Una mujer en cuerpo de hombre

Esta es la historia del primer transexual de la historia, el pintor Einar Wegener, quien padecía una enfermedad muy rara —síndrome de Klinefelter— que lo hacía tener los genitales de los dos sexos, ninguno demasiado desarrollado.

En The Danish Girl (La chica danesa) el pintor está un día posando con ropa de mujer para un retrato que estaba coloreando su esposa, cuando descubre que no quiere —nunca más— usar ropa de varón. Manifestándose como mujer se sintió más cerca de su “yo interno”.

Cuando yo estaba en la sala de cine visionando The Danish Girl varios espectadores se levantaron, aireados, de sus butacas. Mientras abandonaban la sala decían que no tenían deseos de ver una película de cambio de género… y demás parlamentos similares... Si eso es así en esta época, da un poco la medida de lo transgresor que debe haber sido en los años 20 del siglo pasado un cambio de género.

Pero el pintor Einar Wegener lo hizo y esta película habla sobre ello. Esta cinta se centra, más que nada, en las sensaciones y los matices interpretativos del matrimonio Wegener. No hay nada parecido a una drag queen en Einar. Ni siquiera hay, al menos en este filme, interés sexual.

Recuerdo haber leído al filósofo Michel Foucault diciendo que hubo un tiempo en que el sexo no interesaba demasiado: la mayor preocupación de los griegos era la comida y la dieta. Y que poco a poco la sociedad fue variando sus deseos y necesidades hasta llegar al estado actual.

Lo que sí es cierto es que The Danish Girl (2015), que cuenta la historia del primer transexual del que se tiene referencia en el mundo, no trata de sexo. Hay cambio de sexo y cambio de identidad. Einar Wegener incluso se cambia el nombre y logra que le den un pasaporte a nombre de Lili Elbe. Pero esta es una historia de amor. De aceptación, de entrega.

“¿Qué hice para merecer tanto amor?”, le dice el actor Eddie Redmayne (que encarna al personaje principal) a su esposa Alicia Vikander, minutos antes de morir. En The Danish Girl, el alimento que se necesita es la inclusión, el sentirse reconocido por el Otro. Y amado.

El director de la cinta es el británico Tom Hooper, responsable de El discurso del rey (2010) y de la versión del año 2012 de Los miserables. Se propone en este filme centrar la atención del espectador, a partes iguales, tanto en Einar, con su necesidad de un cambio de género, como en su esposa, a la que Alicia Vikander aporta una carnalidad y una entrega total.

Alicia Vikander, merecedora por esta cinta de varios lauros como mejor actriz de reparto, entre los que están un Oscar, está impecablemente contenida en esta cinta. La suya es una interpretación extraordinaria; rota, siempre rota, pero proyectada desde una franqueza tal que logra colocarse en la mismísimo diana de la película, lo cual de alguna manera es un reconocimiento a Gerda Wegener, también una artista impresionante y digna de admiración.

Quizás un contra de la cinta pudiera ser la perseverancia feroz del director en asumir cada escena como un conjunto de fotogramas perfectos. El hecho de que la cinta puntualiza y se ocupa demasiado de la forma en que muestra el conflicto de los personajes. En parte —pudiera ser— para que la estética, la forma, suavice el contenido. En parte —también, intuyo— para hacer más asequible y amena una historia que va, en definitiva, de inconformidad, desencuentros y sufrimiento.

Este hincapié permanente en hacer de la cinta una postal, una pose constante, torna lo que pudo haber sido una película audaz en una cortina de humo que a ratos, solo a ratos, deja entrever el conflicto que significó para la época ser el primer hombre en hacerse un cambio de género.