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viernes, 22 de noviembre de 2024

La manzana de Adán

un blog de Adán Iglesias Toledo

¡Entrar con traje!

Cada quien puede tener un gesto de agradecimiento si ha recibido o pretende recibir un buen trato, pero hacer de esto un requisito indispensable genera molestias y conlleva a la discriminación...

Adán Iglesias Toledo
en Exclusivo 04/02/2014
6 comentarios
El traje
Le traje este pan con…, así podemos escuchar un sinnúmero de “cortesías” que buscan el trato amable (Adán Iglesias Toledo / Cubahora)

La frase parecía una orden, y aunque salió de los labios de aquella trabajadora de la oficina con tono jocoso, encerraba una pesada carga de sinceridad.

“¿Entrar con traje?”, pensé yo, pero si el local ni la dependencia merecen la gala que amerita este atuendo…

Pasó un instante y luego me percaté de que se trataba de un “cubaneo”.

La citada trabajadora recurría a este criollo recurso gramatical para expresarle así a su interlocutor, y de por sí a todo el público que escuchaba (y esperaba ser atendido), cuál era la mejor manera de salir rápido del trámite burocrático o cuál era la solución para recibir el trato adecuado que se supone nos deben brindar en las oficinas o dependencias que se dedican a atender al público.

La trabajadora, para llamarla por el sustantivo común, pretendía que parte de la clientela que esperaba se le acercara a ella y, por ejemplo, le propusiera:

—Mire, le traje agua fría…

Le traje unos bolígrafos porque el de usted apenas escribe.

—Le traje un pomito de refresco porque el local donde usted trabaja es muy caluroso.

—Le traje un poquito de café pues seguro está levantada desde bien temprano.

—Le traje este pan con perro. Imagino que el almuerzo de aquí no hay quien “se lo dispare”, y en esas condiciones se puede usted desmayar…

Y así podemos escuchar un sinnúmero de “cortesías” que buscan el trato amable y la eficiencia en la gestión.

Cada quien puede tener un gesto de agradecimiento si ha recibido o pretende recibir un buen trato, pero hacer de esto un requisito indispensable puede llevar a un gran problema de discriminación, por mencionar tan solo uno de los inconvenientes.

Muchos propiciamos escenas como esta. Ante la urgencia de un trámite, hemos “chantajeado” a la “trabajadora” para “mejorarle” el confort en su puesto laboral, y de paso agenciarnos una rápida y eficiente atención.

Es irónico el diálogo que se establece entonces. Generalmente, ella, ante tal detalle, le responderá:

-¡¿Para qué se molestó?!


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Adán Iglesias Toledo

Amo contar mi realidad en imágenes. Soy caricaturista y director del Dedeté, suplemento de humor de Juventud Rebelde.

Se han publicado 6 comentarios


luis enrique Pérez
 11/3/14 23:10

CON TRAJE O SIN TRAJE NO ME DISTRAJE EN DECIRLE Q SI CUBA Y SU GENTE CON TANTO BLOQUEO TIENE ESTA EDUCACION , DEBEN ESTUDIAR LA DECADENCIA DE LA EDUCACION EN LA PATRIA GRANDE, VIVA CUBAAAAAA

Adán Iglesias Toledo
 5/2/14 9:03

Gracias por los comentarios, siempre la realidad supera estas reflexiones. Es la Cuba de estos momentos con sus virtudes y defectos y señalarlos es lo más importante. Al iniciar esta sección tan costumbrista, pensé quedarme corto de temas pero como ven y vemos todos, tenemos tela suficiente por donde cortar para mostrar esta cotidianidad sin penas. Reitero mi agradecimiento por los comentarios. Saludos Adán

Cubacocteles Amaya desde FB
 4/2/14 13:26

original

Arístides
 4/2/14 13:23

Amigo Adán, "le traje" más o menos lo que pienso de este asunto tan recurrido: Es algo que ha pegado, y fuerte, en los que tienen agarrada la sartén por el mango. Si no es así, y te desesperas porque te pasan por delante de a por que sí, a "Raimundo y todo el mundo", pues la próxima vez, "ponte pa' las cosas". No te queda de otra

Beatriz
 4/2/14 11:57

Últimamente, ya es casi una obligación exigir la ¨buena¨ atención con algún tipo de presente. Esta es una costumbre a la que yo no me acostumbro.

Mirlay
 4/2/14 11:33

Asimismo entrar con traje es una nueva "cortesía" en el cubano, y que ya no solo nace de quien hace el gesto, sino que en algunas ocasiones también es reclamado, de manera irónica, por quien está acostumbrado a ser atendido "amablemente".

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