domingo, 30 de junio de 2024

¿Nos necesitan a todos como bachilleres y universitarios?

Cada faena requiere un nivel de estudio, pero hay aspiraciones idealizadas que dificultan esa idea...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 28/06/2024
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Universitarios
Los padres suelen pretender que sus hijos alcancen estudios que ellos no pudieron. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

El viejo Juan no era universitario, tampoco bachiller, pero sabía leer, escribir y sobre todo –como él decía- sacar cuentas en la mente, sin embargo expresaba admiración hacia los que habían estudiado hasta los niveles más altos, y afirmaba que el saber no ocupa lugar.

Ya en los años 60 del siglo pasado, estaba jubilado y elogiaba la campaña de alfabetización y con mucho énfasis sostenía el criterio de que con la Revolución, el que no estudiara era porque no podía o no quería.

Se me ocurrió rectificarle que solamente era porque no querían, pues todo el mundo podía, a lo cual se refirió cortésmente de una manera que percibí como un hablar consigo mismo, algo muy común en los hombres de mar del pobladito de Casilda, al sur de Trinidad.

Mostró los dedos de una mano mientras preguntaba si todos eran iguales, luego puso la otra al lado, miró ambas, y dijo calmadamente que las huellas dactilares eran diferentes y que eso no se veía a simple vista, pero no eran iguales.

Toda aquella dramaturgia fue para argumentar que todos tenemos diferentes características, y luego continuar con otra idea que era la esencia de lo que pretendía demostrarme, pero antes dio ese rodeo además de decirme que aprendiera de todo porque saber y saber no era algo que colmara el cerebro.

Aunque todos los dedos son diferentes, entre los diez son capaces de hacer lo que uno necesita para vivir, fue otra de sus afirmaciones para recordar que se había ganado la vida calafateando las embarcaciones pesqueras con esas manos, para lo cual no necesitó estudios superiores.

Sin embargo, estaba orgulloso de su trabajo porque lo consideraba tan importante como el del ingeniero que diseñó los barcos, pues si él no hermetizaba las aberturas entre una tabla y otra de la embarcación, se llenaría de agua y se hundiría.

Sus manos con dedos desiguales como todas, ganaron habilidad y destreza con el martillo y la trincha para acomodar las estopas con brea que garantizaran la hermeticidad, pero también estaban curtidas y fuertes por esa labor que hizo toda su vida.

Textual dijo: “No todos tenemos cabeza para estudiar en la universidad”, y seguidamente dio la explicación de que hasta el nivel que se pueda llegar, se puede ser útil, pues tanta falta hace un ingeniero que diseñe barcos, como un calafateador como él.

Todos no podemos ser médicos o maestros, -decía- pero sí todos podemos ser trabajadores y estudiar, lo mismo para aprender un oficio como el de relojero, albañil o plomero que científico, porque todos son necesarios, y cada cual debe llegar a la secundaria, el bachillerato o la universidad, según…

¿Según qué? Le pregunté. Su respuesta: Según lo que dé la cabeza de cada uno, no hay que gastar en que uno sea universitario, si lo que da es para obrero calificado o técnico medio que siempre harán falta.

A la distancia de los años, recuerdo la filosofía del viejo Juan, que sin alto nivel académico, hacia razonamientos que vale la pena tomar en cuenta hoy, tal vez para que la propia familia vaya aplicando una especie de exámenes de ingreso con el propósito de determinar hasta qué grado escolar puede llegar el niño o el joven.

Quizás las ideas de Juan podrían contribuir a que la familia y la sociedad hagan racionalmente las inversiones no solo de recursos materiales y humanos, sino también de tiempo, y cada cual estudie hasta donde tenga capacidad y no para cumplir una aspiración idealizada.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


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