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sábado, 23 de noviembre de 2024

La Cuba de 1910

Un año en que los histéricos tienen a su disposición suficiente materia prima para desarrollar su síndrome psiquiátrico...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 11/03/2017
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Tumba de Yarini
Yarini, El Gallo de San Isidro, en este año se tropezó con la muerte, a tiros.

Hoy, en nuestro cordial encuentro, tendremos como guía a quien llaman “la loca de la casa”. (Claro está que hablo de la imaginación).

Y, puesto que para esa orate no existen imposibles, ejecutaremos un espectacular salto en el tiempo. Amigas queridas y dilectos amigos: hoy hablaremos de Cuba, pero de la Cuba de hace un siglo y siete años. Partamos, pues, en este viaje de la fantasía, hasta el año de gracia 1910.

UN PRESIDENTE TRAGÓN

Entonces gobierna —o, más bien, desgobierna— el general José Miguel Gómez, personaje que, a pesar de contar con una heroica trayectoria mambisa, al ejercer la alta magistratura fue dejando una infeliz memoria. Hasta el punto de que se ganó el sobrenombre de Tiburón, por el saqueo que ejerció sobre el tesoro público.

Hágase justicia para decir que Gómez no inventó la botella, que tiene luenga historia, desde los días coloniales, y que experimentó un clímax con el segundo interventor, Magoon, el abogado de Nebraska. Pero sépase que José Miguel convirtió a la sinecura en toda una institución nacional. No en vano se decía: “Tiburón se baña, pero salpica”.

Sí, era el relajo liberal, personificado en algunas versiones de La Chambelona: “Nosotros los liberales nos comimos la lechona. / Aé, aé…”.

En este salto temporal, nos tropezamos con que en 1910 los histéricos tienen a su disposición suficiente materia prima para desarrollar su síndrome psiquiátrico. Va a surcar los cielos el cometa Halley, y voces alarmistas advierten sobre dos variantes, igualmente sobrecogedoras. Según unos, el astro, con sus materias tóxicas, envenenará a todo el planeta. Según otros, sus gases inflamables van a achicharrar al género humano. Pero ustedes saben muy bien cómo han sido los muchachos de la Universidad. Irrespetuosos. Irreverentes. Hasta con los gobiernos. Y el cometa no se salvó del descaro protagonizado por aquellos traviesos. Se reunieron en el habanero Parque Central, acompañados de algunas canecas de ron Palmita, y con tres tablones bajo el agua —entiéndase: bastante achispados— le dedicaron una estruendosa trompetilla al astro.

En efecto: el Halley no ocasionó ningún desastre. Pero eso no significa que no existiesen hechos catastróficos en aquella Cuba de 1910.

Resulta severamente castigada la comarca occidental de Cuba: azota a aquella región un huracán recordista, el llamado “Ciclón de los Siete Días”. Y, en la ciudad de Pinar del Río, en el antiguo cuartel de infantería, estallan treinta cajas de dinamita, con un saldo de cincuenta y nueve muertos y cientos de heridos.

Ah, pero no todo fue tétrico en aquellos días . Porque en 1910 nacen, para la poesía cubana, cumbres como José Lezama Lima, Ángel Augier y Emilio Ballagas. Además, el madrugueño José Urfé nos regala con El bombín de Barreto, primer danzón en tres partes.

UN AÑO DE DUELOS

Han llamado chivo, en el sermo vulgaris cubensis, al negocio turbio. Y en aquella época se forma tremendo escándalo por el nombrado “chivo del Arsenal”, canje de terrenos que constituía un robo escandaloso. Como resultado de tal embrollo, se baten en duelo irregular dos mambises congresistas, el general Sánchez Figueras y el coronel Moleón, en una viejohabanera esquina. Durante el encuentro, Figueras grita: “¡Yo sí que como plomo!”. Resultado: Moleón muerto; Figueras gravemente herido. En fin, que los dos contendientes, como en la clásica pieza cubana, sí comían candela.

Otro duelo famoso de 1910 fue protagonizado por Alberto Yarini, El Gallo de San Isidro, y un colega suyo, cierto chulo francés. Al parecer, estaban locamente enamorados de la Petite Berta. Ambos terminan muertos, y el hecho provoca que se desate una guerra sangrienta entre proxenetas franceses y cubanos.

Se recuerda otro duelo de 1910, pero con la particularidad de que nunca se realizó. El periodista cardenense Emilio Bobadilla, quien se firmaba como Fray Candil, por sus ácidas críticas fue llamado “el terrorista de la prensa”. Entonces, no ha de extrañarnos que se pasase la vida contendiendo en lo que nombraban “el campo del honor”. Y Bobadilla era tan diestro con las armas blancas como con las de fuego. Es decir, tenía algo así como un cementerio particular.

Se hallaba Bobadilla en un bar habanero y fue retado por cierto joven ansioso de notoriedad; sí, de proclamar en cada esquina: “Yo tuve un duelo con Fray Candil”. El periodista lo miró con olímpico desprecio, para decirle: “Mire, gaznápiro, yo no me bato con usted. Suelo escoger a mis víctimas… ¡y usted es muy poca cosa!”.

PERO… ¿QUÉ MÁS SUCEDÍA EN LA CUBA DE 1910?

Pues se produce el primer vuelo de aviación, protagonizado por un francés, que termina magullado en una manigua, de donde lo rescata El Andarín Carvajal.

La vida política no es precisamente una lección de moral, y el doctor Lanuza, congresista probo, cuando le dicen que hay quórum en la Cámara, grita: “¡Qué desgracia! ¡Con el daño que hacen esa gente cuando se reúne!”.

¿Otros hechos recordables en la Cuba de hace un siglo? Ah, pues empieza a popularizarse el boxeo en el país y… mire usted qué casualidad… en El Cerro está naciendo Eligio Sardiñas, el Kid Chocolate que iba a ceñirse la faja mundial en dos divisiones.

Mientras, el músico combatiente Luis Casas Romero, autor de El Mambí, da a conocer las tres primeras piezas del género criolla, todas con nombre de fémina: Carmela, Hortensia y Dolores.

LA DESPEDIDA

Comadres y compadres: hoy, guiados por “la loca de la casa”, es decir, la imaginación, nos hemos remontado hasta un siglo y siete años atrás. Sí, exactamente a 1910, para hablar de Cuba, de la Cuba de entonces.

Nos volveremos a encontrar en otro recodo de nuestro pasado.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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