En la década de los años 70 del siglo pasado, la emisora radial del centro, la CMHW, (o simplemente La Doblevé, la que se escucha en Villa Clara… y un poquito más allá) tenía entre sus voces masculinas, las de dos locutores que la identificaban: Machín de la Peña y Víctor Manuel Menéndez.
Cuando se extendió la edad de jubilación, ambos hicieron uso de sencillas aritméticas y llegaron a la conclusión de que, al tener una pensión máxima del 90 % del salario de los mejores cinco años entre los últimos 15, ¡decidieron acogerse a los beneficios de quienes han trabajado nueve lustros. No hacerlo hubiera significado que solo estarían trabajando por unos pocos pesos más de salario en comparación con el monto de la jubilación.
Sin embargo, todo tiene un pero… Y ambos lo sabían, pues cuando estaban en el proceso de toma de la decisión, Víctor Manuel valoró en nombre de ambos: “Ya nosotros sabemos lo que nos va a pasar. Franklin Reynoso nos hizo una caricatura que nos entregaron en la actividad de despedida: llegamos a la emisora y no nos dejaron pasar. ¿Y ustedes quiénes son? Es que ya todo el mundo será nuevo y no nos conocerán”.
Aún ambos son conocidos en la estación radial a la cual dedicaron una buena parte de sus vidas, pero no en todos los casos sucede igual porque no tenían profesiones u oficios que dieran una popularidad a tan alta escala, ni tampoco todos los centros de trabajo tienen la estabilidad laboral como para que convivan varias generaciones.
Tras considerar opiniones de jubilados, próximos a hacerlo y de jóvenes, hicimos estos rápidos apuntes sobre los trabajadores que recesan la vida laboral activa:
- Son personas extremadamente susceptibles.
- Unos pierden facultades físicas, otros las mentales y también hay quienes padecen un desgaste de ambas.
- Algunos se jubilan en plenitud de facultades y únicamente lo hacen porque el salario no los estimula a continuar activos en el puesto laboral.
- No existe una cultura de preparar condiciones para pasar a la jubilación.
- Son excepcionales los centros de trabajo donde adecuan horarios y tareas para aprovechar la experiencia de la veteranía.
- Lo generalizado es que no existe un sistema de atención a los jubilados en los centros de trabajo.
- Hay jubilados con el máximo (el 90 % del sueldo), se recontratan y están preguntándose por qué no tienen derecho a incrementar su pensión si están aportando.
- La incomunicación entre el jubilado y su centro laboral puede ser porque uno se aleja y el otro no lo atrae.
- Independientemente de la atención institucional o de la que se brinda a nivel de la sociedad, hay un trecho pendiente por andar en lo que puede hacer la familia, las amistades y los antiguos compañeros de trabajo.
Sin dudas hay mucho por hacer, hasta evitar las barreras arquitectónicas para las personas de edad avanzada, y dar el tratamiento que merecen por respeto a que hemos llegado hasta el día de hoy gracias también a lo que hicieron las generaciones anteriores, ahora en estado de jubilación.
Pero ninguna sociedad, incluyendo la cubana, puede darse el lujo de perder capital humano en esos hombres y mujeres llenos de veteranía que acumulan saberes únicamente conseguidos con años de experiencia laboral, personas formadas por un sistema educacional, sin desconocer la importancia del autodidactismo.
La veteranía existe, aumenta y se enriquece, no hay que importarla, pero sí es necesario saber aprovecharla.
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