La noche no presagiaba nada bueno para los colchoneros. Sin el mago Turan, ni Diego la bestia, era difícil vencer al equipo donde juega el mejor del mundo, donde radica la base de España, la campeona de todo. Con una diferencia millonaria en el presupuesto, dudar sobre las posibilidades del Atleti no era ilógico.
Pero solo demoraron cinco minutos en romper la última línea culé y enviar al fondo de las redes de Pinto la número cinco. Para ser sinceros, el guion no cambiaba mucho. El Barça necesitaba dos goles para pasar a la siguiente ronda y los de Simeone aguantar el vendaval azulgrana (esta vez de negro). Nada ocurrió. Los rojiblancos mantuvieron el control sobre el juego todo el tiempo (no así la posesión) y aplicaron una presión asfixiante los noventa minutos. ¿Cómo un equipo con numerosas bajas y tras una temporada donde se han mantenido en todas las competiciones no cede al cansancio? ¿Qué clase de entrenamiento realiza el cholo para que sus hombres corran por el terreno como galos revitalizados por la poción mágica del druida Panoramix? Si un jugador del Atleti se desprende a velocidad de crucero en una contra y pierde el balón, él es el primero en regresar y pelear con el ladrón del cuero. Uno puede poner mucho corazón a cada encuentro, y quizás para Simeone esa sea la clave, pero ¿quién pone las piernas?
Con su mantra de partido a partido, los pupas, el equipo decepción, el puto Atleti, está a tres juegos de ser campeón de Europa, y a cinco de llevarse la Liga de dos: ocho juegos que pueden cambiar la historia del fútbol español. Suena fuerte, pero si un equipo con una plantilla valorada en 300 millones de euros menos que Barça Y Madrid (según el sitio Transfermarket.com), si un equipo que cada año se desprende de sus estrellas para saldar una deuda desconocida y eterna, si un equipo por el cual en las quinielas nadie apostaba un duro, se convierte en una alternativa en una Liga que aburre por la superioridad aplastante de los hegemónicos, entonces los dos de siempre deberán buscar una solución a gritos, porque sería humillante echar por el caño millones y millones de euros en un país en crisis para no levantar ni una mísera Copa. Excepto la del Rey, ese torneo menor al que nadie prestaba atención hasta la llegada de José Mourinho.
En ocho partidos puede ocurrir mucho, como la debacle que le anuncian al Atleti desde noviembre, y entonces los periodistas habrán tenido razón, y su luz larga será una prueba más de la calidad del periodismo que no cuenta cómo el cholo gana partidos, sino como los árbitros se los quitan (o regalan) a los dos de siempre. Pero Simeone como si con él no fuera. Sin excentricidades, ha logrado levantar una muralla alrededor de sus jugadores que ignoran los titulares de cada mañana y no intentan ser protagonistas fuera del campo, sino en los noventa minutos que les toque jugar cada semana, como ocurrió este miércoles.
Si algo logró la presión asfixiante del Atleti fue desaparecer a los cracks del Barça: Messi e Iniesta estaban ausentes y Neymar, a pesar de intentarlo una y otra vez, siempre se estrelló ante la última línea local. Sí, algún chance tuvieron los del Tata, pero la sensación de peligro jamás estuvo presente. El legado de Guardiola no destilaba peligro ni infundía temor en sus rivales. Era tanta la seguridad en el Calderón que nadie veía, ni los mismo azulgranas, a los rojiblancos fuera de semis.
Ahora, cuando solo quedan cuatro conjuntos, el andar por Europa del equipo de Manzanares parece llegar a su fin. El Bayern de Guardiola es lo más semejante a una etiqueta de campeón y el Real Madrid ya le clavó una manita en el global de las semifinales de la Copa del Rey, por lo que tenerlos de rival no parece la opción más cómoda. El otro posible rival es el Chelsea, a todas luces el más accesible, pero con una cláusula a tener en cuenta en caso de enfrentarse: Courtouis no podría disputar estos encuentros. Parece una nimiedad, pero el belga es la base de la columna vertebral de los rojiblancos. Según el propio Enrique Cerezo, presidente del club, para alinear al guardameta frente a los de Mourinho tendrían que desembolsar una millonada, al parecer, superior a los dos millones.
De cualquier forma, el Atleti ha cumplido con creces, y ahora le toca mostrar, en este tramo final, de qué están hechos sus jugadores.
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