objetivo principal de transversalizar las Humanidades Digitales en el currículo de Ciencias de la Información en Cuba y se compone por estudiantes de la carrera y profesores de dintintas especialidades. Articula rutinas de investigación a través de laboratorios colaborativos para el tratamiento de la información, la alfabetización mediática e informacional, la gestión de datos abiertos y enlazados la creación y gestión de recursos de información para la ciudadanía y el desarrollo de la comunidad.
También realiza proyectos cooperados con varias instituciones. Por ejemplo, desde nuestro país, esta iniciativa potencia la participación activa de la comunidad en la construcción científica, en la ciencia ciudadana. Ejemplo de ello es el proyecto Mapa Verde, del Centro Félix Varela, cuenta Terrero. El cual trabaja con las comunidades para generar mapas, hechos a mano por los propios lugareños y que resaltan las necesidades de la localidad. A partir de ellos el Centro Félix Varela articula con los gobiernos locales para que esas necesidades se vean satisfechas.
Humanidades digitales colabora entonces con llevar esos mapas al mundo digital para conservarlos para el futuro e incluso articularlos a una plataforma para levantar datos geográficos de forma manual.
En Cuba, como en el resto del mundo, no se pueden ver las humanidades apartadas de lo tecnológico. La transformación digital y su impacto en cómo producimos, gestionamos y compartimos el conocimiento, requiere de otras miradas y formas de hacer. El acceso a infraestructura y capacitación se dificulta en nuestro contexto, sin embargo, a veces el problema es darle la importancia que merece.
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