Ante la insistencia de mi hija de 14 años para que me afeitara las axilas y el pecho me puse a pensar… ¿Estaré hecho un viejo?
Mi ultraconservadurismo por supuesto que responde a mi formación, entorno, experiencias al fin vividas y compartidas en donde no entra ni el tatuaje, ni los besos de saludos entre hombres y menos los piercings o el cabello teñido.
Consciente estoy de que el análisis va por el camino de los superficial, pues cada argumento de estos está marcado por el aspecto externo, de imagen, pero lo externo siempre va relacionado con lo interno, con lo que llevamos en la cabeza, que no es precisamente el peinado y menos “con pinchos”.
Creo que cuando comenzamos a ver a distancia a los jóvenes y a sentir hasta desprecio por ciertas modas, ya estamos entrando en otra era existencial, decididamente, estamos madurando.
Qué bello es ver cómo uno iba creciendo y queriendo quemar etapas. Queríamos entrar al cine ver las películas para mayores de 12 años, luego a algunos centros nocturnos con límites de edad, a algunas posadas, nombre que para las nuevas generaciones no representa ya nada, etc.
Ahora mi hija me insiste en que me rasure el pecho, que vivimos en un país donde se suda mucho y me ha puesto a reflexionar.
Cada generación ha mirado con distancia y también con aprecio a la que le precede. Gracias a esto la moda es cíclica. Los grandes espejuelos que usan las muchachas en la actualidad donde apenas se le ve el rostro fue furia por los años 60, y así se podrán analizar otros productos de la llamada moda. Pero no todo ha sido lo externo.
Cuánto horror habrán experimentado algunas familias de inicios de los 60 cuando la niña linda de la casa plantó y dijo: ¡Me voy a alfabetizar!
Desmayos, dolores de pecho y hasta padres que le dejaron de hablar a algunos hijos por esa falta de respeto, que en realidad era una toma de decisión que ya marcaba la madurez de esta personita. Sé que estoy escribiendo ejemplos extremos, pero para fundamentar esta distancia que hemos sentido con los que nos siguen es importante, sin exagerar.
Muchos son los ejemplos que nos recuerdan con aprecio cómo fuimos creciendo en una sociedad con complejos y también cambios.
Los jóvenes que ya desde hace años llenan los espacios nocturnos de los fines de semana de la calle G habanera fueron duramente criticados por varios medios de comunicación y algunos miembros de la sociedad. Su extravagancia (el sufijo de esta última palabra, quizás esté bien fundamentado) asustó a muchos y ellos lograron que esta larga y vistosa avenida del Vedado fuera equipada con modernas luces, quizás para vigilarlos mejor.
Ángeles es un grupo de pop cubano que deja desmayada a muchas niñas de la edad de mi hija al estilo que lo hiciera Elvis Presley. Suenan bien, pero no dejan de ser extravagantes con sus pelos parados. Sin embargo, me comenzaron a simpatizar cuando en una premiación del festival de de video clips Lucas ellos dedicaron su premio para los otros jóvenes que no pudieron asistir al teatro por tener limitaciones físicas o estar hospitalizados. Lugares a donde frecuentemente llevan su música…
Nada, que nuestra juventud “sigue perdida”.
Generaciones (+Caricatura)
Muchos son los ejemplos que nos recuerdan con aprecio cómo fuimos creciendo en una sociedad con complejos y también cambios...
en Exclusivo
03/04/2014
2 comentarios
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Arístides
6/4/14 10:31
Amigo Adán, “los tiempos cambian”, dice el pueblo, y no hay quien ni siquiera lo quiera negar. Y te lo dice un temba que ya va como por la “cuarta edad”. Y te advierto: “el que no cambia se estanca”, otra frasecita que no es raro escuchar, más a los jóvenes que a nadie, que tiene innegablemente mucho de cierto y que yo, aunque casi tan conservador como tú con eso de los tatuajes, el “piercing” o los areticos en las orejas, y las melenas, y no menos con eso de los besos de saludo entre hombres, de lo que en una de mis últimas visitas “al barrio”, te cuento, un inesperado incidente me puso en tres y dos. Un vecino, no sé si con premeditación y alevosía, me metió sin esperarlo un beso en el cuello que me erizó desde la coronilla hasta el mismito juanete izquierdo. ¿Flojera? ¿A estas alturas de mi vida? ¿o es que “el gay que todo hombre lleva dormido dentro”, según un “mal pensado filósofo” amigo, se estremeció de placer? ¡Váyase a saber! Por lo menos no quisiera experimentarlo de nuevo, ¡para por si acaso! no por otra razón, que conste.
Sin asombro
3/4/14 11:03
lo que dice Adán es cierto todo es un ciclo no hay moda que ya no haya sido moda años atrás y valga la redundancia
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