Lesmes la Rosa es un condiscípulo, graduado de la Universidad de La Habana a principios de la década de los años 70 del siglo pasado, que compartió anécdotas que nos han despertado recuerdos de lo que aprendimos en aquellos tiempos sobre el significado y el significante.
No tenía nada que ver con ese tema, pero la conversación comenzó con el recuerdo de una persona de las llamadas del interior (alusión a que no vive en La Habana) a quien un familiar le insistió en que anotara la dirección para que preguntara al llegar a la capital. Cuentan que el número de la casa lo asoció con la charada, y que el nombre de la calle no lo podría olvidar porque se trataba de un fenómeno atmosférico muy común.
Aunque la calle Rayo número tal parecía inolvidable, el hombre del interior tuvo que regresar para el campo sin ver a su familiar porque la respuesta que recibía siempre era: No, aquí en La Habana no conozco ninguna calle llamada Trueno.
A partir de ahí la charla tomó el rumbo hacia otra anécdota contada por Lesmes: Alguien señalaba hacia un montón de revistas Caimán Barbudo al tiempo que le decía al otro: “Llévate en el carro un poco de caimanes”. ¿La respuesta? El otro se negó rotundamente: “¿Tú estás loco? ¿Cómo voy a meter esos bichos en el carro?
Ambos recordamos aquellas definiciones sobre el “significado” que nos decían que se refiere a la idea que uno se representa en su cabeza cuando escucha o lee una palabra. Y sobre el “significante”, que es la palabra en sí misma. En un caso, se llegó a denominar caimán al peligroso animal, pero en otro, llamaron así y le pusieron barbas para bautizar una publicación cultural como el Caimán Barbudo, que alguien no podía trasladar en su vehículo.
Recuerdo que en la Zafra de los Diez Millones (1969-70) alguien solicitó al centro telefónico una llamada urgente de zafra para que lo comunicaran inmediatamente, pero ante la demora urgió a la telefonista: “Compañera, necesitamos que nos comunique rápido porque tenemos los gallegos trabados en el ingenio y se va a parar la molienda...”. Interesada en solucionar el problema, al mismo tiempo que gestionaba establecer la comunicación, dijo: “¿Y por qué no pasan los galllegos de uno en uno para que no se traben en la puerta si es tan estrecha?”.
Para el cuadro de dirección, el significado de gallegos es un conjunto de cuchillas que cepillan los tallos de la caña antes de introducirlos en el molino, pero para la telefonista eran personas nacidas en Galicia y que su obesidad no les permitía entrar más de uno a la vez.
Si quienes amablemente han leído hasta aquí están interesados en el asunto del significado y los significantes, le invitamos a ver este video:
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