Esto es Hollywood: todo el mundo tiene un sueño

En esta ocasión es Hollywood el entorno, causa, y motivo de la demencia: La historia gira en torno a la relación de varios personajes y el cambio que supone en sus vidas la llegada de una joven misteriosa interpretada por Mia Wasikowsa, la Alicia de Burton, que parece haberse convertido en una actriz socorrida, como lo demuestran sus apariciones en Sólo los amantes sobreviven (Jim Jarmusch, 2013) o Restless (Gus Van Sant, 2011), entre otras.

Aunque pudiera parecer, en una primera lectura, que los motivos de El mapa de las estrellas –Maps to the stars en su título original- son, o mostrar la crueldad que subyace en el mundo hollywoodiense (tema ya tratado en Frances (1982), de Graeme Clifford, una película basada en la vida de Frances Farmer, una mujer sistemáticamente destrozada por Hollywood), o quizás, resultar una crítica a las relaciones familiares –hay hermanos incestuosos, madres que violan a sus hijas pequeñas, hermanas que drogan e intentan matar a sus hermanos menores… la lista continúa…) en realidad la razón de ser de la cinta es ahondar en la esencia misma del sufrimiento humano.

Son los dramas personales lo que le interesa a Cronenberg. El mapa de las estrellas no es una película sobre ambiciones, sino sobre emociones; no trata sobre calamidades, sino sobre frustraciones; no habla de desengaños, sino de fragilidades. Nadie es feliz en El mapa de las estrellas, ni siquiera quienes han triunfado profesionalmente y se sientan en la sala de su casa sobre sofás de doce mil dólares. Es como si la infelicidad, tanto como la angustia y el egoísmo -escenarios que, de tanto abundar en esta cinta, forman parte del elenco- fueran elementos per sé del ser humano.

El guión de El mapa de las estrellas, escrito por Bruce Wagner, quien trabajó como chófer de celebridades en los años noventa y cuya experiencia produjo una novela gráfica y una miniserie, Wild Palms (1993), cuenta con unos diálogos brillantes plagados de ironía que esconden un peculiar y muy negro sentido del humor.

Pero lo mejor de El mapa de las estrellas es Julianne Moore. En esta cinta, la más valiente interpretación de su carrera, suma mucho a un reparto igualmente en estado de gracia en el que destacan también Mia Wasikowska, Robert Pattinson, John Cusack, entre otros. No en balde Moore fue premiada a mejor actriz por esta película en el Festival de Cannes de este año. Es que nada más en esa escena en la que ella está literalmente defecando –explícito mensaje del guión, dirigido a aquellos que ven a las celebridades de Hollywood como dioses- fascina, hipnotiza, embruja.

Por otro lado, John Cusack abandona su habitual faceta de hombre bonachón para convertirse en un terapeuta desequilibrado. El joven Evan Bird apunta buenas dotes interpretativas en su papel de niño estrella con tendencias psicópatas. Olivia Williams, la mujer de Bruce Willis en El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999), se muestra bastante cómoda como la madre protectora del chico prodigio. Y Robert Pattinson (quien actúa decentemente, a pesar de lo que se piensa de él después de protagonizar la saga de vampiros Crepúsculo) cierra el reparto de protagonistas.

Cine dentro de cine: todos estos actores son Hollywood y de alguna manera se interpretan a sí mismos en El mapa de las estrellas. Querían conocerlos, parece preguntar retóricamente Cronenberg. Pues aquí están, que los disfruten… con su podredumbre incluida. Son todos monstruos, pero es Hollywood, todo el mundo tiene un sueño, y el de ellos viene con impunidad incluida.