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lunes, 25 de noviembre de 2024

Sopa de caracol, ¿comida o canción?

No basta producir un alimento si es rechazado por el gusto de los consumidores...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 31/07/2020
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Sopa de caracol
Al oído suena bien la melodía de Sopa de caracol, pero de ahí a aceptar tomarse la sopa, iba y va un tramo insalvable para muchos. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

En los inicios de la década de los años 90 del siglo pasado fue popular una canción que decía: Watanegui consup/ Luli Ruami Wanaga/ Yupi pa ti Yupi pa mí, cuya traducción es: Quiero seguirla disfrutando/ Quiero tomar sopa/ Un poco para ti y un poco para mí.

Su título: “Sopa de caracol”, motivó reiniciar una conversación comenzada durante la invitación a probar una muestra de un menú confeccionado imaginativamente con las escasas posibilidades de aquellos duros años de carencias de todo tipo.

Aunque han pasado tres décadas, todavía hay quienes recuerdan aquella demostración de recetas de comidas de Período Especial que en algunos casos fueron rechazadas mientras otros expresaron desagrado al degustarlas.

Y todavía hay quienes recuerdan la melodía, sin hacer caso a mis recomendaciones de que también podían comerse asados, pues en 1985 había probado ambos platos en Vietnam, donde también almorcé una exquisita serpiente.

Hay quienes sienten repulsión ante determinadas comidas, las aceptan por el sabor, pero les asquea conocer el aspecto del animal que les sirve de alimento, y hasta puede causar vómitos y dejar de comer con solo escuchar conversaciones sobre tal tipo de alimentos.

Estamos en el preciso momento en que la situación obliga a no desestimar ninguna posibilidad de obtener nutrientes del reino animal que se conviertan en carne con invertir pocos recursos, o del vegetal que puedan cosecharse en corto tiempo y sin necesidad de inexistentes insumos.

Pero aunque la situación no fuera la de ser un país de plaza sitiada con una escasez agravada por la pandemia que afecta a toda la humanidad, también debiéramos cultivar correctos hábitos alimentarios basados en lo que puede producirse dentro del país.

Más de 40 años hace que apreciamos un intento en las becas de secundaria básica y preuniversitario, donde se hacían exposiciones de platos confeccionados con hortalizas que iban más allá del tomate y la lechuga.

Y en los últimos meses, en las pescaderías de la provincia de Villa Clara se observa una oferta estable de una revista contentiva de recetas basadas en productos de especies de agua dulce, de las cuales hay algunas que fueron rechazadas y hoy la demanda supera a la oferta.

No hay serpientes ni caracolitos como los de Vietnam, pero existen condiciones para fomentar localmente nuevos productos que serán desaprobados si no se desarrolla una cultura alimentaria para consumir variados platos de un menú sano y asequible.

Crear fuentes de nutrición e incluir los no habituales o de sabores a los que nos hemos desacostumbrado no debe ser una solución única para las crisis, como tampoco debe considerarse exclusivo para tiempos de escasez nutricional el desarrollo de una correcta cultura alimentaria.

Al oído suena bien la melodía de Sopa de caracol, pero de ahí a aceptar tomarse la sopa, iba y va un tramo insalvable para muchos. Lo mismo puede ocurrir con futuras producciones locales de alimentos si no se crea el hábito.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


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