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viernes, 22 de noviembre de 2024

La vida sigue y no hay mal que dure cien años

Los paraguas de Cherburgo, una historia de amor con un final propio de la vida real más que de la ficción...

Diany Castaños González
en Exclusivo 24/05/2016
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Lo admito, a veces me gusta lo cursi. No lo cursi al estilo de bodas pastelosas o ir vestida como una caja de bombones con lacitos. Más bien al estilo de Los paraguas de Cherburgo, el tipo de obras que son cursis, pero solo de una manera encantadora, placentera de seguir, de contemplar, de escuchar.

Los paraguas de Cherburgo no es un musical que impone canciones. Tiene maestría. La música en esta cinta  está presente en todo el metraje como un elemento sustancial, y cada frase pronunciada posee una musicalidad espontánea, que no distorsiona la naturalidad de los diálogos. Todos cantan de principio a fin, pero lo hacen de manera agradable para el oído y para el temple de los espectadores, incluso de aquellos no muy aficionados a este género.

La película cuenta una historia de amor entre Geneviève (Catherine Deneuve), que es una joven que vive con su madre y le ayuda en la tienda de paraguas que tienen en Cherburgo, y Guy (Nino Castelnuovo), un joven mecánico con el que piensa casarse a pesar de la oposición de su madre, que considera a Geneviève demasiado joven y a Guy demasiado pobre. Pero la historia de amor se ve tronchada por la realidad de la vida: Guy debe ausentarse por dos años para ir a Argelia a hacer el servicio militar.

Preciosa historia, repleta de colorido, elegancia, buen gusto, delicadeza y belleza; que nos habla de las huellas del primer amor, de la inocencia y la fuerza de ese sentimiento estrenado; del sufrimiento provocado por la separación; del olvido causado por el sinsabor y la distancia, del desengaño... Esos amores primerizos que marcan a fuego y que dejan sus secuelas para siempre.

Pero la vida sigue... Y no hay mal que dure cien años.

Jacques Demy, el director de Los paraguas de Cherburgo, fue una rara avis dentro de lo que fue la Nueva Olafrancesa y quizás uno de los pocos directores europeos que se haya atrevido a enfrentarse a la tarea de crear un musical de autoría partiendo de los referentes hollywoodienses.

Los Paraguas de Cherburgo (1964), quizás la película más famosa de Demy, y que empujó la carrera de Catherine Deneuve, debe verse vaciado de prejuicios: este es un filme innovador que supuso una bocanada de aire fresco para el cine de la época y que aunque con claras influencias del musical de Hollywood, se puede considerar plenamente europeo.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.


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