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domingo, 24 de noviembre de 2024

Enseñar a vivir

Inés ha dedicado su vida a educar a los jóvenes. Su prestigio como maestra le ha ganado el respeto de colegas, vecinos y alumnos...

Mairely Ramón Delgado
en Exclusivo 25/05/2014
2 comentarios
La maestra Inés
Inés, maestra retirada que aún ejerce la docencia. Madre de Carlos Tabares. (Mairely Ramón Delgado / Cubahora)

Inés ha dedicado toda su vida al magisterio. Trabajó durante 8 años en escuela primaria y luego, 28 años en el nivel secundario. Madre de tres hijos: Alfredito y Baby, ambos licenciados en Economía, y el tercero, el más pequeño, licenciado en Cultura física y destacadísimo pelotero, Carlos Tabares.

“Me gradué en el 57 en la Escuela del Hogar que estaba por el Obelisco de Marianao, trabajé primero como maestra de Trabajos Manuales, Economía Doméstica era lo que se daba en aquel entonces, y a raíz del triunfo de la Revolución, al irse tantos maestros, el Estado necesitó que pasáramos de maestros especializados a maestros de primaria. Fue al terminar mi licenciatura que continué como profesora de secundaria”.

Con voz dulce y ritmo pausado, Inés me habla de su gusto y habilidad para las artesanías. Se iluminan sus ojos cuando llega Tabares con ropa de entrenamiento y la besa en la frente. “No hagas ruido que me están haciendo una entrevista”,  dice cariñosa y el hijo, obediente, nos deja a solas otra vez. Ahora se entristece un poco al recordar a su esposo, fallecido luego de su jubilación:

“Estudiar en la Universidad del adulto mayor me sirvió de mucho en ese momento, yo estaba muy deprimida. Esa universidad no es de contenido académico, ahí aprendes a llevar la vejez. La mayoría piensa que la vejez es el sillón, estar adentro, escondidos en un rincón, y no, ahí nos enseñan cómo vivir, cómo irles de frente a las cosas que se nos presentan, cómo se comportan los nietos y los hijos. Aprendemos tai-chi, energía y a llevar una dieta sana”.

“El tema de mi tesis final fue El adulto mayor en la familia y, como ellos también sabían que yo había sido maestra muchos años, luego me escogieron para impartir clases. Ahí estuve unos tres años y hasta formé parte del Consejo de dirección. Nuestro grupo de graduados sigue siendo muy unido, hacemos muchísimas actividades. En esta universidad no hay límite de edad ni de conocimientos, cualquiera puede matricular”.

“Lo único que siento es que Alfredo, mi esposo, no haya podido disfrutar de lo que es Tabares hoy por hoy. Sí, orgullosa estoy de mis tres hijos. Son muy responsables. Y no es que yo haya sido tan exigente con ellos, pero sí los he aconsejado mucho. El consejo de una madre siempre hace mucha falta, es la sabiduría de la vida. Al final no se trata tanto de la vida en sí, sino de cómo la llevas.”

La paz que, a sus 77 años, emana de las palabras y gestos de esta mujer, nace de esa ocupación constante en hacer siempre del tiempo algo útil: “Al terminar la Universidad del adulto mayor me incorporé al curso de muñequería, que realmente es una terapia, uno se concentra en la cara, el vestido, las combinaciones, las telas. Y económicamente me ayuda, aunque en realidad, con eso más bien complazco mis gustos.”

¿Y todavía se encuentra a alumnos suyos en la calle, de casualidad? “Claro que sí, tengo muchísimas anécdotas. Y fíjate que yo fui una maestra, según ellos, severa, o mejor digamos que justa, yo marcaba los límites de lo que me gustaba y lo que no. Imagínate, fui a 25 escuelas al campo, y los alumnos me decían que me preferían allí a cuando estábamos en la ciudad, porque en el campo ellos eran más como mis hijos, mientras que en la ciudad yo era muy exigente.”

“Antes los maestros eran más entregados –me dice cuando le pregunto si hay diferencias entre sus experiencias y la enseñanza de hoy-, tenían más responsabilidad y eran más exigentes. Por ejemplo, ya no se dan los antiguos remediales, hoy los alumnos pasan con dificultades de lectura y no se expresan bien.”

“Yo les aconsejaría a los maestros de hoy que cuiden la forma de vestir, que al expresarse frente a los estudiantes lo hagan de manera comprensible para que el alumno realmente aprenda. Hay muchos que gritan y hasta dicen frases que no deberían. Es necesario estudiar mucho para que, cuando se enfrenten al aula, sepan bien lo que van a explicar. Ahora ellos tienen hasta mejores condiciones que las que tuvimos nosotros para trabajar. El maestro debe motivar, los alumnos tienen que sentir deseos de estar en el aula.”

Inés, si yo le digo “juventud cubana”, ¿qué palabra le viene a la mente? “Esa palabra es responsabilidad. Es cierto que hoy tenemos jóvenes brillantes, pero podríamos tener muchos más. Claro que no se puede pedir totalidad, ni en la época anterior ni en esta, pero no sé si es debido a la independencia que tienen hoy o de que todo lo quieren muy fácil. Creo que si asumen la vida con más responsabilidad, tendrán un futuro mejor”.


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Mairely Ramón Delgado

Dazra Novak (La Habana, 1978). Escritora. Licenciada en Historia. Tiene varias publicaciones y premios literarios. Habana por dentro es su ventana personal al mundo.

Se han publicado 2 comentarios


Alfredo
 29/5/14 13:57

Considero muy interesante las reflexiones que realiza Ines maria sobre enseñar a vivir a partir de experiencia vivida por la entrevistada.

celia maria fernandez
 25/5/14 13:45

Es edificante encontrar personas con tanto amor por la educcion eso hace libres a los pueblos mis felicitacones con el mayor de los respetos

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