La película Nelly (Anne Émond, 2018) narra la dualidad como prostituta y mujer de letras que tenía la escritora canadiense de seudónimo Nelly Arcan, que se suicidó en el año 2009.
El argumento de la cinta incluye continuas referencias a las novelas que establecieron a Arcan como estrella literaria en Quebec y Francia: Putain (2001), Folle (2004) y L´enfant dan le miroir (2007). (Esta última es una novela sobre la belleza y la carga que esta implica).
Pero la película peca de sensacionalista. Se centra demasiado en la doble condición profesional de Nelly Arcan, cuyo nombre real era Isabelle Fortier. No escatima sumergirse en sus supuestos cargos de conciencia relativos al oficio de la prostitución, oficio que Nelly Arcan ejercía paralelo al de la escritura. Con ganas de ganar espectadores, la película se vuelve poco más que una sucesión de escenas de sexo.
Paradójico el asunto. ¿Por qué?
Porque Nelly Arcan no escribía sobre el sensacionalismo o el morbo sino que hacía crónicas sobre cómo en la sociedad actual la visión que se tiene sobre la mujer pasa siempre por el cuerpo de esta.
La cinta tampoco recoge la belleza de su estilo literario. En la obra de Nelly Arcan una mujer –sobre todo una mujer- penetra para quedarse para siempre instalada en la mente del lector. Son libros llenos de frases al estilo de Proust, pero con la contundencia y la determinación de una feminista que huye de su propia belleza.
La prostitución de la que en verdad habla Nelly Arcan en su literatura es una que el filme decide arbitrariamente obviar: vivimos en el medio de un mercadeo en la sexualidad y las relaciones humanas. Los esquemas que componen nuestra sociedad nos hacen sentir, a ratos, prostitutas o clientes, en dependencia de qué rol dominante que estemos –o no- desempeñando.
El de Nelly Arcan es un grito que comenzó hace mucho Sylvia Plath, Virginia Wolf y Alejandra Pizarnik. ¿Casualmente? muchas de las mujeres que han dedicado a su vida a este tema terminan cometiendo suicidio.
¿Acaso las mujeres vivimos encerradas en una cárcel de espejo y cada reflejo devora al ser desnudo que se encuentra en el centro? ¿Acaso la prostitución de la que habla Nelly Arcan pasa también por los amigos, los vecinos, los novios, la familia? Hay todo un mercadeo allá fuera que nos vuelve putas. O clientes.
Hay demasiado holocausto interior como para que el asunto pase inadvertido si realmente se piensa. Pero pensarlo demasiado conlleva al suicidio. Así de serio. Porque el holocausto interior es apenas el inicio de esa puerta abierta que esconde las inseguridades que escondemos y que somos incapaces de contemplar.
Somos producto de una sociedad de apariencias. Pensar otra cosa sería enajenarse. Somos producto del mismo mundo cosmetizado que asesinó a Marilyn Monroe. Por cierto. Como la Marilyn, luego del éxito de Putain, hubo constantes apariciones de Nelly Arcan –mujer rubia, de ojos azul claro- con discurso chocante y anti-convencional.
A mí no me han preguntado. Pero si lo hicieran diría que al igual que Marilyn asesinó a Norma Jean, Nelly Arcan y Cynthia (el alter ego que Isabelle Fortier usaba para prostituirse) acabaron asesinándola a ella.
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