//

domingo, 24 de noviembre de 2024

“Ojos” que ven en el apagón

Aún cuando la visión falta, hay quienes tienen “ojos” para ver...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 24/06/2022
0 comentarios
Ciego-Amor
Pueden no ver los ojos, pero los corazones no dejan de sentir. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Que en septiembre de 1968 alguien dijera: “Quiero ver esos piccolinos de los que tanto se habla” no hubiera sido motivo que moviera a otras reflexiones, de no ser porque fue una solicitud de Félix Milián, un estudiante de Periodismo que siendo ciego también ejerció la profesión.

Estábamos en algún lugar de una zona agrícola organizada en los alrededores de la capital cubana a la que llamaban Plan Cordón de La Habana, donde desde hacía meses atrás había expectativas ante la anunciada llegada de los piccolinos (vocablo italiano que significa pequeño).

Varios condiscípulos pidieron a una de las mujeres que operaban uno de esos pequeñitos tractores que se detuviera un instante para que Félix “viera” el equipo, lo cual atrajo la atención de un buen número de los presentes.

Nuestro colega tocó cada lugar del equipo, una miniatura de los tractores tradicionales, y que por el tamaño y ser de fabricación italiana se ganaron popularmente ese nombre, a pesar de tener otro de fábrica.

Ya casi al finalizar la carrera, a principios de 1971, becados en el edificio habanero de 24 pisos de F y Tercera, fueron bastante las noches en que los frecuentes apagones de la época nos dejaban en la más completa oscuridad, menos a Félix, que seguía viendo y ayudaba a los demás a subir y bajar las escaleras.

Nos dio muchas enseñanzas. Una de ellas fue que el verbo Ver no solo se relaciona con el órgano de la visión, y que la palabra ciego no es ofensiva, sino que alude al estado de una persona como él, quien decía: No tengan pena, cuando quieran aclarar algo sobre mí, pueden decir que yo soy ciego y es más rápido que decir “él no ve”, o “le falta la visión”...

Y otra enseñanza útil la daba cuando lo invitábamos a subir por el elevador (hasta el piso 14 que era donde estaba su dormitorio) y unas veces aceptaba y otras declinaba: “no, a esta hora no se sube por ahí porque es horario pico y se puede ir la corriente y te quedas trabado”.

Comentaba que si ya sabíamos los momentos en que solía ser el apagón, había que cambiar los hábitos, y efectivamente, quienes lo observamos, notamos que salía en los momentos en que los ómnibus estaban menos abarrotados y llegaba al comedor cuando estaba menos concurrido, a pesar de que siempre le dábamos preferencia.

Todos los que seguimos sus enseñanzas padecemos las interrupciones del servicio eléctrico, pero menos en la medida en que readecuamos los hábitos, y adelantamos o postergamos lo que es factible.

También somos más felices en medio del apagón, según tenemos corazón para sentir cómo se esfuerzan los que dirigen para tomar las mejores decisiones dentro de los estrechos márgenes existentes, y cómo los que trabajadores eléctricos le ponen corazón a lo que hacen para evitar los apagones.


Compartir

Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


Deja tu comentario

Condición de protección de datos