En este asunto de ganar discusiones, los hay sin malicia que de esa manera tratan de compensar otras carencias o hasta desajustes, pero en ningún caso intentan apabullar a nadie ni tampoco hacer daño. Tanto Martirena como este redactor conocemos uno, por cierto muy simpático y conversador, con quien resulta hasta entretenido sostener una charla para pasar el tiempo sin aburrimiento, y solo es necesario esbozar el tema, cualquiera, y él da la disertación. Fue combatiente internacionalista en Angola, donde afirma haber aprendido bien el idioma, por lo que suele decir frases en portugués, o más bien “portuñol”, y sostiene que es como lo dice, aunque alguien le muestre un diccionario.
Sin embargo, hay otros personajillos que dominan el asunto, saben la verdad, pero dicen todo lo contrario con el avieso propósito de crear confusiones y hacer que sus interlocutores abandonen sus ideas y se conviertan en contrarios a ellas. Cuando tales elementos incursionan en las redes sociales, usan los mismos procedimientos y provocan que algunos pierdan la paciencia, den respuestas descontroladas. Precisamente, este es otro de los objetivos de estos que salen a ganar, ganar, ganar.
En todos los escenarios hay que estar alertas para detectarlos y, en primer lugar, evitar que nos capten para causas opuestas a las que defendemos. Por supuesto, no hay recetas únicas para enfrentarlos y controlarlos, pues el modo de actuar depende de muchos factores.
Estos personajillos escogen sus víctimas, y entre los tantos métodos de selección, está lanzar una afirmación o inventar un suceso, siempre acompañado de: “Dicen…” y, según las expresiones que provoquen, deciden los blancos a los cuales disparar.
“Dicen que van a quitar el pan de la cuota”, “Dicen que no va a venir más el pan…” Entonces, de acuerdo con las reacciones, pudieran añadir algo con cierta dosis de verdad: “Es que con el bloqueo ahora están persiguiendo que Cuba no pueda comprar harina porque ellos saben que esto es una necesidad diaria”.
Por ese rumbo se instalan sobre decisiones reales de elevar la eficiencia y la eficacia para vencer las carencias creadas realmente por el bloqueo, pero sin acobardarse y trabajar bien, sin crear dificultades adicionales por deficiencias en la gestión.
Entonces, viene el ataque: “Lo más malo que tenemos es el bloqueo interno, ese sí que es malo” y en ese camino minimizan hasta hacer invisible la guerra económica, y, una vez preparado el terreno, arremeten contra los dirigentes para crear desconfianza hacia ellos.
Y si alguien desbarata sus argumentos, casi siempre cuando ya está a punto de ser apabullado, cambia el tema. Así va de un asunto a otro para concentrarse en aquellos en los que logra hallar una brecha porque no le respondan como es debido.
En próximos post abordaremos las tantas maneras existentes para tener bajo control a estos personajillos que no debemos confundir con nuestro amigo, que al notar que ya estaba a punto de perder una discusión sobre el idioma portugués, dio un espectacular salto hacia la gramática del chino.
Por supuesto, cuando reaccionó, al darse cuenta de mi presencia, guardó silencio, sobre todo, cuando le pregunté: ¿Nǐ huì shuō zhōngwén ma? (¿Usted habla chino?) Y hasta él mismo tuvo que soltar una sonora carcajada.
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