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sábado, 23 de noviembre de 2024

Dolor y gloria: Autorretrato de un niño viejo (+Trailer)

La más reciente película de Pedro Almodóvar es una de las mejores de su larga carrera...

Daniel Montero Pupo
en Exclusivo 18/02/2020
4 comentarios
Dolor y Gloria-Premio Goya
Dolor y Gloria fue la gran ganadora de los más recientes Premios Goya del cine español.

No es algo nuevo que un artista experimentado acuda al principio de su vida en busca de sustancia al sentirse hastiado. Pero en Dolor y Gloria, la más reciente obra de Pedro Almodóvar, este decide enfocarse en esa búsqueda y no en el resultado de la misma. El director hace un filme sobre sí mismo en busca de la historia que termina contando. Pero Dolor y Gloria no es solo una auto ficción, no es solo el cine dentro del cine, es un confesionario y una enorme demostración de genialidad.

La escena inicial es muy elocuente sin decir mucho. De hecho, eso podríamos decir de la película completa. Desde el fondo de una piscina, el exitoso cineasta Salvador Mallo (Antonio Banderas) se remonta a un momento de su infancia, donde la madre (Penélope Cruz) y sus vecinas lavan la ropa en el río y cantan mientras el niño mira, juega y es feliz en su inocencia. Tal vez es ese el momento en que descubre la belleza, o tal vez es la primera vez que es consciente de amar a quien lo trajo al mundo. Y es que los 110 minutos de metraje están llenos de visitas a las primeras veces. El primer deseo, el amor inicial, la ópera prima, los dolores intrínsecos; o la madre, que en si misma agrupa tantos primeros.

Salvador Mallo es a todas luces el propio Almodóvar llevado a la pantalla. Un hombre envejecido y aquejado de la salud y del alma; un artista que ya no hace arte. Entre encuentros con personas de su pasado y el recuento del pasado mismo, Salvador lidia con la vejez, con el dolor, en fin... con la vida. Cada uno de los personajes que interactúa con Salvador le regala una posesión intangible pero esencial: partes de sí mismo que creía perdidas. Porque esta obra también se acerca a la resignificación de los momentos claves de la experiencia vital.

Antonio Banderas alcanzó la fama bajo la dirección de Almodóvar. Parece conveniente que sea el entonces quien interprete esta versión de sí mismo que construye el cineasta español. Su interpretación es magnífica y sincera. No solo logra la naturalidad física del personaje, sino que personifica la nostalgia y el tormento introspectivo de Salvador. Banderas no alza la voz o llora para transmitir la emoción, por el contrario, triunfa al ser tan expresivo desde la contención.

El elenco en general hace un trabajo preciso, en especial Asier Etxeandia como el actor drogadicto de la opera prima de Salvador, que llega a ser una especie de catalizador del artista, Leonardo Sbaraglia como su primer amor y las dos actrices que interpretan a su madre: Penélope Cruz en su juventud y Julieta Serrano en sus últimos días. Por su parte, el niño Asier Flores es todo un descubrimiento. La profundidad de su mirada y la expresividad de su rostro hacen de los viajes al pasado una mágica experiencia.

La visualidad del filme es otro de sus aciertos. El contraste entre los colores de cada elemento, desde la ropa hasta la decoración de los interiores, denota una fotografía muy bien pensada. El mundo de Almodóvar parece ser a la vez cotidiano y extraño. Mientras que la banda sonora es simple, pero acertada.

Los más conocedores de la obra de Almodóvar disfrutarán de las numerosas auto referencias. Desplegadas por el largometraje se encuentran muchas migajas correspondientes a narraciones anteriores. Y es comprensible. Almodóvar ya ha retomado historias pequeñas de algunas de sus películas para hacerlas el centro de otras, y siendo el autor completo de todo cuanto filma, mucho de su vida ha entrado a sus creaciones, aunque nunca antes como en Dolor y Gloria.

Mientras la mayor parte de su cine se caracteriza por tramas entrecruzadas de personajes marginados y estridentes, es en los más introspectivos donde se ve al poeta (Volver, Todo sobre mi madre). En esta, su vigésimo primera obra, esa introspección se magnifica. Almodóvar convierte su falta de inspiración en la musa de la historia. La mayoría no sacaría mucho de esa frustración, pero el español saca una de sus mejores películas, donde la vida y el arte se mezclan en una alquimia perfecta.

Pedro Almodóvar sigue siendo un niño curioso, tal vez más o menos cercano al que vemos en el filme. Su inquietud lo ha llevado a donde está: el director español más reconocido de los últimos años, premiado en el mundo entero. Por eso es aún mayor el mérito de hacer Dolor y Gloria, donde se desnuda por completo y logra un producto diferente, me atrevería a decir, a todo lo que ha hecho antes. Y es que el niño ha envejecido. Tiene otras dudas, otras preocupaciones... y creo que al niño le ha asentado la vejez.

No es la primera vez que Almodóvar se refleja en alguno de los personajes de sus películas (La ley del deseo, La mala educación), siempre escritas por él. Pero nunca como aquí. Es como si se hubiera cansado de dar atisbos de sí mismo y dijera: Este soy yo, o al menos una pequeña gran parte de mí. El resultado es un auto retrato crítico y nostálgico un óleo hermoso que vale la pena detenerse a mirar.


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Daniel Montero Pupo

Estudiante de periodismo

Se han publicado 4 comentarios


Aram Joao Mestre León
 18/2/20 16:16

A mi me gustó el filme, lo vi hace unos meses.

Mimisma
 18/2/20 9:01

Daniel me ha gustado mucho lo que ha escrito sobre la película de Almodovar, por como la describe es  obligado verla, no por gusto ha ganado todos los premios en los circuitos europeos, sabía que no lo premiarían en los Oscar, cosas de la Academia, Almodovar y Antonio estaban consciente de eso, lo que si está claro es que la madurez alcanzada por uno y otro es insuperable, mis felicitaciones para ambos por este buen filme.

DMontero
 18/2/20 14:49

Muchas gracias. Realmente es muy buena película. Gracias por leer

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Karla
 22/2/20 16:39

Muy buen comentario Daniel, transmites la misma emoción que la película

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