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viernes, 22 de noviembre de 2024

La manzana de Adán

un blog de Adán Iglesias Toledo

Cobrar un cheque

Las dificultades y trabas provocadas a causa de la burocracia a a hora de cobrar un cheque aún son habituales en muchos bancos del país...

Adán Iglesias Toledo
en Exclusivo 17/04/2014
3 comentarios
cobrar cheque
El trato en ciertos bancos está muy alejado de lo que debería ser. (Adán Iglesias Toledo / Cubahora)

¡Si el Premio es en Cheque, que gane otro!

Esta fue una frase que publicamos hace algunos años en el dedeté, nacida precisamente de las dificultades y tropiezos que aún encontramos a la hora de cobrar algún trabajo de esta manera. Comprendo las medidas y patrones de seguridad para evitar falsificaciones, pero me es inevitable cada vez que voy a un banco a cobrar sentir la incertidumbre de si el cheque estará bien confeccionado. Es como un juego de azar…

Esta es la rutina: La amable compañera de la puerta, con sus bellas piernas con  medias caladas (casi todas las compañeras que trabajan en nuestros bancos de ahorro llevan estas medias) te revisa el cheque y te envía a una inspectora que lo revisará y así te evitará estar toda una jornada esperando ser atendido para  irte sin dinero.

Luego de esto haces tu cola o fila y cuando logras llegar a la caja que es la adecuada para efectuar tu pago comienza una media entrevista caracterizada por gestos de asombros de la cajera y miradas inquietas, como valorando la supuesta falsificación de tu documento.

Mi experiencia ha sido así:

Entrego mi carné de identidad, revisan los datos, miran la foto y me indagan:

-Cajera: ¿Usted es Adán Iglesias Toledo?

-Yo: ¡Hasta ahora sí!

-Cajera: ¿Usted es cuentapropista?

-Yo: ¡Hasta ahora no!

-Cajera: ¿Por qué su cheque viene presillado con esta hoja? ¡Si se rompe al despegarla lo anulamos y no nos hacemos responsables!

-Yo: ¡Bueno, por algo se lo entregué así, para no ser yo el responsable!

Me mira con mala cara, sin entender que es una broma.

Continúa la indagación de datos, llena de rayas el cheque, pero no basta. La bella cajera, que imagino también tiene medias caladas, pero desde mi ubicación de cliente no logro verle las medias ni lo que aparece en la pantalla de su computadora, pone mala cara y llama a una supervisora. Al llegar la supervisora (siempre demora pues comprenda que tiene que supervisar a otras cajeras y con dinero no se juega), mira a trasluz el papel y le dice algo en un tono de voz que imposibilita que la escuche.

Parece que hasta ahora todo va bien.

Ahora vamos a la parte de la “firma autorizada”. Continúa la indagación, pero ya no me pregunta nada. Vuelve  la  cajera a  llamar a la supervisora quien ahora viene acompañada de otra supervisora y tratan  a través de un análisis apreciativo detectivesco ver si coincide la firma de mi cheque con las firmas que aparecen escaneadas en el registro de firmas digitales. (Esto lo logré saber a través del reflejo de la imagen sobre los  espejuelos de la cajera, pues nunca piense que usted como cliente puede ver esta pantalla).

Analizan, acercan y alejan su rostro sobre el monitor y un gesto de dejadez parece ser el que da positivo: ¡La firma coincide!

Ahora la  compañera que me atiende, ya sola en su cubículo, pasa el cheque por un rayo lasser y al detectar un código de barras correcto, parece que al fin podré cobrar mi dinerito.

Me mira (ya extrañaba su mirada, pues en la operaciones anteriores ni ella ni la supervisoras me miraron, me obviaron como si fuera un ser transparente) y me pregunta:

-¿Tiene un número de teléfono donde poder localizarlo?

En cuestiones de segundo me cuestiono esta pregunta, pero como ya estoy desesperado por salir de allí y con dinero, le doy mi número de casa, no si antes sentir a mi mamá decirme desde el cielo: ¡El número de teléfono no se lo de a ningún desconocido!

Ahora parece llegar un breve interrogatorio final:

-Cajera: ¿Cómo quiere el dinero?

-Yo: (Rápido pienso que no sea falso, pero no se lo digo y le respondo) ¡En billetes de a veinte!

Ella revisa sus fondos, incluidos algunos vasitos plásticos que fueron para helado y ahora contienen monedas.

-Cajera: ¿No prefiere billetes de a diez? Es que si le doy de veinte, tengo que romper un fajo que ya está contado…

-Yo (Sin decirle nada pienso): y entonces para qué me preguntó.

Sigue haciendo algunas maniobras financieras hasta que me acerca un largo comprobante y me señala el bolígrafo amarrado que esta a disposición del cliente para que deje mi rubrica sobre él.

Revisa la firma y me dice: !Usted es el que dibuja en Palante!

-Yo: Dibujo, pero es en el dedeté. Y dándole las gracias por toda su amabilidad me retiro con la alegría de haber aprobado una prueba tan difícil y lo mejor, con mi dinero.


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Adán Iglesias Toledo

Amo contar mi realidad en imágenes. Soy caricaturista y director del Dedeté, suplemento de humor de Juventud Rebelde.

Se han publicado 3 comentarios


Arturo Chang
 12/6/14 9:58

jejejeje... son las 9 y 55 AM del 12 de junio y acabo de llegar de un banco de BANDEC en Santa Clara, donde me rechazaron un cheque porque pusieron "colaborador" y al final se nota que le agregaron "es" para que dijera colaboradores jejejeje... jajajajajajajajajajajaj... jijijijijijijijijij...

el ruso
 18/4/14 16:30

hola pienso que tienes razon. hay muchas cosas que pasan y son problemas del banco y sus personas,,,que deben cambiar,,,,pero tu fuiste a sacar dinero,, te doy una idea ve hacer una cuenta en cuc,,,veras que biem te atienden jijijiji suerte y pasiencia jijij

Arístides
 17/4/14 11:15

Adán, cualquier no cubano que conozca de este cuento “de horror y misterio”, creerá que es pura Ciencia Ficción. No creo que haya un lugar en este mundo redondo y azul, aunque sea recóndito, en la que unos funcionarios de atención al público actúen con esa desconfianza extrema y esa tremenda falta de respeto con los que se supone atiendan con amabilidad.

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